OPINIÓN

Los desafíos del mercado laboral a corto plazo: bastante más que un problema coyuntural

El mayor reto está en mantener el ritmo de recuperación del empleo conjuntamente con la recuperación del salario perdido.

Foto: El País
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Con una gran mejora en los tiempos de publicación por parte del Instituto Nacional de Estadística, apenas iniciado el último mes del año ya conocemos el desempeño del mercado laboral hasta el mes de octubre. En este sentido, si bien aún restan por conocerse los dos últimos datos mensuales, es posible realizar un balance de lo que ha sido el comportamiento del mercado de trabajo en este 2021. La idea de esta columna es aportar una mirada sobre este aspecto, sin perder de vista la perspectiva histórica y la evidencia empírica.

Retorno a los niveles pre-pandemia…

Dado el tipo de shock que azotó las economías y causó no solamente destrucción de puestos de trabajo, sino también menor participación laboral (esto es, búsqueda activa de trabajo), la tasa de desempleo no es, al día de hoy, la variable más representativa de la realidad en el mercado de trabajo. Al respecto, el indicador más genuino refiere al empleo propiamente dicho, es decir la evolución del número de ocupados en la economía.

En términos promedio anual en 2021 se ha recuperado el 68% del empleo perdido en 2020, esto es aprox. 40 mil puestos de trabajo de los 59 mil que se habían perdido. Con un crecimiento esperado por los analistas y el gobierno cercano al 3,5% anual, por cada punto de crecimiento se habrían creado en el entorno de los 10 mil empleos.

No obstante, los promedios anuales suelen esconder la dinámica a lo largo del año y por ello es conveniente evaluar dicho comportamiento a través de cifras desestacionalizadas. En esa línea, según estimaciones propias, el número de puestos de trabajo al mes de octubre se habría ubicado muy próximo (apenas 4 mil empleos por debajo) a los niveles pre-pandemia (dic-19) y 5 mil empleos por encima del nivel de hace dos años (oct-19). Lo anterior implica una recuperación a gran ritmo del mercado laboral, si se toma en cuenta que al inicio de la pandemia se habían perdido más de 100 mil empleos. Ese mayor dinamismo comenzó a evidenciarse desde fines del segundo trimestre del año, en sintonía con el inicio del proceso de vacunación masiva, la normalización de actividades y la incidencia positiva de algunos sectores intensivos en mano de obra, como el comercio y los servicios.

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El desempeño del empleo nos permite afirmar que los números en materia de actividad (PIB) para el tercer trimestre del año (datos que se conocerán el 22 de diciembre) serán mejores a lo esperado inicialmente, tal como lo pautan algunos indicadores adelantados. Más aún, como sugiere la evidencia del rezago del empleo respecto al PIB. Lo anterior refuerza nuestra idea sostenida en una columna de julio sobre la posibilidad de cerrar el 2021 próximo a los niveles pre-pandemia en materia de actividad, en tanto la vacunación posibilitara el levantamiento de las restricciones de oferta. No obstante, con la información disponible hasta aquel entonces, preveíamos un menor dinamismo en el mercado laboral, situación que finalmente terminó revirtiéndose. De cara a los próximos meses, es de esperar que dicha tendencia se acentúe, en línea con la reapertura de fronteras y la reactivación paulatina del sector turístico.

… nada nos dice del cómo ni del punto de partida.

Recuperar los niveles pre-pandemia es un dato que no implica más que superar los efectos de la pandemia. Vale para el nivel de actividad, el empleo o cualquier otra variable relevante para la economía. Sin embargo, nada nos dice sobre el cómo ni del punto de partida. Tampoco nos da cuenta sobre las tensiones intrínsecas entre empleo y salario real, o más importante, la evolución de la masa salarial que no es otra cosa que el producto de las anteriores.

Una forma de aproximarnos al cómo, es observar la calidad de los empleos que se generan a través de la tasa de subempleo, esto es, aquellas personas que trabajan menos de 40 horas semanales y desean trabajar más pero no lo consiguen. En este sentido, la cantidad de personas subempleadas aumentó significativamente en este 2021 y se ubica en los niveles más altos desde 2008. Por su parte, incluyendo desocupados, subempleados y desalentados (personas que dejaron de buscar trabajo), existen actualmente casi 340 mil personas con problemas de empleo en Uruguay. Encontrar soluciones para mitigar dichas cifras es un desafío más que coyuntural.

Respecto al punto de partida, es importante notar que ya se encontraba en niveles deteriorados. El quinquenio 2015-2019 dio inicio con niveles record de ocupación en términos históricos y culminó con una pérdida neta de 53 mil empleos. En dicho período, la masa salarial crecía porque aumentaba el salario real, a pesar de la caída del empleo. Esa pérdida de puestos laborales fue la contracara de salarios reales creciendo a mayores tasas que la productividad. En economía, lo que no ajusta por precio ajusta por cantidad.

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Por su parte, lo tónica de 2020-2021 ha sida la contraria. La masa salarial se recupera porque lo hace el empleo, a pesar de la caída del salario real. En el fondo, la economía experimentó una ganancia de productividad, aunque más producto de su posición cíclica que por factores estructurales o de oferta. En esa línea, el período salarial puente y la dilatación en la concreción de acuerdos de la 9na. ronda de negociación castigaron el poder adquisitivo de los trabajadores que trabajan (y consecuentemente una recuperación más vigorosa del consumo interno) pero también ayudó a contemplar realidades de sectores que casi no tenían actividad y por tanto sus empleos se encontraban muy comprometidos.

Entre el retrovisor y el parabrisas

Prospectivamente, el mayor desafío está en mantener el ritmo de recuperación del empleo conjuntamente con la recuperación del salario perdido. Para ello, es una condición más que necesaria (pero no suficiente) sostener tasas de crecimiento por encima del nivel potencial de la economía en un contexto más desafiante para la aplicación de políticas de demanda.

Ya no basta con crecer acumulando factores sino combinándolos mejor. Por dicho motivo, también se requiere avances en desafíos que se aceleraron con la pandemia: modificaciones que vuelvan menos rígida la regulación laboral, ajustes en la negociación colectiva de modo que internalice mayores heterogeneidades, mejora en los procesos de re-capacitación, entre otros elementos sobre los cuáles estaremos poniendo foco en 2022.

¿Qué demandan las empresas? ¿Qué nivel de matching existe con la oferta laboral? ¿Cuáles son las habilidades blandas más requeridas? ¿Estamos educando en conocimientos obsoletos o en capacidades y habilidades? Estas son algunas de las preguntas que nos hicimos en 2021 y que intentaremos dar respuesta a través de nuestro Monitor Laboral que presentaremos en 2022. Los problemas del mercado laboral post pandemia prácticamente no cambiaron respecto al 2019, pero la urgencia de encararlos sí. Por eso la importancia de mirar más por el parabrisas que por el retrovisor.

Hasta aquí nuestra última columna del año 2021. Fue un gran desafío y honor encontrarnos al iniciar la primera semana de cada mes abordando diferentes temas de la realidad económica. Siempre tratando de aportar una mirada didáctica, integral y rigurosa. Esperemos hayan disfrutado la lectura de las columnas tanto como nosotros su elaboración. ¡Nos reencontramos en 2022!

(*) Ignacio Umpiérrez, estudiante de economía UdelaR, ganador del premio de la Academia Nacional de Economía 2020 e investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo.

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