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Los Feippe: Solís, el balneario virgen en medio de una Reserva Natural

Sofi Solari Adot cuenta cómo este Balneario cercano a Piríapolis se convirtió en su lugar preferido; "la magia sucede cuando aprendés a mirar, soltás Google y tu mapa es la intuición".

Balneario Solis, los Feippe

En verano acampamos con el motorhome en un bosque de eucaliptos, a 100 metros de la playa, junto a una veintena de otras casas rodantes.

Por la ruta, vimos pasar viajeros, pero ninguno paró en Solís, este balneario del departamento de Maldonado, ubicado a 14 km de Piriápolis.

Pensar que es nuestro lugar predilecto… ¡Qué azarosas son las preferencias! De verdad, entiendo a los que siguen de largo, pues a primera vista no hay nada que hacer por estas playas tan pobladas de cantos rodados. Sin embargo, la magia sucede cuando aprendés a mirar, soltás Google y tu mapa es la intuición.

¡Ah…! Si vos percibieras este lugar como yo lo siento, estarías aquí conversando conmigo, o jugando a la conga con todas las jubiladas, o aprendiendo a pescar con Simón, o imitando la voz del búho con Oli, o buscando ramas para prender un fueguito con Mauri.

Balneario Solis, los Feippe

¡Ah…! Si vos caminaras las callecitas de tierra arenosa, escucharas tus pasos al son del canto de la diversidad de aves que habitan en cada rama y vieras cómo las distintas especies de animales, plantas y frutas te regalan su intimidad a cada paso; estarías aquí con nosotros.

Estuvimos, literalmente, en medio de una Reserva Natural donde hay cerros, mar y ríos. Cuando sopla el viento, el frescor de los eucaliptos se siente hasta en la orilla y, cuando no lo hay, en el bosque se oye el romper de las olas.

¿Cómo no amar este lugar? Si aquí vimos una familia de carpinchos descansado cerca del mirador de aves, cómo tres cuervos comían un roedor sin percatarse de que estábamos allí petrificados ante esa escena, en tanto seis cotorras esperaban su turno para abalanzarse sobre un racimo de butiás; un lagarto entraba en su cueva, un pájaro carpintero descansaba después de trabajar, un búho que huía de las miradas curiosas y una manada de guazubirás corriendo.

Cómo no parar aquí, si hay personas generosas que simpatizan con nuestros hijos y les enseñan con paciencia a pescar y distinguir entre plomadas, carnadas y anzuelos; si, al aire libre, nuestros niños se divierten a los juegos de toda la vida, si somos uno más y nos sentimos como en casa.

Balneario Solis, los Feippe

Cómo no conectar con este lugar, si aquí recolectamos aloe vera, romero, diente de león, flores, azará, castañas, butia (el famoso fruto redondo y naranja de las palmeras uruguayas) y descubrimos Bahía Algas.

Íbamos de camino hacia las playas mansas de Solís en busca de un muelle para que Simón y Oli pescaran, cuando descubrimos Bahía Algas. El lugar, sin nombre en realidad, no debería de llamarse de otra manera. Era incalculable la cantidad de algas brillosas y suaves que encallaban en la orilla, una arriba de la otra, para formar un mullido colchón húmedo y profundo. Juntamos una buena cantidad de algas como para cocinar los típicos buñuelos tan sabrosos de la zona.

Hoy el mar está picado y las hojas verdes de los árboles ahora son amarillas. Por las noches cierro los ojos y puedo distinguir cómo los grillos cantan distinto en verano que en otoño. Cierro los ojos y puedo oler Solís.
Pienso que cuando el aroma de un lugar te ha calado los huesos, entonces, y solo entonces, podés decir, como yo te digo ahora… “Conozco Solís”.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Sofi Solari Adot
Sofi Solari Adot
Sofi es escritora y mamá de Olivia y Simón. Tiene una vida sobre ruedas junto a su familia @losfeippe. Es autora de la novela autobiográfica “No siempre fuimos nómades” y dicta el taller on line “Las palabras también importan”.

Podés seguirla en Instagram como @sofisolariadot y @losfeippe

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