EL PERSONAJE

Yisela Moreira: "Soy otra persona después de la maternidad"

La radio fue el primer amor de la sanducera. Entró a Canal 4 como conductora del noticiero con apenas 21 años. Sufre de insomnio y quiere plasmar su experiencia en un libro.

La conductora de "Teledía" sueña armar un proyecto que combine la comunicación y los viajes.
Yisela sueña armar un proyecto que combine la comunicación y los viajes. Foto: Estefanía Leal.

Nada de lo que ha salido de boca de Yisela Moreira pasó desapercibido nunca. Iba por la vida marcando presencia con sus palabras y no lo sabía. Ese timbre de voz potente y fuerte, heredado de su madre Rosa y que hacía confundir a su padre al teléfono, estuvo siempre ahí. Se imponía aunque ella no lo buscara. No se daba cuenta hasta que su profesora de ballet se lo mostró sin querer. Yisela estaba sentada en el piso dándole a la charla mientras esperaba su turno para practicar en la barra. Había cautivado la atención del auditorio, quizás no por lo interesante del cuento -ni siquiera recuerda el argumento- pero sí por ese tono gutural y atípico entre las adolescentes de 13 años que la escuchaban. Se ve que desconcentró a la profesora que gritó desde el fondo del salón: “¡Por qué no apagan la radio!”

Esa fue la primera de tantas veces que Yisela advirtió que su timbre de voz se imponía por encima del resto. “Tenés voz de radio”, le repetía la gente. Un profesor del liceo, incluso, le dictó sentencia profesional: “Lo suyo no es la economía, lo suyo está en la radio”, le dijo.

“¿Por qué no?”, pensó a sus jóvenes 16 años la actual conductora de Teledía (Canal 4). Y se anotó en un curso de comunicación en su Paysandú natal. Le fue bien, la invitaron a sumarse como locutora del magazine En Familia. “Descubrí que la radio era mágica”, confiesa nostálgica a Revista Domingo.

La misma nostalgia con la que habla de sus abuelos maternos Atilio y Tití, pilares fundamentales para ella. Vivió en su casa, también junto a sus padres, hasta los 11 años, y fue la niña mimada de la familia. Los recuerdos al lado de sus abuelos son todos felices: Atilio le llevaba dulce de batata cada vez que cobraba la jubilación y Tití cocinaba como los dioses. “Como sus papas fritas no había”, dice.

Se mudó a Montevideo decidida a cumplir su sueño de estudiar comunicación. Los primeros meses fueron de pura novelería: la facultad, los amigos y la libertad que no tenía en sus pagos, un poco por esa protección típica de los hijos únicos. Ganó independencia pero con el paso del tiempo, la distancia se hizo cada vez más dura. Se angustiaba y la pasaba mal, aunque nunca pensó en abandonar la carrera. “Yo sabía lo que quería”, afirma.

El sueño

Extrañaba mucho el día a día con la familia y los afectos. Aunque sus padres jamás le hablaran del nido vacío, los fines de semana se le hacían muy cuesta arriba. Los lunes recibía las encomiendas con ese aroma “a hogar y a Paysandú” que le daban las tortillas de verdura y las milanesas caseras de Rosa, y entonces la nostalgia y la distancia se hacían más visibles.

“Eran momentos sublimes pero de mucha inestabilidad emocional. No importaba qué había adentro de la caja, pero sentía el olor a casa”, recuerda.

El desarraigo fue tal que le provocó un insomnio que padece hasta hoy: “Es de las peores cosas que me han pasado. Sufrí muchos años y no se lo deseo a nadie”. Probó de todo para curarse y está segura de que recorrer ese camino de sanación la acercó a un proceso de auto descubrimiento que no hubiese transitado si hubiera dormido siempre en paz. “Me sirvió mucho para conocerme más”, sostiene.

Visitó una cantidad de médicos especialistas y dice que hay pocos profesionales que hayan estudiado el tema, incluso faltan clínicas multidisciplinarias: “Hay un debe y mucho para hacer y aprender”.

El trastorno del sueño le trajo problemas digestivos producto del estrés y tuvo que cambiar su alimentación. Por eso su dieta es cada vez más balanceada: “Como carne pero he tratado de dejar el gluten”.

Hizo biodecodificación, se abrió los registros Akashicos e incluso practicó una regresión. “Hice tanta cosa que al final no sé qué me ayudó a salir”, revela. No está curada al 100%, pero hace un año que descansa y duerme mejor.

La ayudó el deporte, sin dudas, pero su avance también coincidió con la mudanza de sus padres a Montevideo. Hoy duerme tranquila porque los tiene cerca: “Siempre hice la conexión mental de que necesitaba la contención de ellos”.

La metamorfosis

Entró a Canal 4 con 21 años y le tocó presentar noticias en una etapa compleja para el país: la crisis del 2002. “Fui un poco audaz”, reconoce. Y aunque no podía dejar pasar semejante oportunidad, dice que le hubiera gustado “hacer el camino a la inversa: entrar por una puerta chiquitita e ir de a poco, pero se dio así”.

Trató de foguearse y absorber todo lo que podía, pero la presión era fuerte y había mucha cosa en juego. Era mujer, joven y del interior: todo eso pesó. “Me costó. Me sentía chica, que me faltaba mucho por aprender para estar al frente del informativo. Sentí por muchos momentos que me quedaba un poco grande”, reconoce.

Se fue del canal antes de cumplir los 30 convencida de que quería enfocarse de lleno en la búsqueda de un bebé.

“Estaba en medio de un tratamiento y lo perdí. Era un momento bastante complicado del canal, yo lo estaba llevando con mucho estrés así que decidimos en conjunto dar un paso al costado para enfocarme en lo que en ese momento era mi prioridad: ser mamá. (...) Capaz que me hubiera gustado seguir trabajando, pero sabía que para lo que me estaba enfrentando necesitaba tener todas las energías puestas ahí”.

-Finalmente nació Lucas y volviste al canal distinta y más madura cuando él tenía 5 años , ¿la maternidad cambió tu sensibilidad?

-Siento que soy otra persona después de la maternidad. Tengo seguridad y certeza en un montón de cosas que antes no tenía. La certeza de que lo más importante es él. Todo en la vida me cambió. Las prioridades son otras. La vida pasa por otro lado. Uno ya no es lo más importante, es él. Busco mi felicidad en pro de mí pero también de él. Y la sensibilidad es otra también respecto a las noticias. Tengo claro que yo quiero estar con mi hijo. Mi trabajo es sumamente importante, lo disfruto mucho, pero no es lo único.

redes

La reina del TikTok

Su vuelta a la pantalla de Canal 4 para conducir Teledía, en 2018, coincidió con el auge de las redes sociales. Eligió anunciar la buena nueva con un vídeo que grabó junto a su hijo Lucas y lo publicó en su cuenta de Instagram, donde hoy tiene 78 mil seguidores. “Él tenía cinco años y no entendía mucho. Me acuerdo perfecto que yo le decía, ‘contá la noticia que tenemos’, y él decía, ‘mamá vuelve a la televisión’”. Yisela piensa que las redes fueron pieza clave en su retorno a los medios: “Fui marcando presencia, cierta cosa de acá estoy, sigo existiendo, estoy en redes y mirá qué simpática”. Hoy, además, son para ella una fuente de trabajo pero también de diversión. Durante la pandemia encontró en TikTok un espacio donde compartir con su hijo: “Fue una excusa para movernos un poco. Lucas tiene un gran swing y a los dos nos encanta bailar, es parte de nuestra rutina”, cuenta quien sorprende con grandes coreografías. Ha invitado a sus padres y amigos a participar de sus vídeos, e incluso contagió a Roberto Hernández, co conductor de Teledía: “Él no tenía Instagram, se creó una cuenta y le di unas clases. El alumno ya supera al profesor en algunas cosas”, dice entre risas.

Agradecida

Remó muchísimo para ser mamá y dejó un montón por el camino. Yisela y su expareja pasaron por muchos análisis y tres tratamientos de fertilización in vitro hasta poder concretarlo. Aquel 2 de febrero de 2012 gritó como una desaforada en la cocina de su casa cuando se enteró que por fin se había dado el milagro.

“Fue de las cosas más difíciles que me tocó atravesar y lo volvería a hacer tal cual porque ser la mamá de Lucas es lo más hermoso que puedo tener en la vida”.

En ese momento en que le llovían malas noticias, había que someterse a análisis súper invasivos, los estudios no daban bien, y cada test negativo era como una piña en el pecho, se abrazó a la fe y encontró en San Expedito un aliado. Se hizo devota del patrón de las causas justas y urgentes e “iba por la vida pidiéndole” que la bendijera con un hijo.

“Hice promesas de todo tipo y voy todos los 19 (de abril) a la iglesia a agradecerle. Coloqué un cartelito que mis padres después llevaron al cerro San Antonio e hice una donación a San Expedito cuando Lucas nació”, cuenta.

Dice que ya no puede pedir más nada y siente la necesidad de devolver todo eso que recibió: “Si yo lo logré, quiero ayudar a otros a que lo consigan”.

Ese afán por retribuir está siempre latente en Yisela. Tiene pendiente escribir un libro que reúna testimonios de distintas personas que sufren insomnio para que quienes atraviesan una situación similar tengan donde apoyarse. O, por qué no, armar una fundación vinculada a los trastornos del sueño. “Ojalá pueda devolver todo lo que he aprendido en este camino del insomnio”, dice.

Lo tiene en el tintero. Al igual que viajar, seguir aprendiendo comunicación, y armar un proyecto que una esas dos pasiones. Y algún día volver a hacer radio.

-¿Te gustaría volver a ser mamá?

-En algún momento lo manejé como una posibilidad, me hubiera gustado pero no sé en este momento. Lo que sí he aprendido en la vida es que nada puede ser determinante. Es lo que hoy me sucede y lo que hoy estoy pasando, pero no sé qué puede pasar más adelante.

Sus cosas

Su medio favorito: La radio fue donde dio sus primeros pasos y el medio que la enamoró. Descubrió su magia con 17 años, al hacer locuciones en el magazine sanducero En familia. Se reencontró con el dial los siete años que se alejó de la TV y sueña con volver a hacer radio. Aunque hoy prioriza el tiempo con su hijo.

Su referente: Cuando empezó a manejar la opción de inclinarse por la presentación de noticias se percató de que siempre había tenido a Blanca Rodríguez como espejo. Lo que más cautivaba a Yisela de la conductora de Subrayado era su presencia y credibilidad: “Le creía todo lo que me decía”, confiesa.

Ser madre
: Logró convertirse en mamá después de tres tratamientos de fertilización in vitro y pedirle mucho a San Expedito. Hoy disfruta a pleno de su hijo Lucas. La maternidad le permite, además, aportar su granito de arena a la causa feminista a través de lo que le enseña al pequeño de nueve años: “Me gusta ser activista desde ese rol. Ahí está el legado”.

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