OPINIÓN

Lecciones aprendidas en Ghana

Las intervenciones grupales y altamente protocolizadas para bajar el costo de aplicación pueden ser un camino a explorar.

Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Salir de la pobreza implica superar barreras psicológicas. En Ghana diseñaron un programa en esa línea. Terapia cognitiva comportamental a personas de contexto crítico. Aplicado a todos, no solo a los que tenían problemas de salud mental. Fue muy efectivo.

Investigadores de London School of Economics y de las universidades de Chicago, Northwestern y Ghana acaban de publicar los resultados de su investigación. Apareció en el número de diciembre de American Economic Review: Insights. “Cognitive Behavioral Therapy among Ghana’s Rural Poor”.

Terapia cognitiva comportamental

Los investigadores comienzan explicando en qué consiste esta terapia. La premisa fundamental es que los individuos responden a estímulos, muchas veces de manera automática. Y estas respuestas automáticas están sujetas a distorsiones cognitivas. Terminan afectando la manera en que las personas se ven a sí mismas, a otros, y a su futuro. Las terapias cognitivas comportamentales buscan ayudar a reconocer y cuestionar nuestras respuestas automáticas.

Pensemos en las personas que viven en una situación de pobreza. Continuamente reciben estímulos negativos. Pueden desembocar en distorsiones de la realidad. ¿Un ejemplo? Un niño que nace en una familia pobre e interpreta que en casa tienen poco dinero porque son un hogar con poco talento humano. Esto terminaría produciendo un estrés tóxico en la persona. ¿Otro ejemplo? Alguien que vive en una población rural pobre y tuvo una mala cosecha. Podría pensar: “mis esfuerzos son siempre en vano, no valgo nada”, cuando en realidad el problema fue simplemente que llovió poco. En definitiva, los pobres enfrentan muchas veces “estímulos” negativos (desempleo, mala cosecha…) que pueden distorsionar la realidad. Esto desemboca en problemas de salud mental.

Manual paso a paso

La terapia cognitiva comportamental puede ayudar a prevenir estos problemas de salud mental. Gracias a esta terapia, la persona se da cuenta que está interpretando una dificultad pequeña como si fuera una catástrofe. En suma, la terapia ayuda a identificar cómo estamos respondiendo ante los estímulos estresantes y a “bajar un cambio”. Entrenarse en esto es útil para todos, nos sólo para los que tienen problemas de salud mental.

La existencia de manuales altamente protocolizados hace posible que la terapia cognitiva comportamental se aplique también fuera del ámbito clínico. Por ejemplo, se puede aplicar en talleres grupales, liderados por personas que, con un conocimiento muy básico —no necesitan ser Doctores en Psicología—, siguen un manual. Así el potencial de este enfoque es enorme, porque termina siendo de bajo costo por persona.

Aplicaciones de esta terapia de manera grupal ya se probaron en países de bajos ingresos, con personas que padecían desórdenes de ansiedad, o con mujeres que sufrían depresión perinatal, u otros que sufrían estrés postraumático. El resultado fue muy positivo.

El equipo de Ghana en acción

Reclutaron a 40 personas —trabajadores sociales, psicólogos, egresados de ciencias sociales, entre otros— para administrar el programa. Los capacitaron durante dos semanas.

El programa de terapia cognitiva comportamental consistía en 12 sesiones semanales de 90 minutos. Las sesiones eran grupales (10 individuos en cada grupo, provenientes de comunidades pobres). Las 12 sesiones cubrían cuatro módulos: pensamiento saludable, resolución de problemas en casa y en el trabajo, manejo de las relaciones sociales, y fijación de metas. Cada “alumno” se llevaba “tareas” para hacer durante la semana, poner en práctica lo que aprendió. A la semana siguiente se trabajaba sobre cómo les fue en esas tareas.

El experimento

Los investigadores centraron su estudio en 40 de las comunidades agrarias más pobres del centro y norte de Ghana. En total, fueron unas 7.300 personas que vivían debajo de la línea de pobreza las que participaron de este estudio. Al azar, los investigadores formaron dos grupos. Uno de ellos —integrado por 1.300 personas— recibiría el programa de terapia cognitiva comportamental. El otro grupo —6.000 personas— no recibirían ninguna terapia.

Antes de comenzar el programa, entrevistaron a cada individuo de los dos grupos. En ambos encontraron con que estas personas pobres son realmente vulnerables al estrés psicológico: más de la mitad reportaba síntomas. Y otro descubrimiento interesante: una buena proporción de los que muestran síntomas de estrés psicológico, unos meses antes no reportaban estrés. La enseñanza de esto es que es necesario prevenir: la terapia cognitiva comportamental no es sólo para los que tienen problemas de salud mental, sino para los que hoy no tienen, pero quieren prevenirlo.

Al final del programa, se compararon los resultados de los dos grupos en cinco dimensiones: salud mental; salud física; habilidades socioemocionales; habilidades cognitivas; y autopercepciones económicas.

Descubrimientos

El grupo de 1.300 personas que fueron invitadas a participar del programa de terapias mejoró significativamente en salud mental. Y otro descubrimiento interesante en esta línea: la salud mental mejoró tanto para los que padecían de estrés psicológico al momento de comenzar el programa, como para los que estaba sanos, pero iban a terminar mal: funcionó la prevención.

También mejoraron en la salud física, en habilidades cognitivas y socioemocionales, y en la percepción del status económico personal; una cierta medición de autoestima.

Recordemos los desafíos de salud mental que tenemos en Uruguay y la escasez de tratamiento disponible. Las intervenciones grupales y altamente protocolizadas para bajar el costo de aplicación pueden ser un camino a explorar.

(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales (Universidad de Montevideo).

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados