OPINIÓN

Sector primario e innovación

Todas las economías sudamericanas están clasificadas como dependientes de los commodities. Pero esto no necesariamente tiene que verse como algo negativo. 

Foto: Reuters
Foto: El País

De hecho, el auge del precio de las materias primas en la última década contribuyó a atraer a grandes empresas e inversiones al sector, lo que a su vez ayudó a aumentar el ingreso per cápita de toda la región.

Sin embargo, la expansión del sector primario no estuvo exenta de críticas. Por ejemplo, la que señala que el crecimiento del sector acentuó un fenómeno muy característico y problemático de la región, que es la fuerte polarización entre empresas. Por un lado, se encuentran las grandes y modernas orientadas a la exportación de productos básicos. Del otro lado están las pequeñas empresas orientadas principalmente al consumo interno y caracterizadas por un bajo dinamismo y una baja productividad. Existe un vacío empresarial entre estos dos bloques prácticamente aislados.

La adhesión de la región por los commodities es innegable, y por lo tanto el desafío está en conciliar los intereses de las grandes y pequeñas empresas y promover así un desarrollo más armonioso y sostenible. De hecho, esta conciliación es posible, ya que las actividades principales ofrecen cada vez más oportunidades de negocio para las pequeñas empresas.

Un ejemplo lo encontramos en la minería. El sector tiene enormes desafíos en áreas como el uso más racional del agua, la gestión de residuos, la reducción de la emisión de contaminantes, la eficiencia energética, el uso de energías limpias y combustibles sostenibles, el aumento de la seguridad en el trabajo, el aumento de la productividad, las relaciones con las comunidades, entre muchos otros. Estos desafíos deben superarse no sólo para cumplir con los requisitos sociales y reglamentarios cada vez más estrictos, sino también para los clientes interesados en la sostenibilidad.

La agroindustria también tiene nuevos desafíos que requieren nuevas soluciones, incluyendo la recuperación y el uso más racional del agua, el aumento de la productividad, la optimización del uso de la tierra, la preservación de los bosques, la producción sostenible, las mejoras logísticas, el acceso a los mercados, la gestión y planificación, la relación con las comunidades y un número cada vez mayor de servicios.

Debido a la naturaleza de estos problemas —muchos con especificidades locales—, las grandes empresas del sector primario no cuentan con la estructura organizativa ni capacitación y conocimiento necesarios para afrontar esos múltiples desafíos. En este contexto, los socios ágiles, innovadores, flexibles y con conocimiento en este campo pueden marcar la diferencia.

De hecho, está surgiendo un mercado prometedor en la región para pequeñas empresas de naturaleza tecnológica, las startups, con el objetivo de proporcionar soluciones personalizadas y con el uso de mucho conocimiento. Análisis de datos, big data, inteligencia artificial, drones, servicios de imágenes, robots, automatización, operación remota, nanotecnología, biotecnología, materiales avanzados y funcionales ya forman parte del día a día de muchas de estas empresas.

El mercado regional es lo suficientemente grande como para proporcionar oportunidades para que las pequeñas empresas prueben y validen soluciones, refinen modelos de negocio, alcancen una escala comercial y adquieran experiencia en el mercado. Las pequeñas empresas también se benefician de las externalidades de sus contratistas, a menudo las empresas ya establecidas, con la entrada internacional y acceso a mercados y redes de contacto que crean oportunidades para que las pequeñas empresas puedan comercializar sus productos y servicios en otros mercados y, eventualmente, se conviertan en pequeñas multinacionales.

Muchas iniciativas innovadoras ya están en marcha en países de la región, incluyendo Argentina, Brasil y Chile. Por ejemplo Agtech Valley, en el interior de Sao Paulo, se percibe como el semejante de Silicon Valley para la agroindustria del subcontinente.

El sector primario está contribuyendo al fortalecimiento del ecosistema de innovación de la región, que a su vez está enriqueciendo y valorando las cadenas de producción de productos básicos, con muchas soluciones "incorporadas" en una tonelada de cobre o soja.

Aún más alentadoras son las pruebas de que muchas de estas innovaciones se están adaptando y utilizando en la industria manufacturera y en los servicios, fomentando un círculo más amplio y virtuoso de productividad, competitividad y creación de valor y proporcionando flujo al crecimiento de las medianas empresas.

El mercado de venture capital de la región se encuentra en pleno crecimiento y cuenta con el interés de grandes inversores internacionales, que ya han identificado la propuesta de valor de varias pequeñas empresas y su potencial para escalar sus soluciones.

Este movimiento también está creando oportunidades para que las universidades y los centros de innovación participen en agendas del tipo "mission-oriented innovation", estimulando un rico proceso de generación de conocimiento, ideas y de atracción a jóvenes talentos.

La fase positiva de la agenda de innovación de la región nos permite ser optimistas y quizás más ambiciosos para hacer de este sector un motor para un crecimiento sostenido. Pero para alcanzar todo el enorme potencial, se requerirá un mayor desarrollo de redes integradas para startups, aceleradoras y fondos de inversión. También deberemos fortalecer y modernizar la regulación de los mercados de capitales para atraer más recursos y fomentar la creación de nuevos fondos de venture capital, y promover legislaciones que favorezcan el vínculo entre universidades y empresas.

El avance de esta agenda consolidará los centros de conocimiento y generará externalidades que ayudarán a fomentar la prosperidad y luchar contra la pobreza en la región.

(*) Vicepresidente de CAF –Banco de Desarrollo Para América Latina, para el Sector Privado.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados