OPINIÓN

Los efectos de la liquidez internacional extraordinaria

La extraordinaria expansión monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos ya muestra impactos positivos en las economías emergentes.

Foto: El País
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El fantasma de un frenazo (sudden stop) del financiamiento externo a causa de la crisis economía como secuela de la pandemia parece descartado. La liquidez que inyecta diariamente a través de canales diferentes traspasa fronteras de la mano de la globalización financiera, atraídos por los retornos mayores que ofrecen los títulos emitidos en los países emergentes, tanto sean soberanos como corporativos.

De acuerdo con el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), agrupación de las principales instituciones financieras del mundo, estos países han recuperado el acceso a los mercados financieros pagando tasas de interés similares a las de precrisis. Eso revierte el pánico que hubo en marzo, provocado por la pandemia, donde los inversores retiraron 83.000 millones de dólares desde las 30 economías emergentes más grandes.

A partir de mayo, esa situación se revirtió primero por las emisiones de países con grado de inversión como Arabia Saudita, países del Golfo y del Este europeo, lo cual fue seguido por países de la región como México, Guatemala, Paraguay y Brasil. Incluso, lo hicieron cuasi soberanos como Petrobras y Pemex, por montos sustanciales. En todos los casos hubo fuerte demanda y ello derivó en tasas de interés menores a las esperadas dadas las circunstancias actuales.

Sin duda, estamos presenciando la gestación de un nuevo paradigma financiero que aún no conocemos sus alcances y mucho menos sus impactos finales. Se trata de la utilización de mecanismos monetarios heterodoxos con el objetivo de rescatar empresas en riesgo de quiebra y de dinamizar la demanda, por montos nunca vistos por su magnitud, y tampoco por el tipo de instrumentos empleados. Es distinto en su dimensión y objetivo primordial, a las intervenciones de la FED y el Banco Central Europeo en la crisis del 2008, donde se trataba del salvataje de la estabilidad del sistema financiero global figurado por los excesos de una operativa mal regulada.

Lo más impactante es el anuncio permanente, tanto en Estados Unidos como en Europa, incluida la renuente Alemania, de medidas que apuntan todas en la misma dirección. Primero llevando las tasas de interés a cero, luego instrumentando formulas de expansión monetaria a través de la compra de deuda emitida por sus tesorerías y también del sector corporativo. Como ejemplo, la FED acaba de anunciar que saldrá a comprar bonos corporativos directamente en el mercado secundario donde su calificación, aun las de grado especulativo, no los excluye del programa de recompra. A ello se agrega que esta postura continuará al menos hasta fines del 2022, justificado por el carácter incipiente de la recuperación que se viene insinuando en algunos indicadores.

En suma, los principales emisores de monedas de aceptación universal están en una postura expansiva que tiene como límite eventual recuperar el crecimiento económico perdido y como freno la aparición de presiones inflacionarias

Estos caudales de liquidez inédita se filtran hacia los mercados financieros globales, facilitando el financiamiento de los países emergentes y bajando la aversión al riesgo de los inversores, lo cual explica primas de riesgo similares a las vigentes previo a la pandemia.

Sin duda es una buena noticia, pues disolvió la combinación letal de una recesión económica acompañada de falta de financiamiento externo. Con ello, se facilitan las políticas fiscales contra cíclicas y el apoyo directo al sector productivo, mediante versiones regionales de los mecanismos empleados en el mundo desarrollado. En tal sentido, Colombia anunció su empleo, Chile señaló que lo hará hasta por un monto equivalente al 3% de su PIB y Brasil lo emplearía una vez que la política monetaria convencional agote su efectividad para recuperar el crecimiento.

Esta realidad eclipsó propuestas que andaban circulando, entre ellas la del G20, de recrear caminos de alivio para economías emergentes altamente endeudadas. Hoy, los países afectados prefieren solucionar su problema refinanciándose a través de un mercado que ofrece condiciones excepcionales, evitando el estigma de quedar señalados como deudores que están en problemas.

Como nota lateral, esta realidad le abre una ventana de oro a Argentina para resolver su problema de endeudamiento, pues la liquidez extrema presiona a la baja la tasa futura de descuento de los nuevos bonos que sustituyen a los viejos (tasa de salida), con lo cual mejora la valuación de los nuevos bonos y acerca las posiciones entre el deudor (Argentina) y sus acreedores.

Lo que no sabemos es cuál será el día después de esta disrupción, que cambia las reglas de acción de los principales bancos centrales del mundo.

En la década de los ´70, el reciclaje de los dólares excedentarios de los países exportadores de petróleo (petrodólares) a través de la banca internacional, fue la antesala de la gran primera crisis de endeudamiento de las economías emergentes (México ´81), que insumió una década en resolverse, cuando se instrumentó el Plan Brady.

Hoy, los prestamistas en su mayoría son Fondos de Pensión e inversores individuales, por tanto, se descartan lesiones en la banca internacional. Pero para los deudores, el exceso de endeudamiento tiene los mismos efectos que en el episodio anterior y otros que le sucedieron.

Sin duda que las administraciones estan presionadas para salir cuanto antes de la crisis y reducir los costos sociales. Para ello no tienen otra mejor alternativa que aumentar su endeudamiento neto, pero deben hacerlo sabiendo que el remedio de hoy tiene costos futuros ineludibles.

Los países desarrollados emisores de monedas tienen varias alternativas para despojarse en el futuro de los excesos de liquidez actuales, entre ellos la inflación. En el caso de los países emergentes es distinto, pues el crecimiento económico es el principal vehículo para disipar el endeudamiento excesivo. No hay otra vía alternativa.

Calibrar ese fino balance de menos impacto de la crisis actual a costa de mayor endeudamiento, sabiendo que éste lastrará el crecimiento futuro, es uno de los grandes desafíos que tienen por delante los gobiernos de estos países, incluido Uruguay. Pues, aunque las modalidades operativas de los mercados son diferentes, los principios de la sostenibilidad del endeudamiento son siempre los mismos.

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