Juan Sánchez

Había una vez un país conservador

En una columna anterior (12/01/2015) nos explayábamos sobre la posibilidad de aplicar más lógica, más matemática a la planeación de actividades de gran impacto para el bienestar de la sociedad (movilidad urbana, aprovechamiento de los recursos para generar energía) de un modo diverso del que tradicionalmente lo hacemos.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
El gran desarrollo eólico. Foto: Archivo El País

Esta forma de pensar de un modo más lógico y distinto al tradicional suele ser un problema de mayor cuantía que el que logramos ver. No hay actividad más ajustada a nuestra idiosincrasia que el deporte del fútbol, la forma de practicarlo, de entenderlo. El modo de jugarlo dice en ocasiones cómo llevamos al extremo de lo ridículo algunas facetas más conservadoras de esa idiosincrasia.

Esta idiosincrasia nos hace defender premisas poco comprensibles, en ocasiones por falta de visión de largo plazo, en otras porque los intereses creados han generado una barrera de tal opacidad que cuesta ver la realidad tal cual es. En el caso del transporte urbano nos animamos a decir que los intereses particulares, de grupos de poder y también empresariales, han llevado a soluciones muy lejanas del óptimo hace rato y que el problema ya a esta altura toma ribetes ridículos. En el caso de la energía se dan puntos en común y una lógica similar pero lo avanzado en estos años hace vislumbrar el futuro con mayor optimismo.

Soluciones reales.

En Singapur una solución individual a la movilidad urbana es un lujo que pocos de nosotros podríamos darnos con un costo real estimado entre US$ 100 y 200 mil, más que lo que a nosotros nos cuesta la vivienda.

En este caso se trata de un país pequeño con singularidades institucionales pero con aspectos interesantes en la forma de planificar los servicios públicos. No es asimilable exactamente al caso de Uruguay y más vale mirarse en soluciones que se dan en Europa.

En Alemania la solución "barata" de la Energía Atómica tiene fecha de vencimiento y a pesar de la escasa radiación solar, el Estado promovió su desarrollo para la diversificación de su matriz. Como contrapartida, en Uruguay el soporte térmico al sistema ha sido un negocio de dudoso retorno pero hasta ahora se ha sustentado en razones "técnicas".

Mientras en Europa durante mediados y fines del siglo XX se aplicó una lógica de optimización de los recursos a largo plazo con soluciones que priorizaron el colectivo por encima de la solución individual (transporte, energía), en América Latina en general y Uruguay en particular se optó por enfoques más liberales que de hecho fueron desactivando o desarticulando alternativas de movilidad urbana que se habían inspirado originalmente en países europeos para ir dando cabida a "soluciones de mercado" según coyuntura pura y dura.

Mentes "brillantes".

En América Latina y, en particular en Uruguay, prevaleció la visión más "americana" que también se reflejaba en la Academia y viceversa imponiéndose por sobre las soluciones "europeas", todo esto en el marco de gobiernos más liberales, más ortodoxos, quizás interesándose algo menos en las soluciones óptimas a largo plazo (transporte, energía) y mutando hacia alternativas de menor valor colectivo siguiendo la máxima de que lo más importante era que los subsistemas fueran autosuficientes, salvo ciertos "subsidios funcionales" a esos sistemas.

El consumo per cápita de energía eléctrica en Uruguay pasó en 50 años (1965-2014) de 200 a 3.000 kW/hab. (1), representando la hidráulica el 75% del total en 2014. La variabilidad de este componente es alto pudiendo representar más o menos un punto del PIB si se compara la situación entre un año seco o lluvioso. El transporte se sustenta casi en un 100% con combustibles fósiles y el 70% del consumo final energético de derivados tiene destino en transporte, luego le siguen el agro y el residencial con un 10% cada uno para el año 2014.

La Energía Eólica hoy en Uruguay es una realidad incontrastable; sin embargo y aunque allí vamos, no hemos llegado aún a los niveles deseados, ni al potencial que se puede alcanzar. La estrategia de participación de privados debería continuar y el Estado podría prescindir del esfuerzo de UTE para llevar a cabo los proyectos de generación futuros para alcanzar y superar los 1.300 Mw. Aunque un argumento de cierto peso sostiene que UTE no requiere distraer recursos propios, esto es solo parcialmente cierto y se está retaceando la posibilidad de que más actores (locales y externos) aprovechen de las ventajas de un mercado fluido para la colocación de deuda y otros títulos para financiar estos proyectos, además de dar empleo y generar contratos genuinos que aumenten la inversión extranjera directa hacia Uruguay. De hecho la salida de UTE a bolsa para financiar proyectos de generación no es prioridad del Ejecutivo según entendemos.

Uruguay está recibiendo ofertas de tecnología más avanzadas y diferentes a la que utiliza o aplica hoy, pero no siempre está en condición o disposición de recibirla, para esto se tiene que preparar.

Agregar la necesidad de reforzar la solidez e independencia del sistema en general, interconectar todo el sistema desde cualquier punto de la Red, permitir y promover activamente el avance de la energía solar fotovoltaica y la termo solar para complementar la generación de los subsistemas hidroeléctrico y eólico y reducir al máximo posible la generación térmica. Avanzar en redes inteligentes y reservorios de energía es también un asunto clave cuya tecnología o está disponible o se está desarrollando (saltos de agua, hidrógeno, sistemas de baterías).

Prioridades globales.

En el ámbito regional o mundial se identifican problemas serios de infraestructura (excluyendo Europa y países del Asia y Medio Oriente) según señalan agencias especializadas. Los problemas de infraestructura son generalizados y de envergadura según país y región. América Latina y Uruguay no son ajenos sino parte del Problema.

Según el Foro Económico Mundial, el gasto en infraestructura (transporte, electricidad, agua y comunicaciones) ronda los US$ 2,7 trillones/año, US$ 1,0 trill./año inferior al requerido. Es así que la inversión en infraestructura requerida hasta el año 2030 debería ubicarse en el entorno de los US$ 60 trillones, 25 trillones aproximadamente corresponderían a Transporte, cerca de 10-15 a Energía, una cantidad similar al Agua y otro tanto a Telecomunicaciones (2).

Pasó el año electoral y se superó la etapa de indefinición de las modalidades aplicables para encarar obra pública, además se adelantaron las líneas estratégicas por parte del Ministerio de Transporte a través de un Pipeline de Proyectos que se van a ejecutar en los próximos años. Se espera ciertas definiciones en el área de energía para saber por dónde van a pasar los cambios de la matriz energética en el futuro. El Intendente de Montevideo al menos adelantó la preocupación por abordar seriamente dos temas críticos: la basura y el transporte. Veremos en este caso que está dispuesto a concretar el Ing. Daniel Martínez, porque la verdad es que hay mucho por hacer (3).

Nos podemos seguir haciendo trampas, debemos encarar soluciones económico-social y medioambientalmente más sabias, como tienen los países avanzados en Europa, que nosotros también nos merecemos.

Los anuncios sobre el Presupuesto indican continuidad y cambio, el instrumento permitirá avanzar en el cumplimiento de los compromisos programáticos, estará basado en la responsabilidad fiscal, se tendrá en cuenta la nueva realidad económica y social y se buscará reorientar el gasto hacia las áreas y los programas prioritarios, promocionando fuerte su eficiencia.

No sabemos si lo señalado encaja en estas prioridades pero ya va siendo el tiempo de tomar decisiones hoy para que nuestros hijos no paguen por las muy malas decisiones que han tomado estas generaciones en estos años.

(1) Ver Balance Energético Preliminar, 2014 MIEM-DNE

(2) Info. The Economist

(3) Postergar inversiones en infraestructura nos hace menos competitivos y en el ámbito municipal postergar decisiones nos evita problemas políticos pero nos hace pagar más caro por soluciones sin sentido, ni social, ni medioambiental, ámbitos donde existe gran concentración de poder por parte de ciertas empresas y sindicatos y que controlan el mercado como su coto de caza.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados