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La semilla que generó valor

Fundada en 2012, Biofase es una empresa mexicana que ha desarrollado una tecnología innovadora para producir bioplástico a partir de la semilla de la palta

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Bioplásticos. El mercado global tiene un valor de US$ 4.000 millones.

Desde bolsas del supermercado hasta piezas sofisticadas de equipos de cómputo, móviles e incluso automóviles, el plástico es uno de los materiales más usados en la sociedad actual.

De acuerdo con datos del Plastics Europe Market Research Group (PEMRG), la producción mundial de plásticos es de 300 millones de toneladas y el 30% de los productos que se fabrican con este material solo se usan una vez.

La industria y los gobiernos de todo el mundo han hecho esfuerzos para reducir su consumo, dado que resulta muy nocivo para el medio ambiente: según el tipo de plástico, puede tardar entre 100 y 1.000 años en degradarse.

Consciente de ese problema que afecta la sustentabilidad del planeta, Scott Munguía pensó que para solucionarlo debía buscar una alternativa. Y mientras estudiaba la carrera de Ingeniería Química en el Instituto Tecnológico de Monterrey, llegó a sus manos un artículo de una publicación científica donde se debatía el uso del maíz para la producción de bioplástico. De hecho, el 80% de estos materiales se fabrican a partir de los granos de maíz.

Después de leerlo, Munguía se planteó lo siguiente: ¿es oportuno destinar las cosechas de maíz a ese fin, mientras en varias regiones del mundo existe un grave problema de escasez de alimentos? Ese fue el gen de su emprendimiento.

Así, en 2011, todavía en la universidad, se dedicó a estudiar algunas semillas que pudieran resultar una alternativa al polímero del maíz. Literalmente, su investigación dio frutos: la palta, uno de los alimentos más populares de México y que forma parte de la cultura nacional. Además, México es principal productor del mundo, con un consumo anual per cápita de 6,8 kilos según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Un año después había nacido Biofase, la empresa fundada por Munguía que desarrolló una tecnología única y ampliamente reconocida a nivel internacional para fabricar bioplástico a partir de la semilla de la palta.

En el país, las compañías agroindustriales que producen aceites, guacamoles y salsas desechan mensualmente 30.700 toneladas de semillas de palta. Y ésa es, precisamente la materia prima que adquiere Biofase.

Munguía estima que se desperdician cerca de 300.000 toneladas de semilla de palta, y que de usarse para la fabricación de bioplástico podría satisfacer alrededor del 30% de la demanda en la producción mundial de este producto.

De acuerdo con datos de la Asociación Europea de Bioplásticos, el mercado global de bioplásticos tiene un valor de US$ 4.000 millones y, a diferencia de lo que sucede con la industria del plástico tradicional, cuyo crecimiento cada vez es más pequeño, en los últimos años ha experimentado un alza de dos y tres dígitos. Lo demuestra el caso de Biofase: entre 2013 y 2014 ha crecido un 700%.

Modelo de negocio

Resultado de una incubadora en la universidad donde estudió Munguía, en un principio el modelo de negocio de Biofase se basaba en la venta de resina a distribuidores, para que ellos a su vez la transformaran en el producto final: platos, bolsas y envases, por ejemplo.

Así lograron, como explica el director general, establecer alianzas con empresas como Biodeck y Packgreen. Además, empezaron a exportar resinas a Guatemala, por medio de Logicomer, un distribuidor de ese país que también comercializa el producto en toda Centroamérica.

Pero el modelo evolucionó. Desde junio de 2014, Scott y su hermano Jason transformaron el negocio al incursionar en la fabricación de cubiertos biodegradables, un rubro al que destinan el 10% de su capacidad productiva. Esta nueva línea ya se comercializa en supermercados de varios estados de la República Mexicana, así como en los comedores del Tecnológico de Monterrey y la cadena hotelera Fiesta Americana.

Hoy la empresa cuenta con tres unidades de negocio:

Resinas. Una familia de resinas que pueden ser procesadas mediante todos los métodos convencionales de moldeo de plástico, y que reemplazan a las aplicaciones de polipropileno, poliestireno y polietileno. Según Scott Munguía, son ideales para empresas transformadoras de plástico que se propongan desarrollar nuevos negocios orientados a la sustentabilidad.

Cubiertos biodegradables. Una línea de productos originales de Biofase, elaborados con su tecnología patentada, que al ser biodegradables no dañan los ecosistemas.

Productos y proyectos especializados. Esta unidad fue concebida como la forma más sencilla e innovadora de incursionar en la industria del bioplástico. Biofase diseña y fabrica piezas u objetos a la medida de las necesidades de sus clientes. Integra todo el modelo productivo para transformar cualquier idea en productos biodegradables de alto valor agregado.

Reconocimientos.

En poco más de tres años de vida, Biofase ha ganado fama local e internacional. «Comenzamos como una startup mexicana, y hoy ya se nos considera una de las cinco empresas más innovadoras de bioplástico a nivel mundial», afirma orgulloso Munguía.

Su labor y la de Biofase también han recibido varios reconocimientos, tanto en México como en España y EE.UU., entre los cuales destacan:

Premio Innovadores Menores de 35 del MIT Technology Review.

Premio a la Innovación Tecnológica del Cleantech Challenge.

Premio Santander a la Innovación Empresarial.

Premio Banamex a la Empresa Sustentable.

Premio Frisa de Desarrollo Emprendedor.

Premio al Estudiante Emprendedor, organizado por la Entrepreneur Organization y la Bolsa Mexicana de Valores.

Con miras al futuro.

Munguía ya ha patentado su tecnología en EE.UU. y México. Actualmente, Biofase está en condiciones de generar 70 toneladas mensuales de bioplástico. Pero la meta es más ambiciosa: en noviembre de 2015 comenzará la operación de la primera planta propia —en la ciudad de Morelia, Michoacán—, con una capacidad para producir 700 kilos por hora.

Cuando llegue ese momento, será la mayor de Latinoamérica, y Biofase se propone el objetivo de atacar el mercado estadounidense con mayor fuerza, y también el europeo mediante una estrategia de alianzas con empresas que ya tienen establecidos los canales de distribución.

«Queremos posicionarnos en México como el mayor fabricante de bioplástico, y demostrarles a los mercados internacionales que tenemos una tecnología innovadora y estamos preparados para incursionar en ellos», asegura el joven empresario.

En resumidas cuentas, lo que empezó como un experimento universitario, hoy es un negocio con gran potencial de crecimiento. Porque crear productos diferentes, innovadores, y despertar conciencia en términos de la necesidad de cuidar el medio ambiente, ha sido la fórmula que convirtió a Biofase en una empresa exitosa y disruptiva.

La carta del fundador así lo manifiesta: «En Biofase creemos que nuestro trabajo es mitad negocio, mitad activismo. Los ingresos son tan importantes como nuestra devoción de enseñar a la gente la importancia del consumo consciente. El siglo XX se caracterizó por el fugaz desarrollo tecnológico, sin tomar en cuenta la viabilidad a largo plazo. Nuestro objetivo es, de manera simultánea, abordar las necesidades de los consumidores y del entorno».

Subcontratar procesos al inicio

Scott Munguía asegura que siempre les recomienda a los emprendedores que subcontraten los procesos antes de invertir en plantas piloto o adquirir infraestructura propia, ya que con esa estrategia se logran significativos ahorros y se asumen menores riesgos.

«En Biofase, lo primero que hicimos fue patentar la tecnología. Y solo cuando tuvimos el producto bien definido y establecido encaramos la capitalización —explica—. De ese modo, no nos vimos obligados a ceder una gran cantidad de acciones para desarrollar el producto». (WOBI)

Algunos datos del negocio bioplástico

20.000 pesos mexicanos fue la inversión del experimento que dio origen a Biofase.

17 millones de pesos mexicanos costó la nueva planta que comenzará sus operaciones en noviembre de 2015.

700% fue el crecimiento registrado por Biofase entre los años 2013 y 2014.

100 a 1.000 años es el tiempo que tarda el plástico tradicional en degradarse.

4.000 millones de dólares es el valor del mercado mundial de bioplásticos.

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