OPINIÓN

Consumo en Uruguay: entre el bienestar y la actividad

El encarecimiento relativo de nuestra economía incrementa notoriamente el riesgo de “fuga de consumo” con preocupantes consecuencias para los niveles de actividad local.

Foto: Getty Images
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El consumo es una actividad clave en las llamadas economías de mercado, como la nuestra. De hecho, el mercado es eso, el espacio de consumo donde los diversos agentes transaccionan ofreciendo y demandando bienes y servicios. De modo que el consumo opera como un dinamizador de la actividad económica, y hasta lo asociamos a niveles de bienestar social. Asumiendo su relevancia, es pertinente monitorear su comportamiento.

Entre las bondades de la extensión de los medios de pago y facturación electrónica, destaca la generación de un volumen relevante de datos sobre el comportamiento socioeconómico que, procesados, generan información genuina de calidad, de monitoreo de la realidad. La firma Scanntech emite un informe mensual del comportamiento del consumo privado de una muestra representativa de los casi 6.000 puntos de venta que utilizan su sistema. Básicamente, tiendas minoristas de alimentos, bebidas, cuidado personal y limpieza, tales como autoservicios, supermercados independientes así como la información que arrojan las transacciones realizadas en dos importantes cadenas de supermercados.

En el primer semestre del año se observa un descenso en el consumo del 5% medido en volumen (unidades, kilos y litros), y un incremento del 5% en los niveles de facturación. Si se toman en cuenta sólo los datos mensuales, la caída del consumo en junio es del 7% respecto al mismo mes del año anterior.

El comportamiento del consumo es dispar entre regiones. Veamos. Mientras que en Maldonado el consumo cae sólo 1% y en Montevideo sólo el 3%, en Paysandú y Salto la caída es del 11% y en Artigas y Rivera asciende al 10%. ¿Razones? Puede haber múltiples. Sin embargo, a la hora de aventurar, no es casualidad que las caídas más pronunciadas se den en departamentos con fuerte influencia fronteriza con Argentina y Brasil. El encarecimiento relativo de nuestra economía incrementa notoriamente el riesgo de “fuga de consumo” con preocupantes consecuencias para los niveles de actividad local.

En el caso de Montevideo, la información se desagrega por Municipio. Allí hay caídas mayores, en torno al 6%, en los Municipios A y D, mientras que en los Municipios B y Ch la caída es del 1% y 3%, respectivamente.

Los precios de las familias de productos relevadas han tenido un incremento promedio del 11,6% en la medición de junio 2022 versus el mismo mes del año anterior; salvo bebidas, el resto de los rubros (limpieza, alimentos, cuidado personal) han tenido ajustes mayores al IPC.

Otro dato relevante y preocupante para el sector retail es el comportamiento demográfico del Uruguay. Un informe reciente de Naciones Unidas reportó, por primera vez desde que se tienen registros, un descenso de la población en nuestro país. Para fin de 2022, se espera que habiten en suelo uruguayo casi 6.300 personas menos que a inicios de 2020. Y la proyección para el año 2100 es que nuestra población haya descendido en 1 millón de personas, retrotrayendo el registro a la cantidad de habitantes existentes en 1956. Claro que no es ciencia exacta, pero de confirmarse la tendencia, se multiplicarán los desafíos para el desarrollo, donde tendremos una sociedad envejecida, en proceso de reducción, con un mercado perdiendo atractivo. Y para consecuencias no hay que aguardar 80 años. La fuerte reducción de los nacimientos de los últimos 6 años, desde una visión económica, han disminuido significativamente el mercado para industrias que producen y comercializan bienes y servicios, atendiendo las necesidades del sector.

Como determinantes del consumo privado en el corto plazo, encontramos al mercado de trabajo, el ingreso de los hogares y las expectativas de los consumidores. Si bien el mercado de trabajo ha mostrado signos de reactivación, los salarios presentan caídas en términos reales, y el índice de confianza del consumidor refleja un importante deterioro en fase de moderado pesimismo.

Retomando lo del comienzo, en economías que han basado su configuración en el consumo, éste pasa a ser un motor fundamental para el buen desempeño. Tanto para la sensación de bienestar social, como para turbinar círculos virtuosos y expansivos, en la medida en que además se incorporen políticas de sustentabilidad. El monitoreo al detalle en tablero de datos reales, permite escaparle a la gestión basada promedios y entender entre otros comportamientos, respuestas disociadas, de nuestra economía. Por ejemplo, entre el frente externo que viene demandando a gran nivel producción nacional lo que debería generar mayores niveles de actividad e impacto en los hogares domésticos, versus la capacidad de consumir de éstos en el mercado local.

(*) Decano de UCU Business, Universidad Católica

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