Opinión

Desplazar el crimen no es suficiente

Un conocido juego de niños en Estados Unidos es el juego de "pegarle al topo" (o whac-a-mole en inglés). Consiste en muchos agujeros por donde aparecen topos, y los niños tienen que hundirlos. ¿Y qué sucede? Instantáneamente aparece otro topo en otro agujero.

Esposas
Foto: Archivo El País.

Según datos de concentración de crimen en Montevideo, pareciera que está sucediendo algo similar.

Las cifras relativas a criminalidad en Uruguay son contundentes: los niveles han empeorado. Los homicidios anuales aumentaron un 43% entre 1989 y 2017, 8,1 homicidios cada 100.000 habitantes, desde un nivel de 6,4. Las denuncias por rapiñas se multiplicaron por diez en el mismo período y las denuncias por hurto aumentaron dos veces y media.

Mientras tanto, la tendencia en el mundo desarrollado ha sido contraria: descenso del crimen. Según un estudio publicado por el BID, América Latina es la única región donde los niveles de violencia no sólo son altos, sino que además se han intensificado desde 2005.

El crimen no sólo es una muestra de cómo el Estado les falla a sus ciudadanos —en su obligación de velar por su seguridad y bienestar—, sino también es una pérdida de recursos. Las vidas que se pierden, el bienestar que se reduce, el costo de invertir en seguridad, la reducción de la confianza ciudadana, el mantenimiento de las cárceles...

Clave.

Hay que entender el quién, pero también el dónde. Conocer el perfil y características de quienes delinquen es muy importante para desarrollar políticas públicas para combatir el crimen. Sin embargo, también lo es el dónde: ¿Hay lugares de la ciudad donde ocurren más crímenes? ¿Existen puntos de alta concentración del crimen? ¿Cómo evolucionan?

El estudio del BID analiza datos de criminalidad en el tiempo y espacio en ciudades de América Latina, y concluye que el crimen está geográficamente concentrado: "50% de los crímenes se concentran entre el 3 y 7,5% de las calles y 25% de los crímenes se concentran entre el 0,5 y 2,9% de las calles (1)(2)". Estos resultados son consistentes con lo que sucede en economías desarrolladas, y se conoce como la "ley de la concentración del crimen".

Para el caso de Montevideo, los autores observan que si bien a lo largo del tiempo algunas de las calles que en 2006 eran críticas (o hot spots en inglés) se redujeron en 2015 o desaparecieron, también aparecieron otras calles críticas. También observan que el número de grupos de calles críticas (hot segments) en 2015 fue superior al nivel observado en 2006, pero el total de crímenes en estos segmentos fue menor (3). Es decir, se redujo la probabilidad de un crimen en algunos puntos específicos de Montevideo, pero aumentó la posibilidad de ser víctima de un crimen en Montevideo. Dicho de otra forma: el crimen se movió de barrio, pero no se redujo.

La reducción en la concentración del crimen —como mencionan los autores— coincide con la instrucción de un cambio de política por parte de la policía de Montevideo que, en 2013, pone foco en identificar calles críticas y combatir el crimen en esos lugares en particular. Este cambio implicó que "se desplegaron más recursos en los bloques críticos, especialmente en Ciudad Vieja, donde se instaló un nuevo servicio de emergencia solo para esa zona de alta criminalidad de la ciudad, junto con muchas otras intervenciones como instalación de cámaras de monitoreo" y patrullaje específico.

Implicancias.

Los datos parecen mostrar que la policía generó resultados. Sin embargo, estos fueron focalizados y con efectos indirectos. La política de enfocarse en zonas específicas (combatir los hot spots) parece haber desplazado el crimen de un lugar a otro de la ciudad, pero no lo ha reducido. Afectó la concentración del crimen, pero no bajó el nivel absoluto. Esto implica además que el crimen no parece ser por oportunismo, porque al aumentar el costo de realizar un crimen en algunas zonas (caso de Ciudad Vieja con el cambio de política) se observa que el crimen se reduce allí, pero aparece en otros lados.

Los resultados también sugieren que las causas detrás del problema son complejas y variadas, donde la solución requerirá más que sólo policía. Si bien las estadísticas actuales muestran los niveles más altos de los últimos 30 años, las cifras venían en asenso o mostraron picos en otras administraciones y otros contextos económicos. Por ejemplo, el número de hurtos por población tuvo un ascenso fuerte entre 1998 y 2005, mientras que las rapiñas —en ascenso constante desde 1989— tuvieron un salto en 2002, cuando ocurrió la crisis económica.

Si lo que se queremos es reducir el crimen y no sólo desplazarlo, la solución deberá ser a nivel nacional. Una solución a nivel barrial no sólo no es justa (cualquiera sea el barrio) sino que además es incompleta. La policía será un actor importante claro, pero la solución tampoco será sólo ajustando dicha variable. Debemos reconocer que, si bien es probable que necesitemos más policías en más lugares, es casi seguro que también deberemos abordar las causas que contribuyen a que las personas decidan seguir cometiendo crímenes, incluso cuando enfrentan una mayor presencia policial. Sin eso, los esfuerzos para reducir el crimen en Montevideo, bien podrían seguir asemejándose al juego de pegarle al topo.

(1) El estudio define crímenes como la suma de homicidios, rapiñas, hurtos y otros episodios.

(2) Una calle se entiende como las dos veredas de una cuadra.

(3) Inter-American Development Bank, "Crime concentration and hot spot dynamics in Latin America," Laura Jaitman and Nicolás Ajzenman. June 2016 (IDB Working Paper Series ; 699)

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados