OPINIÓN

La inflación local y la influencia mundial

La inflación en todo el mundo, particularmente en los desarrollados, tiene orígenes monetarios, pero también actúa el fenómeno de la escasez relativa de la oferta.

Foto: Getty Images
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La tendencia declinante del aumento del nivel general de precios en nuestro país, que se iniciara en mayo del año pasado cuando la inflación de doce meses fuera 11,05%, se revirtió en mayo cuando llegó a 6.,64%. Cinco meses después, en octubre, fue 7.89%.

Ese comportamiento, que describe una trayectoria actualmente ascendente, preocupa en general y, en particular, al Banco Central como se desprende del comunicado oficial de hace unos días tras la última reunión del Comité de Política Monetaria. Se trata de un comportamiento inflacionario que es difícil de explicar si solo se consideran razones de política monetaria local.

En efecto, sobre la evolución de la inflación desde comienzos del año 2020 hasta hoy, han influido, y seguirán influyendo, factores de naturaleza interna y otros de origen externo, en este caso tanto monetarios como reales, que tienen repercusiones sobre los precios locales.

Factores externos

La pandemia del coronavirus y las medidas que se tomaron por gobiernos, empresas y personas a nivel mundial provocaron una fuerte caída, del orden de dos dígitos, del nivel de actividad económica de la mayoría de los países desarrollados, de los mayores productores del mundo y de todos los emergentes.

Para reducir los efectos adversos de esa situación sobre el empleo y el deterioro del bienestar general hubo, por el lado macroeconómico, un aflojamiento fiscal tanto con expansión del gasto público como por moderación de la tributación. Y, además, una política monetaria sumamente expansiva que ha ido más allá de tasas de interés nulas como referencia de bancos centrales y que, en algunos casos son hasta negativas en términos nominales.

El objetivo fundamental de las políticas monetarias de los distintos países pasó de buscar el balanceo entre actividad y precios con el objetivo de lograr el crecimiento y el empleo natural de cada economía con baja inflación, a concentrarse exclusivamente en la recuperación de la demanda y de la producción y el empleo.

La recuperación de la actividad productiva mundial a niveles en el entorno de los previos a marzo de 2020 y que se viene dando ante una pandemia que ha cedido, encuentra desde hace ya varios meses un contexto de bajos inventarios debido a la anormalmente insuficiente actividad de varios trimestres, para responder a una demanda que se presenta ahora más normal y creciente. La respuesta a esa demanda es con recuperación de la producción y del empleo, como se desprende de la información disponible, pero, también y como ocurre siempre que la demanda supera a la oferta, con alzas significativa de precios que luego se reducen con la normalización de la oferta al transcurrir el tiempo. Alzas de precios que superan largamente los objetivos inflacionarios que se fijaran ya antes de 2020 para reprimirlos con acciones monetarias contractivas, y que siguen siendo los actuales.

En Estados Unidos, por ejemplo, el objetivo de máxima inflación para tomar medidas monetarias por la Reserva Federal es 2% y, sin embargo, desde hace ya varios meses, el aumento de precios supera ese registro y ha llegado en los doce meses hasta octubre, a 6,2% sin que se haya aflojado el programa de expansión monetaria adicional —con operaciones de mercado abierto de compra de títulos—, a una tasa de referencia de su política monetaria prácticamente nula. Cabe señalar que no es ese solamente el caso de un país con tasas de inflación largamente superiores a las marcadas como máximo tolerable antes de hacer más restrictiva a la política monetaria. También en los países de la Eurozona, el Banco Central Europeo sigue permitiendo el exceso inflacionario sin acción y no menos llamativa es la situación de Japón que, con inflación después de varios años de deflación, no modifica su política monetaria de tasa de interés de referencia del Banco de Japón, negativa en términos nominales.

La inflación en todo el mundo y en los países desarrollados en particular tiene orígenes monetarios, pero también sobre el aumento de precios actúa, al menos transitoriamente, el fenómeno de la escasez relativa de la oferta para satisfacer a una demanda que se recupera tras varios trimestres de depresión. La respuesta la vemos en el aumento de los precios de bienes finales, pero también de insumos intermedios y de materias primas y la reflejan y agravan los problemas logísticos que se presentan cuando se despierta la demanda mundial tras la depresión provocada por un factor exógeno relativamente extenso desde el punto de vista temporal.

En Uruguay

En nuestro país, la política monetaria ha sido expansiva durante el lapso duro de la pandemia que llevó a una actividad productiva baja y caída en el empleo. Luego se ha ido acomodando; se ha hecho menos expansiva de modo de prestar más atención al comportamiento inflacionario. Este comportamiento viene siendo afectado por cambios en la relación de precios. Crecen más los transables, pese a la estabilidad del tipo de cambio, debido a lo que ocurre con los precios externos antes mencionados.

Los precios de los no transables como salarios, tarifas y otros por el estilo se mueven con rezago notorio respecto a los precios de los bienes y servicios que pueden ser comerciables con el exterior: exportables y sustitutivos de importaciones. Tanto el análisis de los componentes del índice de precios al consumo como los del índice de precios al productor, en particular este último, reflejan lo señalado. El aumento de precios de los últimos cinco meses se debe más a factores externos que a la política monetaria local.

Es muy probable que la inflación comience a declinar en términos de doce meses cuando progrese la regularización de la oferta mundial a la demanda global y con ello se desaten fuerzas normalizadoras de los precios internacionales.

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