ENTREVISTA

¿Cómo serán el empleo y los salarios de la pospandemia?

Cundo el PIB llegue a los niveles previos a marzo 2020, lo hará con otra composición y unas asimetrías brutales.

Matías Brum - Doctor en Economía (University of London), docente en FCEA (UdelaR). Foto: Leonardo Mainé
Matías Brum - Doctor en Economía (University of London), docente en FCEA (UdelaR). Foto: Leonardo Mainé

En los próximos días, el Poder Ejecutivo presentará las pautas sobre las que transitará la negociación colectiva; el Consejo Superior Tripartito deberá debatir las reglas de juego para un nuevo convenio salarial en la actividad privada, con márgenes muy estrechos de maniobra. En este contexto, el economista Matías Brum considera “entendible” una propuesta de desindexación salarial, así como la inclusión de conceptos de productividad, pero argumenta que “no es el momento”. Destaca que las medidas de promoción de empleo propuestas por el Ejecutivo son buenas, pero afirma que “poco se podrá hacer” si la economía no crece. Piensa en fuertes políticas de recalificación para amortiguar el gran deterioro en un mercado de trabajo que “no va a ser igual” al que conocimos previo a la pandemia. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo recuperar el empleo en el actual contexto?

—La economía comenzó a recuperarse luego de una fuerte caída del PIB, más allá de la contracción puntual del primer trimestre del año; pero salir de los problemas que hoy atraviesa el mercado laboral, va a llevar mucho más tiempo. Además, con unas asimetrías sectoriales brutales; cuando el PIB llegue a los niveles prepandemia, lo hará con otra composición.
Cuando la economía en su conjunto presente números que permiten pensar que se alcanzó aquel nivel previo a la epidemia —en algún momento del año próximo— va a haber sectores a los cuales les va a faltar mucho. El agro estará fuerte, la inversión en UPM suma mucho, otros sectores vendrán con gran dinamismo, pero los gastronómicos, el turismo y la recreación, entre otros, vendrán muy de atrás.

—La negociación salarial se va a dar en un momento muy delicado…

—Tenemos un ajuste salarial pendiente, con la promesa de atenderlo, en un contexto donde cualquier incremento de salario va a tener costos en el empleo. No me gustaría estar en el lugar de los que deben tomar las decisiones, porque no hay receta y difícilmente podamos hablar de una buena solución. Es buena cosa que, como trascendió, se piense en tratamientos diferenciales que tomen en cuenta distintas realidades sectoriales; lo mismo con los plazos, pensando en la incertidumbre actual.

—El enfoque sobre el mercado de trabajo a nivel oficial toma en cuenta empleo y salario como un conjunto, poniendo el énfasis en generar trabajo…

—Cuando se habla de masa salarial, es una manera de tratar de discutir amablemente, en el entendido que se van a proponer aumentos de salarios menores. Es cierto que, si se piensa en incrementos salariales más altos y cae el empleo, el resultado tampoco es bueno. Es razonable que se mire la masa salarial en conjunto, pero se debe tener en cuenta que solamente por la vía de ajustes salariales menores y reduciendo el salario real, no vamos a acelerar mucho la salida de este contexto crítico.

—¿Qué falta?

—Para poder entender qué es lo que pasa hay que mirar más lo micro. Tanto cuando hablamos de salario real como de empleo deberíamos trabajar con la información desagregada, por lo menos por grandes sectores, debido a lo heterogénea de la situación.
Hace unos días se hablaba de 100 mil personas que volvían al mercado laboral; eso hay que mirarlo con detenimiento: podemos estar hablando de trabajadores de 40 horas semanales en el sector formal que se fueron y los que vuelven, ya sean los mismos, ¿cuáles son las condiciones?, ¿si trabajan dos horas diarias, en la informalidad, vendiendo pascualina en el Parque Rodó, es lo mismo? Claramente no. Lo que hagamos para pensar en recuperar el empleo, tiene que tomar en cuenta esa realidad. Cómo le está yendo a cada uno y la calidad del empleo. No son solo números.
Además, el empleo ya venía cayendo antes de la pandemia, por tanto, existe allí un problema estructural en la economía. La discusión estos últimos años pasó por salarios que crecían mucho sin tener en cuenta la productividad.

—¿Es momento de plantear temas como la productividad?

—Entiendo que, luego de la reinstalación de los consejos de salarios y años de recuperación salarial, era razonable pensar que parte de los incrementos de los salarios podían venir a costa del empleo, por tanto, era un tema a revisar. En parte, porque también llegaron nuevas tendencias y cambios tecnológicos a nivel global que destruyeron empleos, que van más allá de los sueldos que se paguen acá.
A su vez, los sindicatos piensan mucho en proteger los puestos de trabajo y no tanto en el trabajador. ¡Pensamos en que hay que reabrir Cerámica Olmos! No, no la cooperativicen, no la protejan, no tiren más plata; se perdió esa empresa, hay que pensar en otra cosa en la que se pueda competir.

—¿Está de acuerdo desindexar los salarios?

—Políticamente es un buen momento para hacerlo y el gobierno lo sabe, contando además con la inflación a la baja, con un Banco Central que está haciendo las cosas bien. En algún momento los consejos de salarios deberían pasar a una lógica que no solo se base en la inflación y tenga en cuenta otras cosas. Es cierto que el PIT CNT debe comenzar a perder el miedo a la productividad y plantearse acuerdos diferentes.
Era un momento oportuno —previo a la pandemia— para pensar en hacer esos acuerdos distintos, comenzar a atarlos con conceptos de productividad, pero esta coyuntura nos puso en un escenario mucho más complejo. No creo que sea buena idea ahora. Capaz que sería bueno esperar un año más, esperar que el BCU confirme su política y sus resultados, y que superemos este momento.

—¿La coyuntura cambia el eje de los temas que antes se entendían urgentes?

—La recuperación de empleo es uno de los desafíos más grandes. No sé cuándo se podrá volver a los niveles previos a esta crisis, lo que sí estoy seguro que será diferente a lo que había antes, y eso las partes lo tienen que entender. Seguramente va a haber empleos que no van a volver. Hay cosas que no sabemos, dinámicas de comercio internacional, de turismo global, de comportamiento social, que pueden cambiar y con ello la demanda…

—El Poder Ejecutivo presentó al Parlamento un proyecto enfocado en estimular el empleo para jóvenes, mayores de 45 años y personas con discapacidad; ¿son medidas útiles?

—Sí, por supuesto, están orientadas en la dirección correcta y ojalá se invirtiera más en ellas. Pero, ¿qué tanto ayudarán esas medidas a la recuperación del empleo? Es un buen instrumento para estimular a las empresas para que contraten personal por determinado período, pero el problema del empleo es más macro: necesitamos que la economía crezca.
Está bueno dar subsidio a la contratación de personal, pero seguramente hay empresas que no van a contratar por más que les paguemos la mitad del sueldo, porque no lo precisan, no tienen actividad, están sin mercado. Apoyo estas iniciativas, pero no es una política de crecimiento, es una intención de ayudar a algunos de aquellos que se cayeron con esta crisis.
Estamos cortos de motor de crecimiento. Necesitamos otras cosas. Los hogares están deprimidos, el sector público comenzó a recortar, dependemos mucho de lo que venga de la demanda externa… esto va a ser muy lento…

—¿Qué se debería hacer?

—Por un lado, hay que hacer políticas profundas de recalificación laboral. Habrá sectores que no desaparecerán, pero tienen que reconvertirse. Sectores y empresas muy golpeados, que la pandemia dejó fuera de competencia y cuando vuelvan, es probable que sean diferentes. Hay capital humano que no encontrará aquellos espacios que perdió y para los que tenía gran experiencia, y habrá que ayudarlo a redirigirse. Se reconfiguró la demanda, el comportamiento es otro, aprendimos a hacer cosas de forma diferente. En ese sentido, es necesaria una política pública activa, agresiva, para ayudar a toda esa gente.
Por otro lado, está lo que dijo tiempo atrás el ex ministro Ignacio de Posadas: una suerte de plan Marshall que impulse la reactivación. ¡Háganle caso a de Posadas! Seguramente hay obras para hacer y generar empleos. Un motor de crecimiento, que además es importante por el canal de las expectativas

—¿Cuál sería el impacto en las expectativas?

—Una encuesta reciente de Exante es muy clara en ese sentido. Dos tercios de los empresarios dicen que va a haber más actividad; entre ellos, hay un número determinado que advierte sobre una baja rentabilidad, otro porcentaje además dice que difícilmente invierta y finalmente, solo un 25% dice que va a contratar gente. Me da la impresión que las empresas necesitan más señales claras de hacia dónde vamos. Hay que marcar más claro la estrategia de salida. Capaz que un plan ambicioso de infraestructura empuja en ese sentido, genera otra actividad, alinea las expectativas y salimos más rápido.

—Después de la fuerte caída de abril-junio 2020, el empleo ha mostrado una evolución positiva…

—El mercado de trabajo tiene particularidades que debemos tener en cuenta. Es sabido que hay una importante cantidad de gente que no esta buscando trabajo y eso no se suma a la tasa de desempleo. Por otra parte, la tasa de empleo, que es la más relevante, una de las modalidades que incluye es la del ocupado ausente, donde están comprendidos quienes están temporalmente suspendidos en sus tareas o en el seguro de desempleo. Necesitamos motores que le generen a la gente trabajo por más de cuarenta horas semanales otra vez. En muchos casos, empleos diferentes.

—¿Podemos pensar en más empleo con el tamaño y el perfil de economía que tenemos?

—Hay una parte de ellos trabajadores que han quedado fuera del mercado laboral, que sinceramente no sé de qué forma, en qué tareas y muchos menos en qué tiempo vamos a poder incorporarlos. Necesitaremos unas tasas de crecimiento importante para incorporarlos a todos. Es decir, cuando recuperemos aquellos niveles de actividad prepandemia, no lo vamos a hacer con todos los que estaban trabajando antes. Para absorber a esos que quedan afuera necesitamos más crecimiento y sectores y empresas que contraten más gente, en actividades para las cuales debemos recalificarlos. El desafío es grande.

—Se advierte que la incorporación de personas al mercado laboral en medio de una crisis trae consecuencias a largo plazo en las condiciones de trabajo, la calidad, la remuneración…

—Hay mucha evidencia de que eso es así. Hay trabajadores, de distintos niveles, que pierden por la crisis, empleos que eran lo máximo a lo que podían aspirar, dadas sus capacidades. Puede pasar con un académico o un obrero manual. Seguramente, si consiguen, obtengan un empleo de peores condiciones. Cuando la cosa mejore, perdieron un período importante de experiencia en lo suyo, se desactualizaron, perdieron referencias; se deteriora su calificación y quedan lejos de su potencial. Uno o dos escalones por debajo de la trayectoria laboral que podían haber logrado, es muy problemático. Y esto también hay que verlo en el sistema educativo, donde se pierde potencial con una crisis como la actual.
Algo similar pasa con las empresas; marcas que se deterioran, saberes que no se trasmiten, empresarios que no vuelven… Son cosas que probablemente inciden incluso en la trayectoria de crecimiento a largo plazo del país.

—¿Cómo incide esta coyuntura en la informalidad?

—Es probable que tengamos un salto de informalidad en este período. Es esperable que la recuperación de la actividad no se de plenamente en la economía formal, en esta situación hay incentivos para mantenerse así por un tiempo. Además, seguramente hay mucha gente que se amparó en el seguro de desempleo y si puede, lo está complementando con alguna actividad informal. Desmontar todo eso va a ser trabajoso. Quizás haya que ser un “poco permisivo” en esta etapa que se viene.

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