Emprendimientos sostenibles atraen el bolsillo de más inversores en Uruguay
Expertos identifican un "aumento exponencial" del interés de fondos y capitalistas de riesgo e incluso particulares en respaldar iniciativas "verdes"
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El mundo de los negocios -desde startups a multinacionales- tomó un rumbo hacia la sustentabilidad. Como parte del ecosistema, los inversores también están valorando este aspecto a la hora de apoyar a una empresa. En Uruguay, así como en el mundo, el cambio es visible.
Cuando Jaime Miller trabajaba como director ejecutivo de Uruguay XXI empezó a notar un creciente interés «de parte del capital de ir hacia inversiones de impacto». Por eso decidió crear la firma Capital Oriental, dedicada a «atraer y desarrollar inversiones de capital privado en Uruguay, con énfasis en la sustentabilidad; tanto medioambiental como social».
«El capital sigue al mercado», resumió Miller.
Para el ejecutivo, el atractivo de las inversiones sostenibles se explica por tres factores: un cambio en el comportamiento de los consumidores, que cada vez más buscan opciones con el menor impacto ambiental. Como consecuencia, las empresas que se alinean con estos valores comenzaron a vender más y a tener una mayor proyección. Y, por último, motivados por organismos como la ONU y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, los gobiernos comenzaron a dar beneficios fiscales a los emprendimientos que cumplan esos requisitos.
«Si no aplicamos las mismas lógicas que con cualquier otra inversión estamos haciendo beneficencia. La forma de que esto tenga tracción, de que aumente la escala, es que sea rentable»
Más allá del propósito de la empresa, cuando se habla de inversión los aspectos de rentabilidad y riesgo siguen siendo importantes.
«Si no aplicamos las mismas lógicas que con cualquier otra inversión estamos haciendo beneficencia. La forma de que esto tenga tracción, de que aumente la escala, es que sea rentable», aclaró Miller.
Stephen Jakter, socio de Impacta VC, un fondo de inversión «con propósito» enfocado en Latinoamérica, coincidió. Además de evaluar si el emprendimiento aporta «a un mundo mejor», «miramos el mercado, el problema que están resolviendo, cuáles son sus competidores (...) y tracción conseguida hasta el momento, que validan lo que están haciendo», enumeró Jakter.
Privado y público
El interés por lo «verde» no se limita a los grandes capitales, sino que también los pequeños inversores, que tal vez antes podrían interesarse por colocar su dinero en ladrillos o un pool ganadero, ahora contemplan instrumentos como los fondos de inversión sostenibles, coincidieron expertos consultados.
De acuerdo con un informe de Bloomberg, los fondos ASG (Ambiente, Social y Gobernanza) pasaron de «la periferia al epicentro» de las finanzas. Se estima que reúnen US$ 41 billones y que representan el 10% de los bonos del mundo.
Itaú los incorporó en 2021 a su portafolio para adaptarse a las «demandas de los clientes». El pasado octubre sumó dos más: BlackRock Sustainable Energy, enfocado a nuevas energías y Schroders Global Sustainable Growth, ambos registrados en el Banco Central del Uruguay (BCU) en régimen de oferta. De acuerdo con información brindada por el banco, la inversión por parte de los clientes de Itaú en ambos fondos asciende a US$ 9,7 millones en Uruguay.
Por otro lado, los bancos BBVA y Santander tienen instrumentos similares.
Al tener una matriz energética casi 100% proveniente de fuentes renovables y buenos indicadores sociales, las empresas uruguayas están bien posicionados para atraer inversión.
Pero no se trata solo del sector privado, sino que el país en sí ha ido en busca de la inversión sustentable: en octubre la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, anunció la emisión al mercado global de un nuevo bono indexado a indicadores de cambio climático (BIIC) con vencimiento en 2034.
Poco después, afirmó que Uruguay había registrado US$ 4.000 millones en pedidos de cerca de 190 cuentas, incluidos compradores primerizos y mercados emergentes.
Por madurar
Aunque Magdalena Perutti, socia de consultoría financiera de KPMG, calificó a las inversiones enfocadas en la sostenibilidad como una «tendencia reciente y creciente, a un ritmo exponencial», aclaró que aún queda mucho camino por andar.
Uno de los grandes desafíos es la estandarización de criterios: ¿qué hace que una empresa sea «verde»? Para empezar se suele mirar cómo está parada en criterios de ASG, pero no hay una única forma de medir.
«Tenés distintos tipos de empresas que hacen calificaciones de sostenibilidad, pero todavía falta estandarización en ese aspecto. No tenemos comparabilidad como con las calificadoras de riesgo tradicionales. Dentro de una misma industria, depende de cómo lo midas cuál es el resultado de la mejor y la peor de la clase», analizó.
Esto implica, además, que se pueda aplicar la etiqueta «sustentable» tanto en un parque eólico como en una empresa de logística que compra bonos de carbono para compensar sus emisiones de CO2 y tiene iniciativas sociales. «La sostenibilidad aplica a cualquier negocio, es un cambio en la forma de verlo, como una lente adicional que le agregás a la empresa para mirarse y que al final del día va a tener que estar embebida en el ADN de cada compañía» concluyó Perutti.
Los proyectos en la cartera de Capital Oriental son diversos: desde la creación de un vehículo de inversión para la instalación de bombas de calor, una tecnología que emite menos CO2 que las calderas de fuel oil, hasta levantamiento de capital para una empresa que se dedica al compostaje industrial de residuos orgánicos. «No solo no dañan el ambiente, sino que lo mejoran», explicó Jaime Miller, socio fundador de la empresa.
«El retorno financiero ya no es el único interés de los inversores», explicó Carolina López, encargada de Itaú Personal Bank. «Ahora, el foco también se encuentra en el impacto en el medio ambiente y en la sociedad. En ese aspecto, Itaú ha sabido tomar el pulso de la realidad y su oferta de productos acompaña esa tendencia», agregó. Los clientes pueden elegir invertir solo en fondos sostenibles.
De acuerdo con Magdalena Perutti, socia en KPMG, la firma ha incorporado el análisis de aspectos de sostenibilidad en sus trabajos de due dilligence. «Es una tendencia mundial que todavía es muy incipiente en Uruguay. Los inversores más sofisticados son los que piden hacer due dilligence en temas de ASG como un factor relevante a la hora de mirar dónde ponen su dinero», comentó Perutti a El Empresario.
Impacta VC es un fondo de inversión de capitales chilenos y uruguayos, que busca lograr que compañías latinas con un impacto social y ambiental crezcan y se expandan. Stephen Jakter, socio uruguayo del fondo, afirmó que «uno de las valores más importantes a la hora de invertir está en los equipos, que sean constantes, resilientes y que estén con muchas ganas de hacer que las cosas sucedan y quieran ser parte del cambio».
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