OPINIÓN

Los republicanos y su relación con los trabajadores

Los efectos de las medidas de asistencia a las familias.

Foto: Pixabay
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¿Acaso el Partido Republicano, que desde finales del siglo XIX ha sido defensor de los intereses de las grandes empresas y ha intentado mantener los salarios bajos, de repente se volvió populista? Algunas de sus nuevas estrellas podrían hacernos creer que es así. Por ejemplo, después de las elecciones de 2020 el senador Josh Hawley dijo que debían “ser un partido de la clase trabajadora, no de Wall Street”.

Lo cierto es que, aunque los republicanos han atacado en tiempos recientes a algunas empresas, al parecer su malestar con los grandes corporativos no tiene nada que ver con el tema económico. Más bien, están muy molestos porque algunas empresas estadounidenses han expresado un apoyo moderado a la igualdad social y su oposición a la supresión del voto.

Eso sí, no les molesta en absoluto que muchas empresas paguen muy pocos impuestos (o nada) y les paguen mal a sus empleados. En esos temas, la postura del Partido Republicano es la misma de siempre: está a favor de recortes fiscales que benefician a las empresas y a la gente adinerada, y en contra de cualquier acción que busque mejorar la vida de los trabajadores comunes y corrientes.

El ejemplo más reciente de esta postura es la presión que ejercieron los republicanos para ponerle fin a las prestaciones por desempleo con pagos adicionales que han sido el sostén de millones de familias estadounidenses durante la pandemia, aunque el desempleo todavía es muy elevado. Varios estados controlados por los republicanos han solicitado que se elimine el suplemento de 300 dólares a la semana entregado conforme al Plan de Rescate Estadounidense, a pesar de que hacerlo signifique para los estados rechazar dinero gratis que ayuda a impulsar su economía (el gobierno federal paga por completo ese suplemento).

¿Y quiénes han insistido en que se hagan recortes drásticos a la asistencia para los desempleados? Nada menos que la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Que alguien me explique por favor cómo pueden decir que el Partido Republicano se ha convertido en un partido de la clase trabajadora y antiempresas.

Antes de hablar de los problemas fundamentales, me parece importante recalcar el contexto histórico que hay detrás, es decir, que los republicanos siempre se han resistido a ayudar a los desempleados, sin importar en qué estado se encuentre la economía.

En 2011, cuando la economía todavía sufría una profunda depresión tras la crisis financiera de 2008, los dirigentes republicanos criticaron los beneficios por desempleo porque, según ellos, alentaban a la gente a “quedarse en casa a ver la televisión”.

También el verano pasado, cuando una nueva oleada del coronavirus obligó a gran parte del país a estar en confinamiento de nuevo, el senador Lindsey Graham declaró que “primero muertos” antes que permitir que se prolongara la aplicación de las prestaciones por desempleo con pagos adicionales.

Solo menciono estos dos episodios previos para desengañar a los lectores que crean que el ataque actual en contra de los desempleados es una respuesta de buena fe a algún fenómeno real experimentado en la economía. El Partido Republicano siempre ha estado decidido a hacerle difícil la vida a los desempleados, independientemente de las condiciones económicas imperantes.

Aclarado el punto, analicemos si de verdad es cierto que ofrecer beneficios relativamente generosos reprime la recuperación económica porque hace que los estadounidenses no quieran aceptar los empleos disponibles.

Según los datos revelados en el informe sobre empleo de la semana pasada, existe un consenso bastante generalizado entre los investigadores económicos en cuanto a que las prestaciones adicionales ofrecidas durante la pandemia no producen una reducción significativa del empleo. En especial, la conclusión del programa de asistencia de 600 dólares por semana iniciado en marzo de 2020 no produjo ningún aumento observable en el empleo en total; en particular, cuando se suspendió la ayuda, los estados con salarios bajos, en los que las prestaciones deberían haber sido un gran incentivo para rechazar ofertas de trabajo, no experimentaron un alza más pronunciada en el empleo que los estados con salarios más altos.

No obstante, el 8 de mayo, la Oficina de Estadísticas Laborales anunció que la economía estadounidense sumó solo 266.000 empleos en abril, mucho menos del millón de nuevos empleos que por consenso se esperaba alcanzar. ¿Será esta una prueba de que la economía en realidad trae un lastre porque les “pagamos a las personas para que no trabajen”?

No. Por una sencilla razón: nunca debemos sacar conclusiones con base en las estadísticas de un solo mes, en especial en una economía que todavía está distorsionada por la pandemia. Por ejemplo, ese número bajo se “ajustó para reflejar la variación estacional”. De hecho, sí se sumaron más de un millón de empleos; sin embargo, ese organismo hizo una corrección a la baja porque la economía por lo regular suma muchos empleos durante la primavera. Se trata de una práctica normal y adecuada, pero debemos preguntar: ¿Acaso esta es una primavera normal?

Además, si las prestaciones por desempleo en realidad obstaculizaran el repunte del empleo, lo lógico sería observar peores estadísticas en las industrias que ofrecen salarios bajos, porque en ese caso las prestaciones son altas en comparación con los salarios. Pero el patrón en realidad está al revés: se sumaron muchos empleos en los sectores con salarios bajos, como los de esparcimiento y hostelería, y se perdieron en sectores con salarios altos, como los servicios profesionales.

No quiero darle mayor importancia de la que tiene, pues otros elementos influyen ahora que la vida comienza a regresar poco a poco a la normalidad, aunque el número de empleos en realidad refleja la situación de mediados de abril, muy pronto para observar las repercusiones de los marcados avances recientes contra la propagación del coronavirus. Sin embargo, todo parece indicar que los datos no sustentan esa supuesta relación desempleo-beneficios.

¿Entonces, qué sucedió en realidad? No sabemos. Es posible que haya sido una aberración estadística, o que varios factores, tan distintos como la escasez de chips para computadora o la falta de guarderías, le hayan impedido crecer a la economía. La actitud prudente es esperar unos meses para tener más datos, no apresurarnos a suspender una ayuda financiera crucial para millones de familias.

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