ENTREVISTA

¿Qué impacto tendrá la suba de tasas internacionales en el crédito local?

Gailey: adquirir acciones de Paigo y Prex no fue una operación financiera para ITAU; la banca debe procurar llegar a otros públicos.

André Gailey - Gerente General de Itaú en Uruguay y CEO regional para nuestro país, Argentina y Uruguay
André Gailey - Gerente General de Itaú en Uruguay y CEO regional para nuestro país, Argentina y Uruguay

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El proceso de suba de tasas de interés a nivel internacional no tendrá un impacto significativo en el mercado de crédito local, afirmó André Gailey, principal ejecutivo del banco Itaú en Uruguay. “Vamos hacia un cambio de ciclo de las tasas, pero con mucho menos impacto en términos de tasas de interés y volatilidad en los países emergentes en comparación en el pasado”, subrayó. Dice que el desafío actual en el país es incrementar la adopción de tecnologías. Recientemente Itaú concretó la adquisición de un 30% de las acciones de dos empresas fintech uruguayas. La incorporación de Prex y Paigo al “ecosistema Itaú” no es, a juicio Gailey, una inversión financiera, sino estratégica para la expansión de la banca en ese ambiente de negocios. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo calificaría el momento del negocio bancario en Uruguay?

—Veo dos aspectos muy positivos del escenario general que inciden en la banca. El primero es una apertura al crecimiento, un gobierno con intención de modernizar el país, promoviendo inversiones en un contexto donde los empresarios parecen tener más confianza. Esto lleva a una mayor demanda por el crédito, impulsada también por más inversiones e interés de los extranjeros a instalarse en el país. Y este flujo de entrada de recursos y flujo de inversión genera oportunidades para la banca. El segundo aspecto a destacar viene de la digitalización, donde se puede escalar una operación, incluso expandir en una estrategia de inclusión financiera más fuerte, más potente, con bajos costos.

—¿La digitalización les permite minimizar los desafíos de la escala del mercado?

—Claro, tenemos el desafío de la escala, que no hay como cómo cambiarlo. Pero la digitalización es una compensación parcial de esa realidad. Hay una cuestión de estructura, de costos fijos, así como una inercia inflacionaria que existe en el país y en especial en la banca, que torna más desafiante seguir invirtiendo y creciendo. Para que este cambio avance también es necesario un proceso de modernización de la regulación bancaria que permita el uso de nuevas tecnologías, como por ejemplo el almacenamiento en la nube y soluciones de apertura de cuentas. Todo cada vez más digital. Es necesario también nivelar el campo en relación a las exigencias para los bancos y para los nuevos jugadores no bancarios, que están creciendo en todos los mercados. Estamos en el camino de capturar esas oportunidades que ofrece el mercado.

—El año 2021 cerró con un incremento de los créditos, en especial al consumo. ¿cómo se comportó el primer trimestre de 2022?

—En 2021 cerró al alza, en un mercado post pandemia donde las personas y las empresas tuvieron más confianza. Por otra parte, los primeros efectos de la guerra en los rubros de exportación del Uruguay han llevado a mantener altos los ingresos por la suba en los commodities. Eso impulsa el crecimiento del país y lo vemos reflejado en el mercado de crédito, que seguramente seguirá creciendo.
Por ejemplo, hay una fuerte demanda del crédito hipotecario. Vemos un crecimiento importante en la demanda de autos también. Y lo mismo con el crédito de corto plazo para compra de electrodomésticos o gastos en general. Un crecimiento en la volumetría de tarjetas de crédito y débito, es parte también de ese comportamiento positivo del que hablamos.
En materia de créditos corporativos destinados a la inversión hay ambiente muy favorable. Esta nueva aceleración de la economía ya se manifiesta a través de la demanda de quienes quieren expandir su producción o aumentar su capital de giro para adquirir más stocks. El sector agropecuario también incrementó su demanda de crédito. Todos los rubros están teniendo un nuevo impulso. A esa demanda interna por créditos en aumento se suma el interés que despierta el país en inversores externos.

—Una de las características de la coyuntura ha sido la posibilidad de tomar crédito con costos muy competitivos, gracias a las bajas tasas de interés. Ahora que esa tendencia comienza a cambiar, ¿cómo afecta?

—Cuando pensemos en tasas de interés, debemos hacerlo en tasas de interés real, o sea, descontada de la inflación. Y la tasa de interés real en pesos sigue y seguirá muy baja, porque la inflación está alta, de manera que las personas tendrán más ingresos, las empresas tendrán más ingresos, lo que compensa la suba de la tasa; por tanto, no será un inhibidor de la toma de crédito, porque en términos reales sigue siendo una tasa muy competitiva.
Y en dólares también, seguimos con la tasa de interés muy competitiva en términos reales en dólares, de manera que creemos que aún estamos en un momento de incentivo a la toma de recursos y la inversión tanto en pesos como en dólares.
Cuando miramos lo que es la tasa de interés real histórica de Uruguay y del mundo a lo largo de los últimos años, vemos como positiva la suba de la tasa, porque por un lado va a controlar más la inflación, mientras que, por el otro, no llegará a ser un inhibidor del crecimiento de la inversión. El impacto es muy pequeño. No cambia al mercado ni la demanda del mercado, la decisión de consumir o invertir de las personas o las empresas.

—El BCU tiene dos frentes que le preocupan en especial. Por un lado, la necesidad de anclar las expectativas de inflación a niveles más cercanos a lo deseable. Por otro, el proceso de desdolarización. ¿Qué espera de estas estrategias?

—En relación a la inflación, coincidimos con el Banco Central en sus intenciones. Es muy importante reaccionar en un momento de mucha presión interna y externa. Confiamos que, superada esta coyuntura particular, se puedan encauzar los precios. En cuanto al tipo de cambio, depende más de la de la entrada y salida de inversionistas. Hay un fuerte ingreso de dólares y eso se refleja en una presión de valorización para el peso.
La gran preocupación a nivel global es el resultado de las políticas de la reserva Federal de Estados Unidos y otros bancos centrales. Pero vivimos un momento donde hay mucho menos deuda en dólares en países como Uruguay y el nivel de dependencia de la inversión extranjera es menor. Creemos que los países están mucho más estables institucionalmente que en otros momentos de mayor incertidumbre. Vamos hacia un cambio de ciclo de las tasas, sí, pero con mucho menos impacto en términos de tasa y volatilidad en los países emergentes en comparación en el pasado.

—Volvamos a la escala del mercado local, una limitante que muchas veces lleva a que los agentes movilicen fuera, volúmenes de recursos más importantes de lo que desearían, como forma de obtener rentabilidad. ¿Qué hacer, en ese sentido?

—Uruguay tiene un ahorro acumulado relevante. Y esto no es algo que tienda a cambiar; el país tendría que invertir muchísimo más, para que creciera el crédito en relación con el PIB. Hay cuestiones vinculadas con la edad de la población, la cultura del ahorro, el tamaño de las inversiones… cambiar eso lleva un proceso largo, gradual, que hay que incentivar. Uruguay necesita que esos ahorros financien el crecimiento local. Hay un movimiento positivo en el país en estos momentos para provocar cambios, pero llevará tiempo.

—Hay reglas de juego que fueron pensadas para la banca tradicional. ¿Son muchas limitantes aún para el desarrollo de la banca digital?

—Vemos mucha apertura del Banco Central para ajustar las reglas que permitan fomentar el desarrollo de la banca digital. El Central está primero aprendiendo con lo que está pasando en otros países, para hacerlo con menos riesgo. Lo positivo es que la agenda sigue evolucionando de parte de los bancos.
Hoy nos interesa invertir en transferencias instantáneas y que ese mercado sea cada vez más relevante en Uruguay. Por el lado del gobierno, hay interés en desarrollar el uso de soluciones más sencillas, tecnológicas como el cloud, que es fundamental para la para la competitividad del sistema financiero, en cuanto a flexibilidad y agilidad de desarrollo.

—¿Cuáles son los aspectos regulatorios que sería conveniente ajustar?

—Los dos puntos más importantes son, primero facilitar la infraestructura de la información y poder tener los sistemas de los bancos en la nube. Segundo, las reglas de seguridad de la información para que se siga protegiendo al consumidor, manteniendo la buena experiencia de operar a nivel digital, pero con nivel de riesgo ajustado. Sabemos que hay muchos riesgos de fraude y demás, pero no podemos crear un mundo donde le sea difícil operar a los clientes. Hay que tener una sintonía fina, donde se evalúen bien las condiciones.

—Su banco tiene un nivel alto de digitalización en las transacciones y de ventas por canales digitales. ¿Cuál es la tasa de operación digital sobre el total?

—Lo que se ha logrado aquí es uno de los mejores niveles de América Latina. Estamos entre 80 y 90% de digitalización de nuestra operación en términos de transacciones. O sea, ocho en cada diez transacciones que los clientes hacen son realizadas por medio de los canales digitales.
Es la mejor tasa de la región de digitalización. En Uruguay hemos podido avanzar mucho. La estrategia del banco fue, primero, vamos a usar la tecnología para transformar el banco del ladrillo en un banco digital. Ahora miramos hacia una segunda etapa, que es cómo podemos utilizar la tecnología para hacer nuevos negocios, para expandir el banco en sectores donde no estaba de antes.

—Ante el avance de la operativa digital a través del impulso de las fintech, algunos bancos optaron por diseñar sus propios modelos de negocio a nivel digital. Otros, han decidido adquirir compañías de ese perfil. Este segundo camino es el que eligió Itaú en Uruguay…

—Así es. Itaú hecho una inversión aún minoritaria, del 30% en dos fintech uruguayas, Prex y Paigo, con la percepción de que tienen un diferente ambiente de desarrollo, son mucho más ágiles, más sencillas, muy enfocadas en el cliente y pueden crecer en una velocidad diferente, mucho más rápida que la banca tradicional, por más digital que esta sea. Son potenciales vehículos de crecimiento para el banco, no solo dentro de Uruguay. Hay una parte importante de la población que hasta ahora no la atendimos, y a la que se llega a través de esas plataformas.
Son empresas de gran calidad, serán sumamente relevantes para la transformación de nuestra banca tradicional.
Esta es no es una inversión financiera, es una inversión estratégica donde queremos apoyar el crecimiento de Prex y Paigo que pueden ser grandes fintech latinoamericanas. En ese sentido, el banco tiene el interés de evaluar el potencial crecimiento de su participación en las compañías. Pero, por otro lado, Itaú tiene una política de inversión en otras fintech y lo va a seguir haciendo, porque creemos que hay muchos tipos de público, muchos países distintos y diferentes modelos de negocios y necesitamos testear, saber lo que el consumidor puede elegir como su preferencia y como la solución de futuro para para sus diferentes necesidades financieras.

—¿Esas adquisiciones les permitirán expandirse vía fintech en otros países de la región?

—La estrategia es primero crecer en Uruguay, pero también en otros países donde no tenemos presencia en los públicos donde este tipo de compañías tienen mayor penetración. Además, ambas firmas, de por sí, ya tenían planes de expansión en la región.

—¿Cuál es la ventaja que percibirá el cliente bancario tradicional de la suma de estas dos plataformas?

—Que cada vez será más sencillo hacer transacciones entre las empresas del ecosistema de Itaú, facilitando la vida de los clientes. Quienes operan con Prex y Paigo, además, podrán acceder a beneficios y productos que Itaú hoy ofrece solo a sus clientes. Entonces, hay una expansión potencial de los productos que son ofrecidos a los clientes de estas empresas, lo que genera sinergias operacionales que permitirá a estas empresas crecer aún más rápido y con aún más fuerza.

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