TEMA DE ANÁLISIS

Lo que nos espera para la economía global en el año próximo

La actividad económica mundial perderá rápidamente impulso en 2023. El creicmiento  mundial será de 2,3%, un nivel inusualmente bajo, tras crecer 6,3% en 2021 y alrededor de 3,3% en 2022. 

Foto: Getty Images
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La economía global sigue atravesando una serie de dificultades que aumentan la incertidumbre y generan más volatilidad. Tras dos años de pandemia, la desaceleración del crecimiento mundial se ha visto exacerbada por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y las consecuencias que esto trajo sobre los mercados de commodities y las cadenas de suministro, que a su vez sumaron impulso a la inflación a nivel global. Concretamente, la guerra en Ucrania provocó fuertes aumentos de precios en los mercados energéticos y de alimentos, lo cual puso al mundo en alerta ante su posible escasez, en particular en las economías de menores ingresos.

Como reacción al sendero ascendente de los precios, los bancos centrales han intervenido retirando los estímulos monetarios que habían dado en los años previos a raíz de la crisis del Covid-19 y aumentando las tasas de interés de manera de controlar la elevada inflación que se viene registrando durante todo 2022 en la mayoría de los países.

Si bien la actual relajación de los precios de las materias primas y los cuellos de botella en la oferta refuerzan las perspectivas de desaceleración de la inflación, seguirá siendo elevada, muy por encima de los objetivos, al menos durante 2023, con riesgos de que los aumentos sean más persistentes. De hecho, si bien los datos recientes de EE.UU. muestran que la inflación ya tiende a la baja, en la Eurozona las presiones sobre los precios siguen aumentando y se espera que la inflación alcance pronto su punto máximo y luego las presiones comiencen a ceder, al menos si las expectativas y los efectos de segunda ronda se mantienen bajo control.

En vista de esta dinámica inflacionaria, es probable que el ciclo de subidas de tasas de interés llegue a su fin a principios de 2023, tanto en Estados Unidos como en la Eurozona, donde esperamos que converjan en torno al 5% y al 2,75%, respectivamente. Sin embargo, el margen de maniobra para la relajación monetaria será escaso antes de 2024. Esperamos que se mantenga un endurecimiento cuantitativo en EE.UU. y que se inicie durante 2023 en la Eurozona. Por su parte, en China, la inflación se mantiene controlada por caída en precios de materias primas, mayores importaciones de Rusia (a precios de descuento) y la moderación de la demanda, lo que permitirá que las tasas de interés se mantengan bajas y no esperamos estímulos monetarios significativos.

Sin embargo, esta estrategia antiinflacionaria está afectando el crecimiento económico. En BBVA Research esperamos que la actividad económica global pierda rápidamente impulso a lo largo de 2023. Prevemos un crecimiento mundial del orden del 2,3% para 2023, un nivel inusualmente bajo tras haber crecido un 6,3% en 2021 y alrededor de 3,3% en 2022. El agresivo endurecimiento monetario, unido a las todavía importantes presiones sobre los precios, probablemente debilitará los mercados laborales y la demanda interna que, hasta ahora, han resistido bastante bien.

En un escenario de elevada incertidumbre, el balance de riesgo en actividad se inclina a la baja, con una desaceleración más aguda de lo previsto que podría allanar el camino hacia una recesión mundial. Es probable que los elevados precios de la energía empujen pronto a la Eurozona a una recesión, aunque no se espera que haya escasez de gas. En EE.UU., por su parte, también se prevé una leve recesión a mediados de 2023. Finalmente, China mostrará baja tasa de crecimiento, pero sin que se produzca un aterrizaje forzoso. Aún se espera una recuperación apoyada en la inversión en infraestructura, aunque la previsión del PIB para 2023 la hemos revisado a la baja a 5% anual. Las recientes medidas de flexibilización de las políticas de “Covid cero” y de apoyo al sector inmobiliario resultan insuficientes para reducir significativamente la preocupación por la debilidad del crecimiento chino.

En resumen, la disminución de la liquidez global, las elevadas tasas de interés y la fortaleza del dólar seguirán fogoneando la volatilidad y las correcciones significativas en los mercados financieros. Tampoco descartamos que surjan episodios de tensión, como los observados recientemente en el Reino Unido y en los mercados de criptomonedas, por lo que el riesgo de una crisis financiera no es despreciable, especialmente si la inflación y las tasas de interés acaban siendo más altos de lo esperado.

¿Y en Uruguay?

La desaceleración de la actividad global ralentizará la demanda externa de Uruguay. En los últimos meses, y a pesar de que aún se registran precios de materias primas elevados, las exportaciones uruguayas han comenzado a disminuir su tasa de crecimiento más rápido que las importaciones.

Estimamos que esta tendencia persistirá en 2023 en consistencia con nuestro escenario global de mayor desaceleración comentado más arriba, en particular en aquellos países que son grandes socios comerciales de Uruguay como China, Estados Unidos y la Unión Europea.

Además de la menor demanda externa, la actividad en Uruguay acusará el impacto de la finalización de las obras de UPM2, recortando la contribución de la demanda interna, por lo cual crecimiento del PIB de Uruguay se desacelerá hasta 3% anual en 2023 desde el 5,8% que tenemos estimado para 2022.

A su vez, prevemos que la inflación ha tocado el máximo y empieza a morigerar su avance, como lo muestra la inflación subyacente que ha marcado en octubre su tercer mes de desaceleración consecutiva desde el pico de julio. Así, aunque a un ritmo menor al esperado, y luego de marcar 9% en 2022 la inflación descendería hasta 7,5% en dic-23, lo que dejará espacio para recortes de tasas de interés a medida que se convalida la tendencia descendente de la inflación hacia el rango objetivo de 3%-6% establecido por el BCU.

Esperamos que en 2023 Uruguay se encuentre inserto en un escenario global dominado por la alta volatilidad financiera, bajo crecimiento y marcada astringencia monetaria que deja en evidencia (otra vez) la necesidad de avanzar en las reformas pendientes que permitan consolidar el grado de inversor y mitigar de esa manera la vulnerabilidad del volátil contexto internacional. La capacidad de gestión y criterio mostrada por la sociedad y los dirigentes uruguayos permiten ser optimistas a pesar de los exigentes desafíos que presentan el mundo y la región en el próximo año.

(*) Adriana Haring y Juan Manuel Manias.

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