OPINIÓN

La gran oportunidad para un mercado latinoamericano del carbono

El desarrollo de mercados puede ampliar las alternativas de financiamiento para inversiones en proyectos de alto impacto social, ambiental y tecnológico.

Foto: Getty Images
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De los temas discutidos en la COP26, uno de los que más atraerá la atención de la región es el mercado de carbono, principalmente por una razón clara: América Latina y el Caribe puede posicionarse como el mayor proveedor mundial de créditos de carbono.

No es exagerado considerar que, con la aprobación del artículo 6 del manual básico del Acuerdo de París, habrá una especie de “fiebre del oro” entre países y entre empresas, bancos, fondos y consultores para ocupar espacios en este mercado multimillonario del carbono. De hecho, según algunas estimaciones, el valor del mercado sería de 22 trillones de dólares para 2050.

Si bien la aprobación del manual básico ayudará a ordenar la formación de mercados y precios, todavía habrá muchas áreas grises hasta que el problema se estabilice aún más. El principal incentivo para que el mercado avance es el precio por tonelada de carbono, que en los últimos años ha demostrado ser bajo, pero muy volátil debido a lo incipiente de su organización. Pero a medida que el mercado continúe organizándose, los precios subirán y aterrizarán entre US$ 75 y US$ 100, que sería la cantidad necesaria para lograr la neutralidad de carbono para 2050.

Los mercados ya se estaban anticipando a las decisiones de la COP26 y ya estaban acelerando los acuerdos de créditos de carbono, que deberían alcanzar un valor récord en 2021. Muchos países, Estados e incluso ciudades ya habían ingresado y muchos otros están ingresando a este mercado, lo que sugiere la formación de un mercado altamente fragmentado. Pero con base en la experiencia de los mercados financieros, de capitales y de materias primas, se puede anticipar que habrá una especie de “darwinismo” en el que solo sobrevivirán los más preparados y mejor adaptados. Para sobrevivir será necesario generar una masa crítica, es decir, atraer una porción significativa de proveedores y demandantes de créditos de carbono, elementos necesarios para conformar un mercado eficiente y dinámico. Uno puede anticipar especulativamente que solo habrá unos pocos centros globales, posiblemente incluyendo uno chino, uno estadounidense, uno europeo y quizás uno latinoamericano.

Pero, ¿qué se necesita para que un mercado de carbono gane masa crítica? Varios factores, pero los más importantes son la infraestructura, que incluye base legal, taxonomía y certificaciones, así como toda una cadena de servicios sofisticados y costosos necesarios para la identificación de riesgos, fijación de precios, garantía de integridad crediticia y predictibilidad del mercado. Otro factor es una oferta oportuna y diversificada de proyectos verdes, que requiere mercados de servicios financieros desarrollados. Finalmente, la disponibilidad de profesionales calificados para la infraestructura y para el ciclo de originación, desarrollo, ejecución y seguimiento del proyecto.

El desarrollo de un mercado regional latinoamericano sustentado en economías de escala y reducción de costos y una oferta amplia, de alta calidad y diversificada de créditos de carbono podría contribuir decisivamente al desarrollo de ventajas comparativas y competitivas del capital natural de la región, optimizando esfuerzos, desarrollando clusters empresariales sostenibles, atrayendo tecnologías y catalizando capital privado nacional e internacional. El desarrollo de mercados puede ampliar las alternativas de financiamiento para inversiones en proyectos de alto impacto social, ambiental y tecnológico, y para el desarrollo de mercados de terceros que de otra manera no despegarían o tendrían dificultades para hacerlo.

Sin embargo, la formación de un mercado regional enfrentaría desafíos internos en la región. El primero está asociado a una visión inmediata de concebir los mercados nacionales como un instrumento para ganar influencia política local y ampliar la base imponible. Un segundo desafío es que ya existe cierto movimiento en torno a la formación de mercados subregionales, lo que podría ayudar a armonizar regulaciones y estándares, pero también socavar una visión regional. Un tercero es la necesidad de promover la taxonomía, la armonización de estándares y normas, las certificaciones, el reconocimiento mutuo y otros temas complejos que normalmente permean el proceso de un mercado regional. Un cuarto desafío es la disponibilidad limitada de capacidades y las conocidas fallas de mercado de la región. Un quinto son debilidades institucionales y de gobernanza. Otro desafío es el tamaño muy desigual de los mercados nacionales de la región, lo que podría generar desconfianza entre los países. Un séptimo desafío es la disponibilidad limitada de instrumentos financieros y no financieros adecuados y atractivos para movilizar recursos para financiar proyectos a precios y condiciones competitivas.

Para avanzar será necesario alinear intereses, aunar esfuerzos en la formación de mercados nacionales con los de formación del mercado regional, y abrazar una agenda de trabajo con los factores y desafíos señalados anteriormente. La tarea no es fácil, pero considerando que la región tendría mucho de qué beneficiarse en términos de financiamiento para el desarrollo, generación de empleo y renta, recaudación de impuestos, internacionalización, mayor inversión y desarrollo de tecnologías e innovación, esfuerzos para impulsar un mercado regional de carbono más que justificado.

Por último, el entorno competitivo internacional en los mercados de carbono combinado con el aumento de la demanda mundial de créditos debido a los compromisos para cumplir con las NDC y los compromisos de responsabilidad social empresarial ofrecen una oportunidad de desarrollo quizás incluso más potente que el boom de las materias primas experimentado por la región a inicios de siglo. La diferencia es que, esta vez, la agenda podrá combinar la conservación y regeneración del capital natural con la diversificación económica, los avances tecnológicos y la lucha contra la pobreza como factores determinantes para el crecimiento sostenible y sostenido de la región.

(*) Vicepresidente de Sector Privado en CAF

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