El parmesano, un gran activo de refugio en bancos italianos

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Con cámaras de vigilancia, puertas blindadas y guardias en cada salida es como se resguardan ruedas de queso parmesano en las bóvedas de los bancos italianos. Y es que el popular alimento, reconocido en todo el mundo no es solo una de las principales cartas de presentación del país europeo en las mesas de los mejores restaurantes, sino que además es considerado un bien refugio —similar al oro— en algunas de las más tradicionales instituciones financieras de la península itálica.

Al ser considerado un bien con un valor parecido al de joyas y obras de arte, las gigantescas ruedas de 30 o 40 kilos de queso Parmigianino se depositan en los bancos, en donde incluso son utilizados como aval de los préstamos que se conceden a los productores locales.

Por ejemplo, casi medio millón de unidades de queso permanecen en dos depósitos del banco Crédito Emiliano, uno de los más tradicionales del país entre quienes se dedican a la agricultura y ganadería. Así, los quesos son almacenados esencialmente en las provincias del norte de Italia, junto a las ubicadas en Parma, Bolonia y Mántova; estas últimas, donde se produce este lácteo de manera más masiva.

Pero aunque para el resto del mundo parece una sorpresa esta fórmula de resguardar los activos, lo cierto es que la tradición de recibir quesos en los bancos data desde hace al menos siete décadas, e incluso se piensa que se trata de una práctica heredada de lo realizado en los bancos de la familia Medici por el siglo XII.

Sin planes de terminar con la tradición, se estima que el valor total del queso almacenado podría llegar hasta los US$ 174 millones, los que funcionan como aval para que las entidades financieras, las que entregan un préstamo a los productores equivalentes, al menos, al 80% del valor de los quesos en depósito. Éste es utilizado por los fabricantes para contar con la liquidez necesaria para mantener a flote su negocio.