HISTORIAS

Silvina Moreira Pagés, la luthier sueña con que sus guitarras viajen por el mundo

Es música, descubrió el amor por la construcción de instrumentos casi por casualidad y unió sus pasiones; ayer esta joven luthier —oriunda de Nueva Helvecia— festejó su día.

Silvina Moreira Pagés

Esta es la historia de un amor. Silvina Moreira Pagés abrazó las guitarras desde que era una niña: a los 11 ya iba a clases y cuando creció, tenía claro que lo suyo sería la música. Lo que no sabía entonces es que, además de ejecutarla, también se dedicaría a crearlas. Ayer ella festejó por séptima vez su día, el Día del Luthier.

Silvina (25) dejó su Nueva Helvecia natal y se instaló en Montevideo para continuar sus estudios. Ingresó a la Escuela de Música tocando saxofón, un año después un paseo por Palermo la hizo recordar su amor por las guitarras y emprendió un nuevo rumbo. Pasó por la Escuela de Artes y Artesanías Pedro Figari y observó una clase donde manipulaban la madera en bruto.

“Me fascinó ver eso”, recuerda quien en ese instante sintió la conexión entre lo que quería estudiar y su infancia, cuando veía que su abuela y su tía tallaban cuadros en trozos de cedro gigantes. “Siempre tuve acercamiento a la madera, cuando vi eso, piré”, repasa con una sonrisa que la ilumina.

Hoy la luthier matiza la energía que le dedica a las presentaciones en vivo y la exposición que tiene con Kumbiaracha —una orquesta musical integrada por 14 mujeres, que toca ritmos bailables de latinoamérica— con la tranquilidad del taller que instaló en su casa y donde muestra orgullosa la primera guitarra que hizo en UTU.

“Suena hermoso, pero le hice el diapasón muy fino y rápidamente se venció”, detalla y asegura que alguna vez la pondrá a punto para darle vida nuevamente al instrumento que le insumió un año de trabajo.

Silvina Moreira Pagés
Silvina Moreira Pagés, Luthier y música (Foto: Juan Manuel Ramos).

La creación

Buscar las maderas es la primera etapa de construcción. Las de la tapa y la del resto del cuerpo son claves para definir el sonido que tendrá el instrumento (y también su precio). Una cosa es que sea pino de abeto o cedro canadiense. Uno brinda muchos armónicos, sonido más fuerte, otro ofrece un sonido más contenido y dulce.

“Los dos suenan espectaculares”, afirma la luthier que construye todas las piezas por separado y las ensambla rápidamente en uno o dos días. Después le sigue el “entrastado”, el lustre y el pegado del puente.

Tras entregar el objeto en cuestión, los músicos regresan a su taller algunas veces. “Son instrumentos que se mueven, que están hechos a mano, no son perfectos”, señala Silvina y advierte que al mes y medio están listos para usarse, pero es entre el segundo y tercer año cuando estarán en la plenitud de su sonido.

Aunque fabricar una guitarra hoy le lleva menos tiempo —un promedio de mes y medio con jornadas de 8 horas— ella les dedica además mucho amor. “Tuve que trabajar fuerte el desapego”, confiesa quien practicó para entregar sus creaciones y no sentir que su taller quedaba vacío.

“Al principio decía que las iba a hacer todas para mí; ahora quiero que se las lleven, viajen y que mis guitarras suenen por todos lados”, dice. “Es un momento extraño entregarlas, estás mucho tiempo con ese objeto, le conocés todos los detalles, cada línea, pero también es hermoso cuando te dicen, “esto es lo que quería”, aseguró.

“El instrumento tiene que ser como una extensión del cuerpo”, puntualiza y remarca que, aún siguiendo padrones de maestros luthieres se toma algunas libertades para ajustar los tamaños de sus creaciones. “Que suene increíble y que sea cómodo”, subraya.

Además de guitarras, Silvina también ha creado ukeleles y ahora indaga en instrumentos eléctricos. “Tengo todo para hacerme un bajo eléctrico, es el primero que voy a hacer, estoy esperando tener un tiempito libre”, cuenta.
“Por suerte, estoy con mucho trabajo, hay mucha oferta laboral. Uruguay es un país muy musical y todo el mundo tiene instrumentos, así que trabajo no me falta”, dice sonriente.

“Estoy tratando de ser más selectiva, de construir cada vez más, que es lo que me apasiona”, señala y recuerda que ha cambiado de técnicas al crear sus instrumentos.

“Los dos primeros años estudié en UTU con Juan Carlos Álvez y su hijo, que se llama igual. Ellos enseñan el método español, que construye el brazo por un lado y la caja por otro; luego se encastran las dos partes y queda la guitarra”, cuenta.

Tras egresar de escuela, asistió a las clases con Ariel Ameijenda, que enseña el método francés: construye el brazo por una parte y sobre ello coloca los aros y le coloca la tapa. “Me resultó muy lindo, porque lo último que haces es cerrar la caja y para mí es hermoso ver hasta último momento su arquitectura y cada partecita, y me ha quedado mejor trabajar de esta manera”, puntualiza.

Silvina Moreira Pagés
Silvina Moreira Pagés, Luthier y música (Foto: Juan Manuel Ramos).

La próxima presentación de Kumbiaracha

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