MONTEVIDEO

Mató a hombre desde adentro de su quiosco con una escopeta; testigos protegidos fueron clave en condena

La Fiscalía logró que se condene a 11 años de penitenciaría a un hombre por un asesinato ocurrido en 2019 en el barrio Conciliación.

Patrullero de policía de Montevideo. Foto: Leonardo Mainé (Archivo)
La Policía y la Fiscalía lograron hallar testigos que, por miedo, pidieron reserva de identidad. Foto: Leonardo Mainé

Era el tercer día del año y en el barrio Conciliación parecía que hubiera habido un éxodo. De lo que se tenía certeza esa tarde de enero era que, frente a un quiosco de la calle Albeniz, una persona había caído por una herida de bala y que la Policía se había presentado en el lugar por un llamado al 911.

Con los efectivos en la cuadra comenzaron las averiguaciones. Pero la única persona que había en el lugar era una mujer que atendía ese quiosco a través de una ventana enrejada de medio metro por medio metro. El resto del barrio, según declararon luego los propios efectivos, estaba prácticamente vacío. Y las pocas personas que estaban decían que no habían visto nada a pesar de que el cuerpo sin vida del hombre indicaba que en esa cuadra había ocurrido un homicidio.

La mujer, que estaba en shock, dijo que le había vendido unos cigarrillos al hombre, a través de ese sistema de rejas que tenía, y que al momento de darle el cambio sintió una “explosión”. Cuando miró hacia afuera, dijo, el cliente yacía caído frente a su negocio.

Uno de los policías declaró que ese día, al llegar, “nadie se quería involucrar” con lo que había pasado. “Es un barrio bastante conflictivo”, afirmó. Frente al quiosco hay una cantina desde donde se había alertado al 911 del homicidio de esa tarde.

La Policía cercó la zona, cortó el paso de la calle con un patrullero y preservó la escena.

Luego comenzaron a investigar en el barrio. Varios agentes de la Zona Operacional IV de la Jefatura de Policía de Montevideo buscaron testigos durante varios días para poder entregarle más información sobre lo que había sucedido al fiscal de Homicidios Juan Gómez, que quedó a cargo de la investigación. Pero lo único que aportaba el paso del tiempo eran rumores. Rumores que doblaban cada esquina del barrio y que hacían eco sobre el mismo concepto: en el quiosco también se vendía droga. Más tarde los investigadores lograron encontrar testigos de identidad reservada que, ofreciéndoles las garantías de que no se supiera quiénes eran, se animaron a declarar.

El 3 de enero de 2019 no había habido un éxodo. Al menos no en el momento del crimen. Dos personas habían visto lo sucedido y luego se lo contaron al fiscal Gómez. Uno de ellos dijo que el quiosco era atendido por un hombre conocido como “Mandela” y su pareja. Agregó que esa tarde la víctima se paró frente al comercio, habló con “Mandela”, y luego de una aparente discusión salió un disparo del interior del kiosco.

El otro testigo de identidad reservada declaró lo mismo: el disparo había salido desde dentro del quiosco. Además, aportó que vio a “Mandela” salir corriendo del lugar con un bolso.

Los peritos forenses y balísticos aportaron otro dato a la carpeta investigativa del fiscal Gómez. El disparo había sido con una escopeta entre medio de las rejas que lo separaban de la víctima y a una muy corta distancia. “El disparo, dado que sacamos perdigones de la herida, fue con una escopeta y por el efecto que tuvo fue efectuado a quemarropa”, declaró el médico forense.

El juicio oral por este homicidio finalizó el mes pasado. El fiscal Gómez presentó su teoría del caso en varias audiencias y pidió que se condenara a “Mandela” a 12 años de prisión. La Justicia dio por probada la teoría del fiscal, solo que entendió que no hubo alevosía y dispuso una condena de 11 años de penitenciaría para el hombre.

La víctima, la teoría del móvil y la defensa

La víctima del homicidio tenía 36 años y tres hijos. Ese día había estado trabajando en la feria con un amigo. Pero en determinado momento le dijo que iba a ir a comprar algo a un quiosco. “Era un trabajador informal, que iba a ferias, que no tenía problemas y que era consumidor”; explicó en sus alegatos de clausura el fiscal Juan Gómez. Si bien no está claro el móvil del homicidio, todo indica que se trató de un problema por drogas. “El móvil no puede ser otro que algún conflicto vinculado con sustancias estupefacientes”, argumentó el fiscal durante el juicio. La defensa del victimario, en tanto, mantuvo la postura de que se debería absolver al hombre por “inconsistencias” en las declaraciones de testigos. La Justicia, finalmente, entendió que hubo un delito de homicidio intencional.

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