Opinión

Crecimiento: un juego de palabras

El crecimiento será un gran desafío, sino “el gran desafío” de Uruguay en los próximos años.

Foto: Pixabay
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El crecimiento económico depende de varios factores, como recursos físicos (tierra, maquinaria) y capital humano (calidad y cantidad de la fuerza laboral). Pero no depende sólo de la disponibilidad y nivel de acumulación de estos factores sino también de la productividad de dichos factores, término tan usado por economistas, pero que a veces nos cuesta tanto explicar.

Ricardo Hausmann, Director del Laboratorio de Crecimiento del Centro de Desarrollo Internacional de Harvard, pone énfasis en la productividad —y el “conocimiento productivo”—, que explica usando una analogía que me parece bastante acertada e intuitiva: es como un juego de Scrabble (juego de mesa para formar palabras). Si cada palabra fuera un producto o servicio, el proceso del desarrollo refiere a la capacidad de (i) tener más letras (para generar más palabras; es decir, diversificar) y (ii) hacer palabras más largas y difíciles (productos más sofisticados, con más valor agregado). Spoiler alert: en Uruguay no vamos ganando en este juego.

Esta metodología se aleja de la idea popularizada por otro economista Ricardo (en este caso de apellido tal, David Ricardo) que decía que lo que más importa es enfocarse en las ventajas comparativas y en la abundancia de factores que un país puede tener respecto a otro. Hausmann destaca que, además de lo que hacés y cómo lo hacés, a veces también es importante producir cosas que otros no hacen pero para lo que hay demanda: si yo me especializo en un bien que es muy ubicuo, que muchos otros producen, ¿tendré realmente una ventaja?

La investigación de Ricardo Hausmann y su equipo muestra además que el nivel de diversificación de una economía es uno de los mejores predictores de su tasa de crecimiento económico de largo plazo. Las economías que aprenden a producir productos más complejos y de alta calidad obtienen mejores resultados con el tiempo. El Laboratorio de Crecimiento ha elaborado una medida de diversificación, el Índice de Complejidad Económica (ECI por su sigla en inglés), que predice el crecimiento con una precisión 10 veces mayor que el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial.

Uruguay tenía y sigue teniendo un modelo productivo en general poco diversificado y dependiente de recursos naturales, en particular productos de origen animal y cereales. Esto no es en neto una historia negativa: el peso de la agricultura en las exportaciones ha aumentado en los últimos años (comparado con el fin de los ´90 por ejemplo) dado el alza de los commodities también. Asimismo, hay casos de mayor especialización dentro del sector. Por otro lado, sectores como las tecnologías de la información y comunicación (TIC) —dentro del sector servicios— y los productos químicos, también han sido sectores de crecimiento en los últimos años. Sin embargo, la incidencia de sectores intensivos en capital y trabajo como —la industria textil ha perdido— presencia en las exportaciones. De hecho, Uruguay ha descendido en el índice de complejidad de sus exportaciones. En 2018 Uruguay ocupó el puesto 60 en el ECI, desde el ranking 54 en 2005 y 45 en 1995.

Uruguay es tan complejo como se espera para su nivel de ingresos, y por eso —según este análisis— la economía crecería lentamente. El equipo de Hausmann predice que Uruguay crecería un 2,1% anual durante la década de 2018-2028, ubicándose en la mitad inferior de los países a nivel mundial. Esta tasa ocupa el puesto 111 entre 133 países.

Estas predicciones de crecimiento son anteriores a la pandemia, por lo que ahora pueden ser una referencia más borrosa para el corto plazo, pero uno podría esperar que resulten todavía válidas para la década a 2028. Además, el punto clave no es tanto el valor exacto en este caso, sino el hecho de que, para crecer por encima del 2% (un valor bajo para lo que se espera en términos de presupuesto, por ejemplo), esta literatura nos dice que debemos poner más foco en la diversificación y especialización de nuestras exportaciones.

Tampoco se trata de simplemente producir cualquier otra cosa. Algunos productos permiten una mayor diversificación futura que otros dado, que aprender a producirlos genera las habilidades, regulaciones, insumos y tecnología necesarios para producir muchos otros productos relacionados. La evolución del sector TIC en Uruguay es un ejemplo de esto.

Otros productos, por su naturaleza, no generan tantas habilidades o insumos que puedan usarse fácilmente para una mayor diversificación. Es decir, tienen menos “efectos de derrame.”

El punto de partida también importa. En función de lo que hoy produce un país, algunos productos son más fáciles de comenzar a producir que otros.

Llamémosle productividad, o capacidad de producir palabras largas y complejas, lo cierto es que este es un factor que es clave a analizar para tener un mayor crecimiento esperado. Requiere además de una estrategia coordinada de parte del sector público y privado.

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