OPINIÓN

La economía, sesgada a la opinión de los hombres

La economía estudia fenómenos de la sociedad y por eso es importante una mirada amplia y representativa.

Foto: Getty Images
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La ausencia de mujeres en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés) es prácticamente un hecho de público conocimiento. Solo un 35% de los estudiantes en STEM en la educación terciaria global son mujeres (Unesco, 2017). En Uruguay, la matrícula de Ingeniería/Físico Matemático de sexto año de liceo presenta el menor porcentaje de mujeres (34%). Esto después se perpetúa en el mercado laboral, donde los hombres representan el 55% de la población ocupada total, frente al 76% en sectores relacionados con STEM (en general mejor pago y con buena salida laboral) (ANII, 2008).

La disciplina económica no es muy distinta. Algunas estimaciones muestran que podría ser de las peores para ser mujer, con porcentajes de participación por debajo del promedio STEM. Datos de Estados Unidos entre 1995 y 2014 muestran que el porcentaje de estudiantes mujeres que se graduaron de la licenciatura en economía (29% en 2014) casi no cambió en las últimas dos décadas, mientras que hubo mejoras en otros campos, incluido STEM. Las cifras son similares para las mujeres que obtuvieron doctorados de economía (Bayer y Rouse, 2016).

La sub-representación ocurre a través de la “cadena de valor”. Por ejemplo, las mujeres representan menos del 15% de los profesores titulares en los departamentos de economía de EE.UU. y menos del 30% de los profesores asociados en 2020. Cifras más alentadoras que hace 25 años (7% y 14% respectivamente), pero la brecha todavía es grande (1). En Uruguay, la participación de mujeres en el Sistema Nacional de Investigadores decrece conforme se avanza en la estructura jerárquica. Las mujeres siguen concentradas en los primeros niveles y tienen una probabilidad menor de ser aceptadas (Gandelman y Bukstein, 2019) (7.1 puntos porcentuales).

La presencia de mujeres también es escasa entre las posiciones más prestigiosas del ámbito económico. “Solo ocho de los 140 presidentes de la FED desde 1914 han sido mujeres, al igual que apenas una quinta parte de los miembros actuales de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER), uno de los grupos de expertos en política económica más influyentes de los EE.UU.” (2). Christine Lagarde fue la primera mujer en ser Ministra de Finanzas de una economía del G8 en 2007 y primera mujer al frente del FMI en 2011 (el FMI existe desde 1945). En Uruguay, Azucena Arbeleche es la primera mujer al mando del Ministerio de Economía y Finanzas. Al menos tenemos un ejemplo de inspiración para las niñas en 200 años de historia.

¿Por qué hay menos mujeres?

Las razones son múltiples y requeriría, al menos, otra columna, pero algunas de las causas principales incluyen sesgos y replicación de estereotipos. En la infancia, a los niños se les dan camiones y a las niñas muñecas. En el liceo las orientaciones STEM todavía son elecciones "de hombre". De hecho, un estudio encuentra que las mujeres aparecen menos en los ejemplos de los libros de introducción a la economía, y son relegadas a papeles menores (Stevenson y Zlotnick, 2018). Y los sesgos continúan. Un reciente estudio que analiza las cartas de recomendación para el primer trabajo muestra que las mujeres son sistemáticamente más propensas a ser elogiadas por ser trabajadoras y, a veces, menos propensas a ser elogiadas por su capacidad. “Las mujeres son ‘trabajadoras’ y los hombres, ‘brillantes’” (Eberharhardt, 2022).

La falta de modelos donde inspirarse, networks o mentorías es otro problema. La ausencia de mujeres en posiciones de liderazgo afecta las expectativas de las niñas, y eventualmente sus decisiones.

El sector tampoco ha estado ausente de escándalos de acoso sexual, incluso entre economistas prestigiosos de universidades de élite. Tanto que hasta Ben Bernanke dijo hace poco que “la economía claramente tiene un problema… la profesión tiene lamentablemente una reputación de hostilidad hacia mujeres y minorías.” (TNYT, 2019)

¿Por qué importa?

La economía estudia fenómenos de la sociedad y por eso es importante una mirada amplia y representativa. No es sólo más justo, sino que además puede llevar a resultados más robustos. Las mujeres no siempre tienen opiniones similares a los hombres (por ejemplo, sobre el nivel de equidad de una sociedad, el grado de regulación óptimo de una economía, etc.) (May et al., 2018) Estos priors diferentes traen diversidad que enriquece la investigación y la opinión pública.

Los economistas cumplen un rol particular en ser “formadores de opinión” en las sociedades, en muchos casos con fuerte influencia sobre decisiones del ámbito público y privado. La ausencia de mujeres en estos espacios y la amplificación de las mismas voces (en muchos casos economistas hombres replicando sobre todo opiniones de otros economistas hombres) genera un círculo vicioso —a veces no intencional— que deviene en menor visibilidad y participación de economistas mujeres en la discusión económica de los países.

Reconocer que existe esta brecha —especialmente por economistas hombres— sería un primer paso para reducirla. En un mundo ideal no habría que estar contando mujeres en conferencias, academia ni espacios de opinión. Hablamos por muchas mujeres al decir que esto no es algo que hagamos con placer. A nosotras también nos aburre. Pero a veces las diferencias son tan evidentes que rompen los ojos, y son sólo un primer síntoma de un problema profundo. Algo para pensar de camino a un nuevo 8 de marzo.

1)American Economic Association, 2021, NEWS, https://www.aeaweb.org/content/file?id=13968
2) The Conversation, 2021, “The gender gap in economics is huge – it’s even worse than tech.”

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