CON LOS HIJOS

Guardia pediátrica: Rabietas, parte del desarrollo normal entre los 18 meses y los 4 años

Nuestra pediatra de cabecera, Alicia Fernández, comenta por qué los niños sufren rabietas y cómo controlar ese comportamiento.

niño enojado
Niño enojado. Foto: Pexels

Las columnas están motivadas por consultas que me llegan y pueden ayudar a otros que tienen las mismas dudas o vivencias.
En esta oportunidad, abordaremos las rabietas.

Podemos definir a las rabietas como conductas o comportamientos de oposición que se consideran parte del desarrollo normal de los niños entre los 18 meses y los 4 años. Suelen manifestarse, en la mayoría de los casos, como llanto, gritos, tirarse en el piso y patalear, pudiendo incluso hacer agresiones hacia ellos mismos como golpear la cabeza contra la pared, o hacia otros y romper objetos.

En la base de esa “crisis “existe un conflicto que no tienen, obviamente por la edad, otra forma de manifestarlo entre algo que afecta su propio interés (lo que desea) y el límite impuesto por sus padres o cuidadores, que con ánimo de protegerlo, ponen límites que sin duda son necesarios.

No pueden manifestar su enojo de otra manera, si te miran lo hacen como si te odiaran y se comportan como energúmenos. Reitero, no lo hacen a propósito, no pueden hacerlo de otra forma.

En la misma situación, a los 6 años, tendrán otros recursos para decir que no están de acuerdo y “oponerse “a lo que se les dice o pide y no necesitarán las rabietas como forma de manifestarlo.

A la edad de las rabietas “normales o esperables “, las normas de convivencia social no están claramente definidas, aún no son capaces de saber lo que está bien o no.

Los padres o cuidadores, son quienes tienen la responsabilidad de cuidarlos y amarlos, deben saber que los límites los tienen que poner ellos no los niños y esos límites deben ser claros, en un lenguaje que comprendan y consensuados entre todos. Esos límites, no pueden ponerlos los padres y quitarlos los abuelos, eso genera confusión. Ese “no” debe ser firme e irrevocable, mantenerse a pesar del enfado, el llanto y el pataleo; en caso contrario, el niño habrá encontrado la clave para conseguir todo lo que desea, ya que su conducta se verá reforzada por la recompensa y habrá aprendido la mejor forma de satisfacer sus deseos .

No es éste el momento para regañarle, sermonear o hacerle razonar, ya que todos estos contactos funcionan como reforzadores. Y ya sabemos que el intentar calmarlo, hablándole, claramente no funciona.

La retirada de atención recomendada por algunos desatendiendo la rabieta (siempre controlando que no se lastimen obviamente) hasta que termina, no es recomendado por otros, que consideran si, está bien desatender la rabieta pero no al pequeño que la sufre, porque no es que quiera comportarse de esa manera, es que por su edad reiteramos, es la única manera que tiene de demostrar que no está de acuerdo.

Algunos  especialistas sugieren quedarse en el mismo sitio, hablar de diferentes cosas sobre él o ella y aguantar el embate, esperar a que pase la tormenta, porque pasará.

Si los padres o cuidadores saben que las rabietas vienen cuando van a un supermercado o a una tienda porque quieren todo lo que ven, eviten llevarlos y si son más grandecitos, trancen con ellos, explicarles puede prevenir que suceda , o no .

Las órdenes deben ser claras, específicas “levanta los juguetes”, “no pidas porque no te puedo comprar “. No está de más recordar que por más que nos saquen de nuestras casillas, no debemos sacudirlos ni pegarles ni insultarlos, ni tampoco debemos tranzar en darles lo que piden o lo que quieren, ese mensaje debe ser contundente y lo más importante , no pierdan la calma.

Hemos referido que forman parte de una etapa del desarrollo, no todos las tienen, pero si un alto porcentaje de los niños y niñas de esa edad, incluso reiteradamente. La pregunta que debemos hacernos es ¿en algún momento las rabietas deben preocuparnos?

La respuesta es sí, sobre todo si se mantienen o empeoran luego de los cuatro años, se autolesiona o lastima a otros frecuentemente, si no descansa en forma suficiente , si aqueja dolor de cabeza o está más irritable o además de las rabietas, tiene pesadillas. En esos casos o siempre que surjan dudas, deben consultar al pediatra, a su pediatra, al que lo controla habitualmente, que lo conoce y conoce a la familia, sin duda podrá orientarlos.

Esperando esta columna haya sido útil para aquellos padres que sufren las rabietas de sus pequeños, nos despedimos hasta la próxima semana.

Conocé a nuestra columnista
Alicia Fernández. Foto: El País
Dra. Alicia Fernández
Médica pediatra. Especialista en cuidados intensivos de niños, jefe del servicio de pediatría y del CTI de la Asociación Española. Docente universitaria.

Podés seguir a nuestra pediatra de cabecera en Twitter como @AliFernandezUY

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error