Relaciones

Anuptafobia y soledad: ¿Cómo funciona el miedo a no conseguir pareja?

La presión por estar acompañados se ha vuelto agobiante; incluso el discurso sobre la soltería empoderada es una forma de recordar que la soledad nunca fue ni será saludable.

Libros, mujer leyendo
Foto: Pexels

Seamos honestos: en el océano de oportunidades románticas que ofrecen las redes sociales, el descarte es el ejercicio que más practicamos hombres y mujeres. En la polarización - porque la tecnología de las citas no admite los matices del encuentro cara a cara, es decir, “físicamente no es wow pero tiene algo” etc. etc. etc. - se cree que de cada 10 perfiles ocho son swipes a la izquierda (no me gusta) y dos a la derecha (me gusta), aunque algunos estudios confirman que los hombres son likeadores compulsivos.

A cierta altura de la vida encontrar con quien coincidir se hace cada vez más difícil, razón por la que muchas veces aceptamos personas con las que no tenemos nada en común, cayendo una y otra vez en lo que ahora llaman dating déjà vu o repetición sistemática de relaciones que fracasan. 

La presión por estar acompañados se ha vuelto agobiante. Todos los mensajes de nuestro entorno - hasta las ofertas del supermercado - están dirigidos a estimular el deseo de estar con alguien; incluso el discurso sobre la soltería empoderada promovida por el negocio de la autoayuda y la literatura up lit, es una forma de recordar que la soledad nunca fue ni será saludable.

Como bien decía Borges, olvidar es una forma de tener memoria. Cuestión es que en esa carrera por conseguir un partner algunas personas desarrollan trastornos como la anuptafobia o anuptofobia, o el miedo a quedar solos para siempre.

¿Necesidad patológica a los 30?

Según la ciencia la necesidad de encontrar pareja puede tornarse patológica pasados los 30 y afectar a hombres y mujeres por igual, obsesionados al punto de convertir la búsqueda en el único objetivo de vida. 

“La buscan de manera desesperada, invirtiendo mucha energía y tiempo en encontrarla” describía la psicóloga y terapeuta española Lidia Alvarado, en un artículo de ABC. “Sienten un gran vacío emocional que no pueden afrontar, y en consecuencia ni saben ni quieren estar solas. Estas personas son incapaces de conectar consigo mismas porque temen enfrentarse a sus inseguridades y temores. No disfrutan de la vida si no tienen pareja, por lo que buscan de manera obsesiva establecer vínculos emocionales e íntimos. Esto puede hacer que caigan con frecuencia en relaciones tóxicas, complejas o de dependencia” sostenía la especialista.

En esa figura podría encajar aquel adorable personaje de Bridget Jones, una treintañera con baja autoestima que con tal de no quedarse vistiendo santos reincidía en un vínculo que solo le causaba más dolor.

Pero, como destaca Alvarado, una cosa es el deseo saludable de querer conocer a alguien especial y otra distinta es la idea fija. “Es sano querer tener una relación cuando se vive de una manera natural y se tiene la capacidad de disfrutar de otras cosas hasta que esa persona llega”, aclaraba, pero la carencia puede derivar en emociones negativas como la tristeza, el rechazo, el abandono y la melancolía.

¿Cómo saber si padecés anuptafobia?

Hoy, con el manual de psicología online, cualquiera puede mirarse en el espejo y someterse a un autodiagnóstico con solo observar las señales de alarma, y en consecuencia buscar ayuda profesional.

En principio, coinciden los expertos, quienes padecen anuptafobia en vez de esperar a que un hechizo simplemente suceda espontáneo, planifican todo tipo de estrategias dirigidas al objetivo, por ejemplo, tienen perfiles en todas las aplicaciones y portales de citas.

También demuestran cierta envidia hacia amigos o conocidos que están en pareja, “rumiando en su cabeza e intentando averiguar cómo lo han logrado”, además de caer en pensamientos negativos recurrentes (“siempre estaré solo”, “nadie me querrá”, “nunca seré feliz”).

Si logran dar con alguien se aferran con ansiedad, cayendo invariablemente en conductas extremas para evitar el abandono o la ruptura. Su desesperación los lleva a saltar de una relación a otra sin pausa, pues para ellos no es verdad aquello de “mejor solos que mal acompañados”, entre otros rasgos del problema.

Claro, ciertos antecedentes de la infancia cuentan a la hora de localizar el origen del trastorno, en particular si hemos tenido un apego inseguro o inestable con nuestros progenitores o alguna figura clave de la crianza, dicen.

Quien tenga la valentía de identificarse con esta nota no debería sentirse ningún patito feo, sino un ser digno de tratamiento y solución. El bienestar afectivo es la estrategia más segura para encontrar pareja.

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