OPINIÓN

Cambios inesperados en la fecundidad

En los países que facilitan el balance trabajo-familia, aumenta tanto la participación de la mujer en el mercado laboral como la tasa de fecundidad. 

Foto: Getty Images
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En los países desarrollados se observa un hecho inédito. La teoría económica no lo predijo. Hoy está pasando que, a mayor participación de la mujer en el mercado laboral, mayor el número de hijos. Y la explicación es que los países desarrollados optaron por facilitar la combinación trabajo y familia. ¿Cómo? Aumentando la inversión del Estado en primera infancia.

Con ese apoyo, la mujer se anima a cumplir sus aspiraciones de desarrollarse profesionalmente y, al mismo tiempo, ampliar la familia.Matthias Doepke obtuvo su doctorado en Economía en la Universidad de Chicago en al año 2000. Hoy es profesor de economía en Northwestern University. Junto con tres colegas de universidades alemanas, acaban de publicar una nueva investigación. La destacan como “una nueva era en la economía de la fecundidad”.

¿Por qué una nueva era?

Primer cambio que destaca su investigación: la tasa de fecundidad —el número de hijos por mujer— era decreciente con el nivel de ingresos. En cambio, ahora, si observamos a los países desarrollados, cuanto mayor es su nivel de ingreso mayor es el número de hijos por mujer.

Por ejemplo, en los años ’80, Portugal y España eran más pobres que Holanda y Estados Unidos, pero en la península ibérica las mujeres tenían más hijos. En cambio, en el siglo XXI, Portugal y España siguen teniendo un ingreso per cápita menor que Holanda y Estados Unidos pero la tasa de fecundidad de estos países más ricos superó a la de Portugal y España.

Segundo gran cambio que detectan. Cuanto mayor era la participación laboral de la mujer, menor era el número de hijos. Pero ahora, en los países desarrollados se observa que, a mayor participación de la mujer en el mercado de trabajo, mayor es la tasa de fecundidad.

A modo de ejemplo: en el siglo XXI la tasa de participación de la mujer en el mercado laboral en Estados Unidos es mayor que en España y, al mismo tiempo, en Estados Unidos las mujeres tienen casi el doble de hijos que en España.

Es una nueva era, porque antes la economía, la demografía y la sociología señalaban que para tener un buen trabajo había que renunciar a tener hijos. Se planteaba como una competencia entre desarrollarse profesionalmente o atender a la familia en expansión. Claudia Goldin, economista, profesora en Harvard lo resumía así: “antes la disyuntiva para las mujeres era trabajo o familia; luego la duda era si primero desarrollarme en mi carrera profesional para luego tener hijos; pero en las nuevas generaciones de los países más desarrollados ya las mujeres no tienen dudas: apuntan a desarrollarse profesionalmente y, al mismo tiempo, formar una familia trayendo hijos al mundo”.

Diferencia entre países

La gran diferencia entre los países es que algunos de ellos invierten para hacer compatible trabajo y familia, y otros se quedan atrás. En los países que facilitan el balance trabajo-familia, aumenta tanto la participación de la mujer en el mercado laboral como la tasa de fecundidad.

La política pública puede hacer mucho en este sentido. Porque un factor clave para hacer compatible trabajo y familia es la red de servicios de cuidados para los niños. Donde hay más inversión pública en las áreas de cuidado infantil y de educación preescolar, la tasa de fecundidad es más grande y las mujeres participan más en el mercado laboral.

¿Y si papá colabora en casa? Muy interesante. Matthias Doepke y su equipo de investigadores encuentran que, en los países donde el hombre colabora en las tareas del hogar y en el cuidado de los hijos, aumenta el número de hijos por mujer. Por ejemplo, Suecia. Allí el porcentaje de hombres que colaboran en sacar la casa adelante es el doble que en Japón.

¿Consecuencia? La tasa de fecundidad de Suecia es 50% mayor que la de Japón. Y esta relación estrecha entre colaborar en casa y número de hijos lo muestra Doepke y colegas para cerca de cuarenta países desarrollados.
Finalmente, la citada investigación muestra que la “salud” de los mercados laborales de un país también tiene un rol bien importante en la decisión de tener hijos. Si los trabajos atractivos son difíciles de encontrar y las tasas de desempleo son altas, las mujeres pueden pensar que dejar unos meses de trabajar por licencia maternal haría que cuando termine la licencia no tenga trabajo. En definitiva, un mercado laboral poco dinámico hace que las mujeres se retraigan en sus aspiraciones por aumentar el tamaño de la familia.

Consecuencias macroeconómicas de la fecundidad

Concluye la investigación señalando que muchos países están hoy sufriendo tasas de fecundidad por debajo del mínimo necesario para, al menos, mantener la población. Japón, por ejemplo, se están achicando en número de habitantes: los inmigrantes que recibe no llegan a compensar la baja tasa de natalidad y la población se achica. En Corea del Sur la tasa de fecundidad es de 0,92 hijos por mujer; recordemos que se necesitan al menos 2,1 hijos por mujer para mantener la población estable. Si el número de hijos por mujer en Corea del Sur sigue siendo 0,92 en los próximos años, cada generación sucesiva será la mitad de tamaño de la anterior.

En resumen, si se quiere apoyar a que las mujeres puedan cumplir sus aspiraciones de desarrollo profesional y de aumentar la familia al mismo tiempo, la investigación de Dopeke y su equipo sugieren tres componentes esenciales: desarrollo de políticas pro familia —por ejemplo, invirtiendo en cantidad y calidad de servicios de cuidados para los niños—; papás que se involucren en las tareas del hogar y crianza; y mercados laborales dinámicos y flexibles.

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