OPINIÓN

Licencia para la madre, y el padre también

Por qué algunos países se están moviendo a extender y promover la licencia paternal en lugar de extender la licencia maternal.

Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Esta es la primera columna que escribo desde que tuve mi primera hija hace tres meses. He estado desde entonces en licencia maternal, trabajando día y noche en nutrir y cuidar de nuestra recién nacida. Este periodo ha sido de puro reconocimiento a las bondades de tener licencia maternal paga. Hoy parece increíble pensar que fue un tema de disputa en tantos países por tanto tiempo.

Pero también he sido testigo de los beneficios de la licencia paternal “generosa”, algo menos común. Mi marido tuvo ocho semanas (política de su empresa, no del país donde trabaja), lo que le ha permitido ocuparse de nuestra hija en iguales condiciones (excepto la lactancia, claro). Esto además tiene efectos duraderos según la literatura, donde los padres que tomaron licencia paternal mantienen un rol más activo en el cuidado de los hijos tiempo después. También ha sido de mucha ayuda para mí, para tener un descanso o incluso hacer un poco de trabajo, como escribir estas líneas.

La lógica detrás de la introducción de la licencia maternal paga era clara: que las mujeres pudieran ocuparse del recién nacido, alejarse del mercado laboral por un tiempo determinado, y luego poder volver a la vida profesional sin consecuencias.

Sin embargo, la realidad mostró tener matices.

La licencia maternal tiene un efecto positivo en el empleo femenino. La introducción de dicha licencia ha ayudado a que las mujeres se mantuvieran más en el mercado laboral. Pero aún son ellas —nosotras— quienes siguen pagando el costo de la maternidad de forma desproporcionada.

La licencia maternal es una política fantástica y claramente necesaria —dado el monstruoso trabajo de cuidar a un recién nacido—, pero salir del mercado laboral relativamente mucho más que el padre (que generalmente tiene unas dos semanas de licencia, con suerte) pone a la mujer en desventaja. ¿Por qué? Las empresas (y los jefes) son racionales: Si las mujeres son quienes más se ocupan de los hijos, entonces eso implica menos horas en la oficina, más salidas temprano, menos horas extra. En contrapartida: menor incentivo a invertir en entrenar a mujeres, a darles más responsabilidades y a promoverlas. Muchas veces, mientras que el padre obtuvo un ascenso la madre está en licencia maternal. Es precisamente en el momento en que las mujeres empiezan a tener hijos que su trayectoria laboral, y sus ingresos, se desacopla de los hombres. (1) Así, pagan el costo de tener hijos no sólo por ser mujeres, sino por estar más tiempo fuera del mercado laboral.

Por esto, muchos países han comenzado a actualizar sus políticas, desde una visión de extender la licencia maternal a una de extender y promover la licencia paternal.

La licencia paternal tiene beneficios para la madre, los hijos y los padres.

En parejas donde el padre se ocupa más del cuidado de los hijos, las mujeres tienen más facilidad de volver a su trabajo y un menor efecto en su salario. También hay evidencia de efectos secundarios en otros aspectos de la vida familiar, efectos positivos en la estabilidad y fertilidad de la pareja (2). Además, la evidencia —aunque todavía incipiente— muestra resultados educativos positivos en los hijos, en particular las niñas.

Pero el status quo no es fácil de cambiar. Donde se han introducido políticas de mayor licencia paternal, se ha visto que el hombre no la toma. Si las parejas tienen la posibilidad de dividir la licencia, igual recae sobre la mujer. Algunos dirán que es porque la mujer es quien da de mamar. Cierto.

Pero la lactancia es una recomendación, no una obligación. De hecho, muchas mujeres no pueden hacerlo, o no pueden alimentar a sus hijos exclusivamente a leche materna. En Francia por ejemplo las mujeres dan de mamar por períodos bastante más cortos que en otros lados (por decisión propia), demostrando que esto no es condición necesaria; el padre es igual de capaz que la madre de preparar y dar una mamadera. Además, la licencia paternal no tiene por qué tomarse exclusivamente los primeros días del recién nacido (cuando la leche materna es más importante). Puede ser muy útil que el padre se tome licencia cuando la madre vuelve al mercado laboral, por ejemplo. La cultura está cambiando poco a poco, pero todavía hay mucha presión social y tomarse licencia paternal está mal visto.

Lo económico también pesa. Como en general es el hombre quien gana más, entonces es menos perjudicial para la economía familiar que quien sacrifique su trabajo sea la mujer. Pero esto deviene precisamente en un ensanchamiento de la brecha salarial entre el padre y la madre. Por ello, muchos países han comenzado a poner incentivos, como por ejemplo que la pareja en su conjunto obtenga mayor licencia siempre y cuando el padre se toma al menos cierto número de días o porcentaje de la licencia total. Y el empujoncito está dando resultados, con los países nórdicos a la cabeza. Al fomentar que el padre tome más licencia, la brecha entre la salida laboral de la madre y del padre se reduce, un primer paso para solucionar el problema.

Más allá de todos los argumentos mencionados arriba, hay algo que no puedo dejar de pensar: ¿Cómo es que los papás no se indignan por no poder pasar más tiempo con sus hijos recién nacidos? ¿Cómo es que no pelean por una licencia similar a las de las madres? Tal vez tengo un sesgo por mi experiencia, pero estos cuestionamientos me parecen obvios. Extender la licencia paternal no sólo beneficiaría a las mamás y a los hijos, sino también a los papás. ¿Para qué tenemos hijos si no es también para pasar tiempo con ellos?

1)https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/app.20180010
2)https://annesophielassen.github.io/pages/working_papers/Leave_Litreview_IZA_DP.pdf

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados