OPINIÓN

¿Cómo abordar el desafío de la informalidad urbana en la era de los datos?

La brecha digital es un desafío específico y muy relevante en áreas informales, donde el acceso a recursos y habilidades tecnológicas está en desventaja frente a los habitantes de la ciudad formal. 

Foto: Getty Images
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Estamos viviendo una época sin precedentes, donde la información se produce en una cantidad y velocidad nunca antes vistos en la historia. En el ámbito urbano, esto ha revolucionado la planificación y gestión de las ciudades a lo largo y a lo ancho de América Latina y el Caribe. Las Naciones Unidas, haciendo eco de la “era de los datos”, destacan el valor estratégico de la información para desarrollar políticas públicas y monitorear el avance de los países en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Los nuevos datos, herramientas y tecnologías ofrecen oportunidades no sólo para complementar las fuentes tradicionales de información, sino también para enriquecer el entendimiento de las dinámicas de las ciudades y sus habitantes, especialmente en territorios históricamente excluídos.

La falta de información adecuada sobre más de 125 millones de personas que viven hoy en áreas informales de América Latina y el Caribe, agrega una capa más de inequidad con respecto a los sectores formales (Patel & Baptist, 2012). La marginalización de las áreas informales en el ecosistema de datos urbanos tiene un impacto directo en la baja capacidad de planificación e integración de dichos espacios, e impacta la sostenibilidad en la provisión y mantenimiento de servicios públicos e infraestructura (Shekhar & Padmanabhan, 2015).

La falta de datos en áreas informales no solo dificulta el diseño de políticas públicas efectivas, sino que quita a estas comunidades de las herramientas necesarias para reclamar por sus derechos a la ciudad en forma efectiva. Sin datos adecuados sobre lo existente o lo necesario, resulta dificil integrar en forma equitativa, sostenible y efectiva a las comunidades afectadas.

En este contexto, definir qué y cómo se genera información en estos territorios es un aspecto crucial, ya que los datos (o la falta de ellos) estructuran las prioridades y las respuestas institucionales. Para ello, resulta clave entender que la forma en que se generan, analizan y utilizan los datos pueden reproducir e incluso profundizar patrones de exclusión e inequidad de las comunidades. Qué datos se recopilan, sobre qué aspectos, con qué propósito, quién los recopila y con qué herramientas, y qué actores tienen acceso a ellos son interrogantes que revelan las dimensiones políticas del proceso de generación de conocimiento en la era de las ciudades (Duarte, 2019).

Las tecnologías en la era de los datos abren la oportunidad para obtener nuevas fuentes de información sobre las ciudades, como sensores remotos, imágenes satelitales y dispositivos GPS, e incluso aplicar herramientas de inteligencia artifical y deep learning al análisis de las ciudades. Si bien esto resulta sumamente atractivo para el desarrollo de políticas públicas, es importante identificar que las tecnologías no son neutrales, ya que pueden contribuir a perpetuar sesgos y acentuar la discriminación de grupos marginados. En áreas informales, la participación ciudadana resulta especialmente necesaria y pertinente, ya que el conocimiento de las comunidades locales sobre su territorio, sus problemáticas y sus necesidades colectivas e individuales, introduce la contextualización local necesaria que es dificil de captar en forma remota. Para ello es esencial fortalecer las capacidades de individuos y colectivos sociales para comprender, manejar y generar sus propios datos en forma efectiva.

Propender a la justicia de datos es asegurar que la propiedad y el control de los datos creados sobre individuos y comunidades permanezcan accesibles, comprensibles y utilizables para dichos grupos. La brecha digital es un desafío específico y muy relevante en las áreas informales, donde el acceso a recursos y habilidades tecnológicas se encuentra en seria desventaja frente a los habitantes de la ciudad formal.

La ausencia de información sobre aspectos de la vida de las mujeres constituye otra de las grandes brechas de datos, especialmente en el hábitat informal. Estudios realizados en más de 60 países sugieren mayor posibilidad que las mujeres viviendo en ciudades residan en condiciones deficientes y en zonas de exclusión y marginación (Azcona, G., et al., 2020).

La feminización de la pobreza urbana hace que las mujeres se vean desproporcionadamente afectadas por contextos de segregación espacial, sufriendo mayor riesgo de pobreza, menor poder de negociación y acceso a recursos. A pesar de ello, los datos sobre las poblaciones viviendo en barrios informales no suelen captar adecuadamente las actividades, necesidades o intereses de las mujeres que habitan en ellos. La falta de información de calidad sobre aspectos de la vida de las mujeres es aún más problemática particularmente cuando los métodos de levantamiento fallan en representar adecuadamente la realidad, de tal manera que las mujeres parecen ser más dependientes y menos productivas de lo que realmente son. Esto sucede, por ejemplo, con el diseño de encuestas de hogar, que en muchos casos asumen o preidentifican al hombre como jefe y principal proveedor y estructuran las relaciones del nucleo familiar en torno a él, perdiendo información vital sobre las actividades de la mujer y cómo las mismas se vinculan con el sistema económico y productivo. El entendimiento de estos aspectos en contextos de informalidad impide el desarrollo de procesos de planificación e integración sociourbana que propendan a la igualdad de género y la sostenibilidad urbana.

Existen numerosos desafíos el acceso a información y el diseño de políticas públicas para la integración social y urbana de areas informales, y en este artículo solo hemos abordado algunos de ellos. Los datos por sí mismos no producen mejoras, pero proporcionan la evidencia necesaria para impulsar a la acción a los responsables institucionales, catalizar inversiones y demostrar la efectividad de las intervenciones. En última instancia, cuando los datos se utilizan, tienen un impacto: se toma una decisión, se modifica una condición y se afecta el bienestar de alguien. Si bien estamos viviendo en la era del big data, esta no reemplazará a los datos tradicionales - ambos deberán complementarse para maximir nuestro entendimiento, accionar el impacto en la integración social y urbana en nuestra región.

(*)Especialista en Desarrollo Urbano, CAF – Banco de Desarrollo de América Latina
Fuentes:
Azcona, G., Bhatt, A., Duerto Valero, S., & Priya, T. (2020). Harsh Realities: Marginalized Women in Cities of the Developing World. UN Women, New York.
Duarte, F., & Álvarez, R. (2019). The data politics of the urban age. Palgrave Communications, 5(1), 54. https://doi.org/10.1057/s41599-019-0264-3
Patel, S., & Baptist, C. (2012). Editorial: Documenting by the undocumented. Environment and Urbanization, 24(1), 3–12. https://doi.org/10.1177/0956247812438364
Shekhar, S., & Padmanabhan, V. (2015). Quality of civic data in India and the implications on the push for open data [Working Paper]. https://idl-bnc-idrc.dspacedirect.org/handle/10625/55352

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