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Mamá estimula: Siete consejos para criar hijos flexibles y resilientes según Harvard

Estudios neurocientíficos afirman que la resiliencia es la clave de la felicidad y del éxito personal. Claudia Guimaré nos comparte los consejos de los investigadores de Harvard.

madre e hija, madre y bebé
Foto: Pexels

Palabra clave en la educación actual, en boca de psicólogos, educadores y neurocientíficos, la resiliencia se define como la capacidad de sobreponerse a las situaciones duras o difíciles que nos ponen a prueba en la vida y seguir adelante.

Es por ello que diversos investigadores alrededor del mundo, se han dedicado a analizar qué caracteriza a las personas resilientes, sanas, que se sienten realizadas en la vida y por ende, felices y si bien son muchas, podríamos resumir las más importantes en estas cuatro:

Retroceder nunca, rendirse jamás.
Las personas resilientes suelen sobreponerse con facilidad de los problemas y los sinsabores más duros de la vida, pudiendo ver la oportunidad detrás de la crisis y ser perseverantes, cualidades fundamentales para poder transitar por la vida sin paralizarnos ante la primera pérdida o decepción que suframos.

Saben querer y se saben querer.
Las personas resilientes suelen tener una autoestima alta y al quererse a sí mismos, se respetan a sí mismos y a los demás y pueden detectar rápidamente a las personas tóxicas, pudiendo evitar trabar relaciones complicadas con ellas, ni tolerar abusos o malos tratos. Por el contrario pueden elegir “con buen ojo” a sus amistades y parejas, y poner límites a los otros de manera asertiva.

Se fijan metas realistas, claras y asequibles.
Así evitan frustraciones por esperar demasiado de la vida, de sí mismos o de los demás (lo que dificulta la sensación de realización personal), y saben tomarse las cosas en su justa medida, afrontando los problemas con humor.

Pueden resolver mejor los conflictos.
Al encontrarse “bien plantados” en la vida, en contacto consigo mismos, saben lo que quieren y hacia dónde van, y pueden separar la paja del trigo ya sea a la hora de fijarse metas o de elegir relaciones afectivas, encuentran soluciones flexibles para diversos problemas, pudiendo ver más el bosque que el árbol, y por ende llegar al resultado de manera más eficiente y efectiva.

¿Qué hacer para que nuestros hijos posean estas características?

El cerebro de los niños es una obra en construcción y su “cableado” se va formando a partir de lo que ve y lo que oye, por lo que las experiencias que viva en sus primeros años de vida, son vitales para determinar la forma con la que verá y encarará la realidad más adelante.

Nuestra misión es entonces cuidar que ese cableado sea rico tanto en lo psicológico como en lo social, para incentivar que desarrollen una mentalidad flexible y por tanto, que sean niños resilientes y por ende más felices.

La Dra. Lisa Feldman Barret, Jefa del departamento de Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Harvard, luego de años de investigaciones de neurociencias y psicología, en su libro libro “7 lecciones y media sobre el cerebro” resume la receta para que todos los padres podamos hacerlo.

1- Háblale y léele mucho a tus hijos

Los estudios nos indican que los bebés de meses, hacen buen uso de las palabras que escuchan sobre todo de sus padres, las cuales van fundando las bases neuronales para su futuro aprendizaje.

Cuantas más palabras escuchan desde pequeños, especialmente palabras que describan sentimientos (feliz, triste enojado etc), más flexibles serán a futuro.

Para lograrlo, podemos imaginar que somos los guías turísticos de nuestro bebé, dice Feldman, y que le estamos ayudando a conocer el mundo de los seres humanos. Cuánto más y mejor le expliquemos las emociones que encontrarán por el camino y sus causas, más y mejor disfrutarán del viaje.

2- Sé un jardinero, no un carpintero

Un carpintero talla una figura específica según su deseo. Un jardinero en cambio nutre el terreno en el que crecerá su semilla, dejándola crecer hasta que se convierta en la planta que está destinada a ser.

Del mismo modo, forzar a los chicos a que estudien piano o ballet o futbol cuando éstos no muestran un genuino interés en el tema, no está colaborando para que a futuro desarrollen sus talentos, mientras que exponerlos a distintas actividades para que generen una sensibilidad al respecto y puedan así luego elegir aquello que genuinamente les cautiva, es la mejor forma de ayudarlos.

3- No le digas “porque yo lo digo”

El cerebro de los niños funciona mejor cuando puede predecir cosas y se predice mejor cuanto más se conoce. Que conozcan entonces muchas cosas, es la mejor forma de ayudarlos en el desarrollo.

Por ello, por extenuante que resulte cuando nos preguntan miles de veces por qué esto o aquello, incluso cuando nos preguntan por cuestiones que damos por obvias como adultos pero en realidad no podemos explicar cabalmente (como cuando mi hija me preguntó por qué la luna no se caía nunca del cielo), lo mejor que podemos hacer es no ahorrar en palabras para responderles o incluso buscar juntos la respuesta adecuada a su edad.

Lo mismo aplica a las razones de por qué deben tomar un medicamento o por qué no pueden comer todo el chocolate que quieran. Que sepan que existe una respuesta, aunque no les guste o no estén de acuerdo (si comes tanto te dolerá el estómago) les ayuda a entender también las consecuencias de sus actos y les fomenta la empatía para con los otros.

4- Enfócate en la acción, no en la persona

La conducta es la buena o la mala. No el niño. Si en lugar de decirle “eres malo” le dices “le pegaste tu hermana y le dolió, eso está mal” evitamos degradarlo o inclusive etiquetarlo y minarle su autoestima y en cambio, le ayudamos a comprender el error de su acción.

Sé específico en tus argumentos. Lo mismo vale para los halagos. No le digas “sos un genio” sino “qué bien resolviste este problema”. Las etiquetas halagadoras también pueden convertirse en un peso, generando frustración cuando no se pueden sostener en el tiempo. Si queremos que sean flexibles, debemos empezar por no encasillarnos a ellos.

5- Sé su ejemplo

Los niños aprenden mirando y jugando, pero sobre todo imitando a sus adultos referentes, tanto para bien como para mal. Permítele que te copie en aquellas actividades cotidianas que realices acondicionando el ambiente para su tamaño y su seguridad como cocinar, cuidar una pequeña huerta etc pero también evita criticar o juzgar a otros de manera severa en su presencia. Algo así como “lo que no quieras que tus hijos digan de los demás, no lo digas en su presencia”.

6- Expone a tus hijos (de manera segura) a mucha gente.

Por más que así lo queramos, a veces es muy difícil lograr que nuestro hijo interactúe con gente de distinta raza, religión o incluso nivel socioeconómico. Pero intentar que se vincule con gente diversa es la mejor manera de que sea menos prejuicioso de grande.

Por ejemplo, los prejuicios de raza y género, se ha comprobado comienzan a fijarse alrededor de los 6 años por lo cual la tolerancia a lo diferente es un valor fundamental para inculcar en los primeros años.

7- Apóyalo cuando intente cosas nuevas por su cuenta

Saber cuándo intervenir y cuándo hacerse a un lado debe ser uno de los desafíos más grandes que tenemos los padres. El límite que separa estar ahí para ellos y ayudarlos cada vez que lo necesitan, con estar siempre encima de ellos y no darles lugar a que ensayen, prueben, se equivoquen y lo vuelvan a intentar, es una delgada línea roja, pero a veces, dejar que luchen solos para conseguir algo, puede ser una herramienta fundamental para que aprendan las consecuencias de sus actos y se conviertan en adultos resilientes a futuro, dispuestos a levantarse y seguir adelante después de cada caída.

conocé a nuestra columnista 
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré
La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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