OPINIÓN

Sobre un discurso de la izquierda uruguaya en Buenos Aires: la ignorancia o la mentira pueden generar confusión

Afirmaciones sobre la economía de nuestro paìs y el Mercosur de un candidato a la presidencia del Frente Amplio en tierras argentinas.

Foto: El País
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Hace unos días leí en El País (20-11-2021) lo que dijo en una reunión ante uruguayos residentes en Argentina, uno de los candidatos a presidir la coalición de izquierdas en nuestro país. Celebró en esa instancia, la concurrencia a esa convocatoria del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, miembro del Frente de Todos y muy cercano a Cristina Fernández de Kirchner y a su hijo Máximo: Axel Kicillof.

En su exposición ante los uruguayos en la vecina orilla y ante el gobernador, el candidato oriental socialista, Gonzalo Civila, lanzó críticas al gobierno de nuestro país y al propio gobierno que tuvo el país vecino hasta 2019, apelando a inexactitudes que solo pueden ser expresadas por ignorancia propia o procurando la aceptación de ellas por ignorancia de los presentes.

Dijo: “Lo que me parece escandaloso es que, por conveniencia, algún actor que se reivindique popular o de izquierda, tenga miedo en decir que el proyecto de cambio está de la mano del movimiento popular argentino”. Basta leer la excelente columna de Javier de Haedo de la semana pasada en Economía & Mercado, profusa en indicadores económicos y sociales, para comprobar lo que yo expresara más arriba sobre el candidato socialista y su audiencia. La evidencia empírica muestra que Argentina es un país en quiebra económica y social —por la extrema pobreza de la mitad de su población—, y la responsabilidad por eso, en los últimos dos años, la tienen quienes desde entonces dirigen política y económicamente al país. La tienen quienes el candidato socialista reivindica, es decir, los miembros de las dos facciones que componen el “movimiento popular” y que unidas, ganaron con mayorías parlamentarias las elecciones en 2019. Las dos facciones que recientemente tuvieron un resultado electoral adverso en las elecciones parlamentarias de medio término, perdiendo las mayorías antes señaladas.

Dijo: “Queremos un Frente (en Uruguay) que se juegue a la integración regional y latinoamericana”. ¿Sabrá este candidato cuales han sido y continuarán siendo los costos y los beneficios de estar “integrado” solo a los restantes miembros del Mercosur y muy limitadamente, luego de intentos frustrados de integración desde hace cinco décadas, a algunos de los restantes países del área latinoamericana, quienes ya operan abiertos comercialmente con naciones de otras áreas? ¿No recuerda ese candidato que hace ya más de una década hubo un canciller de su facción política que infructuosamente pidió “más y mejor Mercosur” oponiéndose como principal figura de las relaciones internacionales de nuestro país, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, a tímidas propuestas de mayor apertura comercial, no cosechando más que peores resultados de los logrados hasta entonces y que hoy están a la vista? La flexibilidad comercial de un país pequeño es una condición necesaria para su desarrollo productivo y el crecimiento del bienestar de sus habitantes. Algo que no comparte Kicillof, que en la reunión expresó: “Lo que divide es el neoliberalismo que viene a romper el Mercosur”. Pero tras tres décadas de creado, ¿el Mercosur no está ya roto? Más tarde o más temprano todos los uruguayos lo entenderán, como cuando comenzó la apertura comercial del país hace ya casi medio siglo.

Dijo: “Hoy en Uruguay se está dando una situación escandalosa: se transfieren ingresos de sectores más pobres a los más ricos. Le sacan a los pobres para darle a los ricos y se calcula que son 5 mil millones de dólares en cinco años”. ¿Sabrá el candidato socialista que en los últimos cinco años a los que alude, por el impuesto a la renta de la persona física y del impuesto al patrimonio que, obviamente, pagan quienes más ingresos y activos tienen, se recauda más del doble de lo que el socialista menciona? ¿Sabrá que a pesar de pagar quien más tiene y quien más gana, debe pagar además por la educación, la salud y la seguridad que el Estado no le ha venido brindando, como mínimo en esos cinco años? ¿De dónde habrá sacado las cifras que ha largado a correr y que la evidencia empírica, por supuesto, no ratifica en absoluto? ¿Sabe el candidato socialista que ese dinero que se recauda es para, entre otras cosas, realizar transferencias de ingresos que no generan la sustentabilidad de quienes las reciben para que les ayuden a generar sus propios ingresos en el futuro y puedan ellos también sustentar a los que estén en la situación que estuvieron? En fin, parece que la ignorancia o alguna otra intención terminan llevando a la confusión de muchos ciudadanos.

Dijo: “La única fuerza capaz de construir una alternativa a este desastre —refiriéndose al gobierno de Luis Lacalle Pou—, es el Frente (Amplio)”. Es posible que alguien, algunos o muchos piensen de esa manera, pero ¿Es correcta la apreciación cuando, de nuevo, existe evidencia empírica que da por tierra esa afirmación? Todos tenemos información disponible del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Banco Central que nos dice que, pese a la pandemia, la economía ya se encuentra en niveles productivos, en muchos sectores, por encima del que se encontraron en febrero de 2020, cuando asumiera el nuevo gobierno. Indicadores como la tasa de desempleo, el sector agropecuario, la construcción, la industria manufacturera y otros por el estilo apuntan a que, a pesar del problema sanitario que se viviera intensamente entre marzo de 2020 y hace unos meses atrás y que sigue estando latente y posterga una normalización absoluta de la situación, la economía ha mejorado y seguirá mejorando respecto a la que traía con la tendencia hasta febrero de 2020.

Gary Becker, Nobel de Economía en 1992 decía: “La ignorancia es desestabilizadora”. ¿Alguien puede no estar de acuerdo?

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