COMPORTAMIENTO

Los uruguayos que viven fuera de las redes sociales: ¿por qué lo hacen? 

No todos tienen la necesidad de estar pendientes de Facebook, Twitter o Instagram.

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Sin redes: vivir separado del rebaño.

Las redes sociales nos hacen sentir más conectados. Esto es una verdad empírica. Pero hay otra: nuestra dependencia de la tecnología para comunicarnos con el mundo social que nos rodea, puede ser una pesada carga. Incluso una violación de la intimidad. En este cosmos cada vez más digitalizado, hay personas que no participan de las redes por motivos lógicos: la mayoría de los niños porque no todos los contenidos son aptos o accesibles para ellos, y algunos ancianos porque -como ellos expresan- son “de otra época”. Pero claro, en ambos grupos hay excepciones.

Los casos más curiosos de personas que no tienen una vida en las redes sociales son los de los más jóvenes. Para algunos de ellos, Facebook es “cosa de viejos” y Twitter algo “aburrido”, pero en general se ven cautivados por la experiencia de compartir vivencias y contenidos audiovisuales a través de plataformas como Instagram, Snapchat (que no se usa mucho en Uruguay) o TikTok. “La verdad es que no siento la necesidad de estar en las redes. Nunca la tuve. Básicamente se trata de gente que sube su vida a Internet para que todo el mundo la vea, es medio innecesario”, señala Sebastián Pera (18) a Revista Domingo. Cuando sus amigos hacen alguna reunión y suben imágenes (en las que eventualmente puede estar él), no se siente excluido. Y pese a que estudia ingeniería de sistemas, considera que las redes no necesariamente tienen que ver con su futura profesión. “Mi hermana tiene, pero las usa poco. Nadie de mi familia comparte mucho la vida privada en las redes. Y mi padre tampoco las usa”, agrega Sebastián.

Cecilia Lorenzo es otra persona a la que las redes no le parecen atractivas. Y a la que también le es indiferente que se publiquen imágenes o videos de reuniones familiares o de amigos en las que ella participa. Tiene 40 años, tres hijos y es docente de Secundaria. Su maternidad le demanda muchísimo tiempo; un tiempo precioso que no quiere perder en la virtualidad. “Tuve Facebook un par de meses porque me lo abrió una amiga, pero lo cerré, no me interesó. En mi opinión, la gente postea cosas que terminan no siendo reales. Con honestidad, creo que terminás perdiendo el tiempo”, opina.

“Ya de por sí el celular, con el WhatsApp y el trabajo, me insumen mucho tiempo. Prefiero ver a mis amigos de manera real, y no me da ninguna curiosidad cuando ellos suben fotos de las reuniones a las redes. Pero los veo muy pendientes de eso. Nos juntamos a fin de año y estaban más preocupados por la foto que iban a subir y los likes que iban a recibir que por vivir el momento de vernos después de un año de pandemia”, agrega.

Según Cecilia, las redes son “como un maquillaje”, una forma de “disfrazar” un momento que no siempre es tan genial como parece. “Es algo que también veo con mis alumnos. Ellos están aburridos en clase, te suben un TikTok y quedan contentísimos, pero a los dos minutos vuelven a tener la misma cara. Yo lo respeto y no quiero ser intolerante, pero no va con mi forma de ser”, sostiene.

Virtual e irreal

En el mundo hay muchos famosos que no utilizan redes sociales (ver nota aparte), como también los hay en Uruguay. Uno de estos casos es el del periodista Aureliano “Nano” Folle, quien pese a que sabe que las redes son una herramienta muy utilizada por los comunicadores, considera que son contraproducentes y perjudiciales para la vida misma. “Es una comunicación que no me da nada. Es como dice la palabra: son redes. Y terminás ‘enredado’ en eso. Capaz que soy de otra era en este aspecto, pero no me parece bueno, no me atrae. No me parece que tenga algún contenido especial que yo no pueda tener en la vida de otra manera”, dice a Revista Domingo.

Incluso sostiene que no es bueno “encontrar personas” a través de Facebook. Tuvo una experiencia y luego se dio cuenta de que “era mejor no volver a verlas”.

“Hay algo de falta de privacidad en ese mundo que si no está bien manejado (porque sé que hay gente que lo maneja muy bien) puede ser muy contraproducente. Esto lo ves por ejemplo en los adolescentes, que viven en una realidad compleja, con cambios en su personalidad, cambios estéticos. No le encuentro ninguna virtud. Tengo celular porque soy periodista, pero el día que deje de serlo, ya no lo voy a usar más”.

Folle siente que las redes atentan contra la verdadera comunicación. “Es algo entre virtual e irreal. Y en algunos casos se da que la gente saca lo peor de sí, y que dice cosas que no diría si estuviera mano a mano en una conversación”, acota.

Se acabó la privacidad

Gabriel Varela es despachante de aduanas y cumple 60 años a fin de mes. El martes a la noche se encontraba en el Estadio Centenario viendo el partido entre Uruguay y Venezuela y una clienta le envió un WhatsApp por un artículo que había comprado en el exterior. “¡Me mandó un mensaje para preguntarme por un secador de pelo! ¡No era para saber por un medicamento para el COVID o algo así, era por un secador de pelo!”, exclama, sorprendido. Gabriel nunca tuvo Facebook, ni Twitter. Mucho menos Instagram. Para él, con WhatsApp y el e-mail, que utiliza exclusivamente con fines laborales, es suficiente.

De todos modos, confiesa que gracias a una convocatoria de Facebook puedo reunirse con excompañeros del colegio Gabriela Mistral, a los que no veía desde hacía décadas (a él lo llamó uno de ellos por teléfono).

“El celular es un adelanto impresionante. Pero se acabó la privacidad, el tiempo libre, estás colgado constantemente. Voy a comer con mis hijas y ellas están todo el tiempo con el teléfono, habría que dejarlo antes de sentarse a la mesa. Y aparte, las redes violan todo el tiempo la privacidad. Ojo: no soy necio e interpreto que para muchísima gente pueden ser muy útiles. Pero a mí no me quita ni agrega nada que suba una cosa Wanda Nara o seguir a Cristiano Ronaldo. Capaz que soy Enrique el Antiguo, no lo sé”, se confiesa.

Menores y redes sociales

En otras épocas a los padres les preocupaba que sus hijos menores se colaran en los bailes con identificaciones falsas. Pero hoy, las preocupaciones están al alcance de la mano del niño: en un teléfono inteligente, una tableta o una computadora. Para peor, aquellos que antes no podían burlar a un portero, hoy sí pueden falsificar su identidad en una red social.

Pablo López es empleado bancario desde hace más de 30 años y tiene dos hijas: Florencia (21) y Lucía (13). Por eso, conoce perfectamente el valor que los jóvenes y adolescentes le asignan a las redes sociales y todo lo que han avanzado los smartphones en los últimos años. Florencia acaba de comprar en Estados Unidos un iPhone 13 Pro Max y él “heredó” (a cambio de una ayuda económica para esta adquisición) el Iphone 11 que ella usaba. A pesar de estar muy orgulloso de este “progreso” tecnológico en su propia vida, se vanagloria de no haber utilizado jamás una red social. “A mí no me interesa en lo más mínimo mostrar mi vida en Internet, ni ver la de los demás. Cada uno hace lo que quiere, me tiene totalmente sin cuidado. Con respecto a la actividad de mis hijas en las redes, nunca he tenido ningún elemento para desconfiar. En el caso de Lucía, abrió su Instagram junto con su madre. Lo hizo con ella porque yo no entiendo nada de cómo funciona. Pero el otro día me comentó que no acepta de amigo a nadie que no conozca”, dice Pablo a Revista Domingo. De todos modos, entiende que es “un tema de generaciones” y que “quizás para Lucía es importante estar en las redes porque están sus amigas”.

Internet es como la vida misma: en ella está todo lo bueno y todo lo malo. Dado que los sitios digitales no tienen un “portero” de fiar que rechace a los menores de edad, dependerá siempre de los padres asumir el papel de guardián. Pero: Y si los tutores no conocen cómo funcionan las puertas, ¿cómo evitarán que se cuelen sus hijos? La pregunta implica un desafío, en tiempos en que algunos (muy pocos) viven ajenos (y no por ello menos felices) a las redes sociales.

Famosos que evitan estar “enredados”

Scarlett Johansson, Kristen Stewart, Bradley Cooper, Emma Stone, Brad Pitt, Angelina Jolie, George Clooney y Cate Blanchett. Todos ellos tienen muchas cosas en común: son famosos, millonarios y tienen millones de seguidores, pese a no usar las redes sociales.

“No se me ocurre nada que prefiera hacer menos que tener que compartir continuamente detalles de mi vida cotidiana”, dijo una vez Johansson.

Otra celebridad que no tiene redes sociales es Kate Winslet. Y tiene sus motivos: “Tienen un gran impacto en la autoestima de las jóvenes, porque todo lo que hacen es diseñarse a sí mismas para agradar a las personas”, dijo la protagonista de Titanic a The Sunday Times. “¿Y qué viene con eso? Trastornos alimenticios. Y eso hace que mi sangre hierva. Y es la razón por la que no tenemos ninguna red social en nuestra casa”, agregó.

Kate Winslet
Kate Winslet.
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