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Whitney Wolfe Herd: la empresaria que fundó Bumble como alternativa a Tinder

Una aplicación de citas creada por una estadounidense para empoderar a las mujeres.

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Whitney Wolfe Herd, fundadora de Bumble.

Mil quinientos millones de dólares. Esa sería la fortuna de Whitney Wolfe Herd, la empresaria estadounidense que fue una de las impulsoras de la aplicación de citas Tinder, que debutó en la red hace nueve años. Fue ella, además, quien le puso el nombre a esa aplicación. Tinder traducido al castellano significa yesca, palabra que designa a una “materia muy seca que arde con facilidad” pero también a una “cosa o persona que estimula una pasión o perturbación”. Wolfe Herd dio en el clavo con el nombre. 

Si bien Tinder es una plataforma exitosa (solo en Estados Unidos tiene ganancias que superan los mil millones de dólares), tampoco es que sea un suceso global como, por ejemplo, Facebook (cerca de 3.000 millones de usuarios en el mundo). Hasta ahora, se calcula que hay unos 57 millones de personas registradas en Tinder a nivel global.

Oriunda de Salt Lake City, Wolfe Herd parece haber nacido con el impulso emprendedor y empresarial, combinado con cierta sensibilidad social. Antes de formar parte del equipo de Tinder (llegó hasta la vicepresidencia del departamento de marketing), había fundado una ONG para promover acciones ambientalistas e incursionado en un emprendimiento para vender ropa bajo el concepto de “fair trade” (comercio justo).

Cuando conoció a la dupla de Sean Rad y Justin Mateen y Tinder empezó a formar parte de la cultura actual, inició su camino hacia la cima. Rad y Mateen le hicieron caso cuando ella propuso la idea de comenzar a promocionar la aplicación entre las estudiantes universitarias. En un racconto que hizo The New York Times sobre su carrera se dice: “Wolfe Herd iba a los campus universitarios y seleccionaba a mujeres para convencerlas de empezar a usar la aplicación, intuyendo correctamente que los hombres harían lo mismo después”.

El trayecto hacia la cima empresarial, empero, no estuvo exento de problemas. Nunca lo está. El ambiente y la cultura Tinder fue adquiriendo algunos ribetes preocupantes para muchas mujeres. Una nota publicada en 2015, o sea tres años después del lanzamiento de la app, llevaba el título: ¿Cómo fue que las fotos de penes se convirtieron en algo normal en Tinder?

Dentro de la empresa, en tanto, también había conductas sexistas según Wolfe Herd. Ella y Mateen fueron pareja y luego de que esa relación terminara, la ejecutiva alega haber sido insultada y denigrada en público por Mateen. La ruptura de parte del equipo inicial se confirmó cuando Wolfe Herd se fue de Tinder y le inició un juicio a su antigua compañía por acoso sexual y discriminación.

Ella y sus antiguos compañeros, sin embargo, llegaron a un acuerdo fuera del ámbito judicial.

La ruptura con la empresa y la cultura sexista que empezó a florecer en Tinder reforzó el feminismo de Wolfe Herd. Y puede que le haya dado la idea para una nueva aplicación, una que compitiera con Tinder pero que “empoderara” a las mujeres: Bumble. En esa app (que arrancó en 2014 cuando ella tenía 24 años) tal como en Tinder, los movimientos (“swipes”) hacia a la izquierda o derecha determinan si habrá “match” o no. Pero a diferencia de Tinder, en Bumble es solo la mujer la que puede iniciar una conversación. No solo eso: ella tiene 24 horas para hacerlo (si paga la versión premium, tiene más tiempo). A su vez, el hombre también tiene 24 horas para contestar. De lo contrario, chau “match”.

Bumble es otro éxito comercial para Wolfe Herd. En enero, la empresa fue lanzada públicamente (o sea, se abrió a que “cualquiera” pudiera comprar acciones) con una base de usuarios que superaba los 40 millones.

Además, parece la piedra angular de un emporio que aspira a florecer. Sobre esa aplicación de citas, Wolfe Herd construyó una constelación de otras apps: hay una para amistades, otra para negocios, otra para hombres gay y así. Como multimillonaria que es, invirtió en un montón de diversos emprendimientos, algunos de los cuales ni siquiera son digitales o tienen que ver con tecnología.

En un perfil publicado en la revista Time se dice que Wolfe Herd ve a Bumble no principalmente como una aplicación sino como una marca. Además, respecto del feminismo el artículo ubica a la CEO en el “Complejo Industrial del Empoderamiento”: “La app Bumble representa un tipo de feminismo amable: es más sobre sentirse poderosa que ejercer, de hecho, el poder (…) El movimiento para empoderar a las mujeres, que históricamente ha sido un asunto de mujeres blancas privilegiadas, se encuentra en una encrucijada. Luego de la presidencia de Trump, luego de la pandemia, los mensajes de ese movimiento suenan anacrónicos, vencidos”.

La propia Wolfe Herd dice que “la palabra ‘empoderamiento’ se ha devaluado. Y hemos sido parte de eso (…) Ahora, todas las empresas promueven ‘poder femenino’ y dicen que ‘el futuro es femenino’”. Más allá de que la han criticado acusándola de haber copiado la idea de Tinder con una vueltita de tuerca, Bumble goza de un prestigio que otras aplicaciones de citas no tienen. Buena parte de esa imagen se basa en el discurso feminista de Wolfe Herd, por más “amable” que le pueda parecer a otras. 

Hay que trabajar mucho para satisfacer la ambición de llegar a la cima

En una entrevista que concedió hace dos años para The New York Times, la empresaria compartió algo de su agenda profesional y personal. En ella, parece evidente que se trata de una CEO que le gusta estar en todo.

“Lunes, 13.30. Llego al Capitolio de Texas para atestiguar mi apoyo al proyecto de ley que de aprobarse criminaliza el acto de mandar imágenes lascivas a través de internet (...) Luego de un día surreal, vuelo a casa junto a mi esposo a jugar con nuestro gran danés”.

“Martes, 5.30 am. Llamo a mi socio en Bumble, Andrey Andreev, propietario mayoritario de la compañía, que vive en Londres. Hablamos unas cinco veces al día (...) Llego a casa a las 18 y nuestro gran danés está tan excitado que tengo que esperar que venga mi marido para alejarlo de mí. Es un animal amable, pero no tiene idea de lo grande que es”.

“Miércoles, 7 am. Desayuno un jugo de apio casero. Quién sabe si será tan bueno como dicen. También me como algo de la comida china que sobró de la noche anterior. Trato de hacer una rutina de ejercicios pero me distraigo con el trabajo”.

“Jueves, 14 horas. Reunión con ejecutivos en Bumble. En estas reuniones se toman las grandes decisiones. Hablamos durante cuatro horas sobre lo que será la nueva sede principal de la empresa, con sede en Austin (...) También vemos cómo nos está yendo en otros mercados como México, Filipinas e India. Crecemos a un ritmo de medio millón de nuevos usuarios por mes, lo cual es positivo pero también conlleva una gran presión”.

“Viernes, 11.30 am. Llamo a Emma Watson para hablar de una posible participación de Bumble en su club de lecturas. Watson es una gran inspiración para mí y para Bumble”.

“Sábado, 11 am. Reviso unos 300 mails. Me gusta ponerle algo de pienso a las respuestas, no mandar cualquier cosa rápida desde mi teléfono. Entiendo que a muchos de mis empleados les puede resultar algo angustiante recibir un montón de correos míos un sábado, así que los programo a todos para que se envíen el lunes de mañana. Es lo que hago durante los fines de semana: revisar y mandar emails”.

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