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¿Qué son los derechos de la naturaleza y por qué es importante defenderlos?

La ecuatoriana Natalia Greene es una de las fundadoras de la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza y trabaja para un futuro más sostenible.

Natalia Greene. Foto: Cortesía
Natalia Greene. Foto: Cortesía

El pasado jueves 3 y viernes 4 de noviembre, en Glasgow, de forma paralela a la Cumbre contra el Cambio Climático (COP26), la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza realizó los tribunales de la Naturaleza, una simulación de instancias legales donde la naturaleza llevó a juicio a la humanidad por las “falsas soluciones al cambio climático” y la Amazonia.

Natalia Greene es politóloga y especialista en Cambio Climático. Además, es una de las fundadoras de la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza o Global Alliance for the Rights of Nature (GARN) y trabaja por la promoción de los derechos de la naturaleza desde hace 10 años. Luego de su intervención, Greene conversó con El País.

—¿A qué se dedicaba antes de crear esta organización?
—Soy ecuatoriana y me vinculé por mi tesis de maestría con las mujeres waorani que viven en el Parque Nacional Yasuní. Trabajé en el tema de derechos de la naturaleza porque formé parte de la asamblea constituyente por distintos temas ambientales: agua, pesca, petróleo y minería. Entre ellos, uno de los tópicos era el tema de los derechos de la naturaleza. En 2007 teníamos muy poca fe que esto se incluyera en la constituyente.
También participé en una iniciativa en Ecuador, un país pionero en plantear una verdadera solución al cambio climático, que consistía en dejar el petróleo bajo tierra. La propuesta no prosperó porque en 2013 el presidente la eliminó; sin embargo, sí dio importancia a la alternativa de dejarlo bajo tierra como opción para mitigar el cambio climático.

—¿Cómo surgió la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza?
—Participé en la Asamblea Constituyente, que fue un proceso que tuvimos en Ecuador entre 2007 y 2008 y entonces junto a algunas personas y organizaciones de la sociedad civil, impulsamos el reconocimiento de los derechos de la naturaleza. Finalmente fueron reconocidos en el 2008 en el marco de la reforma. El proceso fue bastante interesante, si bien en Ecuador no se reconocieron los derechos de inmediato, más bien tuvimos bastantes conflictos políticos internamente, en el 2010, Evo Morales llamó a la Conferencia de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Naturaleza. En esa oportunidad conocimos a otras personas que estaban trabajando en el tema, desde sudafricanos, australianos, estadounidenses y europeos y decidimos hacer una primera reunión en Ecuador a finales de septiembre de 2010. En ese momento, nos dimos cuenta que somos un grupo en realidad pequeño todavía, pero mundial en el sentido que no era solamente Ecuador o la región andina la que estaba trabajando el tema. Ahí creamos de ahí la Alianza Global por los Derechos de la Naturaleza.

— ¿Cuál es su objetivo?
— Este espacio, desde su creación, busca promover la incorporación de los derechos de la naturaleza en las distintas leyes, tanto de a nivel nacional, como leyes u ordenanzas municipales, pero también pueden darse a través de reconocimiento de ecosistemas. Por ejemplo, el caso del río Trato, en Colombia, donde se reconoce el derecho a un río o un ecosistema, o el tema de la Amazonia también en Colombia. Ahora vemos con mucho interés que el tema empieza a surgir con más fuerza. Hay 37 países en los cuales, de una u otra manera se reconoce que la naturaleza es sujeto derechos para un ecosistema de sus leyes o sus ordenanzas. Es un movimiento que va creciendo, creo especialmente por esta necesidad imperante y urgente que existe con el cambio climático para pasar a un nuevo modelo de desarrollo. Entonces, los derechos de la naturaleza se convierten en una herramienta muy poderosa. Me parece algo similar a lo que sucedió con las mujeres cuando se reconocieron sus derechos civiles, a la abolición de la esclavitud o los derechos colectivos para los pueblos indígenas. Estos derechos vienen en un momento en donde la tierra está gritando y queremos escucharla para poder hacer este reconocimiento tan importante. Empieza a ser un absurdo que la naturaleza no tenga el derecho de existir y ese absurdo es lo que queremos cambiar en los varios sistemas de los que estamos trabajando.

El trabajo con Uruguay

“Trabajamos con Josefina Mösle, que es la encargada de comunicación, y con una organización que se llama Gaia que también está presente en Uruguay. No hemos trabajado mucho más con este país. Tenemos un hub latinoamericano que se ha creado con esta intención de llevar el tema derechos de la naturaleza. Todavía no hay acciones concretas pero estoy segura que en el futuro podríamos incidir en el gobierno uruguayo”.

— ¿Qué quiere decir “derechos de la naturaleza”?
— Existe la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, donde se explicitan varios derechos. Desde la perspectiva ecuatoriana planteamos en la constitución que la naturaleza tiene derecho a existir, a regenerarse integralmente y al mantenimiento de sus ciclos vitales en procesos de evolutivos. Es importante porque estamos hablando de un derecho mínimo, el de la existencia. El negar que la naturaleza tiene derecho a existir, es negarnos el derecho a los mismos seres humanos, porque somos naturaleza y somos parte de ella. Pero también es interesante dar este paso cuántico, cuando hablamos de la regeneración o restauración integral, porque casi siempre cuando se habla de un año ambiental, se plantea, por ejemplo, una compensación para la gente siempre es económica; sin embargo, no se habla de una restauración integral del ecosistema y realmente el único ser que puede seguir proveyendo agua de por vida es la misma naturaleza, no un camión que traslade agua a un lugar donde el río fue contaminado. Entonces lo que tiene que hacer una empresa no es solamente dar litros de agua, si no restaurar el río, entonces la es diferencia importante. A mí me gusta mucho usar de ejemplo la esclavitud porque la naturaleza cuando nos reconoce sus derechos es una naturaleza considerada un objeto y es un objeto al que le dices cuántas veces le puedes pegar. Es un esclavo al que le dices pegale cinco veces o a ese contaminalo con mercurio hasta tal nivel. No le estoy diciendo: “No le pegues, no le contamines”. Cuantificar el daño es la gran diferencia entre el derecho ambiental y el derechos de naturaleza. Queremos cambiar el vínculo, al reconocer que la naturaleza es un sujeto derechos tenemos que cambiar completamente nuestra relación con ella.

—¿Cuál sería el impacto de reconocer estos derechos de la naturaleza en la crisis medioambiental que estamos viviendo?
—Desgraciadamente no hay un impacto inmediato. Yo, ingenuamente, cuando lo reconocimos en el 2008 en la constitución creí que las cosas iban a cambiar radicalmente en el Ecuador y no fue así. Se necesita mucha voluntad política y muchísimos otros factores para que se cambie. Sin embargo, creo que hay dos efectos muy positivos, el primero que tenés herramientas jurídicas mucho más importantes para poder litigar por los derechos de la naturaleza. Al considerar a la naturaleza como sujeto de hecho, se abren las oportunidades para conservarla. El segundo es que empieza a cambiar la mentalidad. Volviendo al ejemplo de la esclavitud, en Estados Unidos se abolió la esclavitud, pero sigue existiendo el racismo aunque cada vez sea más ilegal. Es porque se empieza a dar un cambio de la mentalidad, especialmente en la juventud. Creo que eso ya se ha dado aquí en Ecuador, donde nuestra juventud, ya reconoce y no cuestiona el tema derechos de la naturaleza, sino que empieza a aplicarlos. En este momento climático y es importante dar el salto, entender que la naturaleza no es un objeto que se explota, sino que es un sujeto y que nos permitirá tener muchas más herramientas para lidiar de manera urgente con la crisis climática, que nos están diciendo que se nos acaba el tiempo.

—¿De qué trataron las actividades que realizaron en la COP26?
—Empezamos a hacer los tribunales internacionales derechos de la naturaleza, en el 2014 aquí en Quito (Ecuador) y ese mismo año hicimos uno en Lima (Perú). Seguimos en París (Francia) en 2015, en Chile en 2017, hicimos uno en línea en Europa el 2021 y ahora decidimos hacer este Tribunal en Glasgow (Escocia). Estos eventos coinciden normalmente con las cumbres de cambio climático y en este 2021, especialmente porque trataba en el tema de las falsas soluciones del cambio climático que tuvo audiencia el día 3 y 4 de noviembre. En ese tribunal tuvimos a exponentes súper interesantes como Leonardo Boff, que ejerció como presidente, y contamos con 12 figuras importantes y de muy alto nivel como jueces. Son personas a quienes elegimos por su trayectoria ética y moral, que hacen justamente que sus veredictos sean respetados por la sociedad civil y promovidos por la prensa, porque es la presión que ejercen los medios de comunicación sobre estos temas, es lo que hace exitoso o no un tribunal. Esta visibilización del tema es lo que ha llevado, por ejemplo, a Evo Morales a parar una carretera o a que Almería (España) reduzca su cuota de agua para las empresas que producen aceitunas. Gracias a la presión de la sociedad civil, que se empodera con los veredictos, es que estos tribunales han tenido efectos reales aunque son tribunales éticos.

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