NOMBRES

James Gunn, el director de cine pastelero

Se consagró comercialmente con Guardianes de la galaxia, fue despedido por algunos tuits, luego restituido y ahora se pasó del Marvel a DC.

James Gunn
James Gunn

Parecería que se quedó canoso de un día para el otro. En su cuenta de Instagram tiene fotos del rodaje de la primera entrega de Guardianes de la galaxia y aún tenía pelo y barba de color castaño. Probablemente, la percepción temporal es errónea, porque esa película es de hace ocho años. Lo cierto es que Gunn sigue luciendo un rostro bastante juvenil, solo que ahora enmarcado por una cabellera y una barba frondosas y tan blancas como helado de crema. Es tentador pensar que esas canas le llegaron repentinamente cuando se vio envuelto en una polémica que lo llevó a quedarse sin trabajo y con una reputación que, para muchos, nunca dejará de ser relevante cuando piensen en él.

Gunn no es un director de cine que pueda encasillarse en la sección auteur. No es alguien a quien Marvel llamó para darle una pátina (por fina que sea) de prestigio artístico a uno de sus productos, como cuando convoca a directores como Sam Raimi o Chloé Zhao. Gunn viene de la misma nación que los ejecutivos de Marvel: la del mainstream. Eso no quiere decir que no sea competente o talentoso. Solo que es alguien que se mueve dentro de ciertos parámetros y nunca se aventura fuera de ellos.

Antes de Guardianes de la galaxia, Gunn había dirigido pocas cosas y ninguna de ella hizo demasiado ruido. Un par de películas por acá (Slither, Super, ninguna de ellas estrenadas en cines en Uruguay), capítulos de series de televisión por allá, algún cortometraje, y poco más. En cierta manera, Guardianes... fue su primer proyecto más o menos relevante y con el cual se convirtió en un hacedor de películas de considerable peso en la industria del cine.

Cómo llegó a tener a cargo una producción tan importante con relativamente poca experiencia da para sospechar (¿amiguismo, nepotismo?), pero a favor de Gunn puede decirse que su aporte al universo cinematográfico de Marvel no generaba demasiadas expectativas antes de su estreno. Los personajes, más allá del nerdismo comiquero, eran prácticamente unos ignotos para el gran público. Aunque las películas de Marvel ya estaban entre las más populares y rentables de Hollywood, los protagonistas de Guardianes..., cuando aparecieron, daban la impresión de ser unos Vengadores de bajo presupuesto.

Pero la película dirigida por Gunn desafió a las expectativas tibias previas, y los cinco guardianes (dos de ellos, creaciones digitales) se hicieron un lugar entre los personajes más populares de la marca. Buena parte de ese mérito le corresponde a Gunn, que además tiene un crédito como coguionista.

El logro de esa película es que mezcló de una manera muy fluida y natural los componentes de comedia y aventura que tienen muchos de los mejores blockbusters. En particular, Guardianes... hizo acordar a películas como Los cazadores del arca perdida: acción (filmada de manera inapelable) casi sin parar, con respiros para sonreír o incluso reír.

Otra película que la primera entrega de Guardianes... trajo a la memoria de los más veteranos es La guerra de las galaxias (1977), en particular en el retrato de los diferentes habitantes del universo. Ahí, el equipo de realización retomó algo de la imaginación juguetona y algo infantil -dicho esto sin carga peyorativa alguna- que había desplegado aquel George Lucas de fines de los 70. Dicho sea de paso: Guardianes de la galaxia es mejor que cualquier película que haya salido recientemente de la grifa Star Wars, con Rogue One como excepción.

Lo que también distinguió a esa película es que Gunn es un director al que le gustan los colores. Si uno compara Guardianes... con la mayoría de las que integran el MCU, estas últimas parecen bastante apagadas y grises al lado de la de Gunn. Los viajes por el espacio rara vez son tan vistosos como cuando está Gunn en la silla de director trabajando con Ben Davis, el director de fotografía.

Por último, la película fue bien promocionada. La banda sonora, uno de los elementos que puede ser utilizado para potenciar el atractivo de un largometraje, fue armada de manera consistente y con el foco puesto en canciones pop de la década de 1970. En la película, el personaje de Peter Quill (interpretado por Chris Pratt) escucha esas canciones —entre ellas, Hooked On A Feelin’ de Björn Skifs, o Blue Swede— en una casetera, lo cual le agrega a la estética de la película un aire retrofuturista y, de paso, una guiñada a Star Wars, que inició su camino hacia la franquicia que es hoy en, justamente la década de 1970.

Gunn siguió de largo con una secuela (Guardianes de la galaxia Volumen 2) que, la verdad, demostró que eso de aventurarse fuera de los parámetros establecidos es lo que hay que hacer para permanecer como un realizador interesante. Más de lo mismo, pero recargado y encima con un título tan soso, empieza a dar lugar para las primeras señales de tedio.

Con todo, Gunn estaba si no de fiesta, sí relativamente tranquilo. Había logrado meterse en el Hollywood más rentable y notorio. Hasta que un tal Mike Cernovich desenterró unos tuits de años ha del propio Gunn, en los cuales hacía bromas sobre temas tan poco gratos como pedofilia y violaciones. Cernovich -un chanta importante que trafica ridículas teorías de conspiración-, había descubierto que lo que Gunn decía en esos tuits podía dar lugar a grandes polémicas. Y tuvo razón.

La viralización de esos tuits y el aluvión de indignación moral que le siguió hizo que Disney le soltara la mano: poco tiempo después de que se conocieran los antiguos posteos de Gunn en esa red social, lo pusieron de patitas en la calle. Eso fue en 2018. Gunn salió a pedir perdón, pero no hubo caso: estaba arafue, con la ñata contra el vidrio. En la arena pública donde se disputan las percepciones, Gunn había perdido.

Sin embargo, luego de unos meses en la tundra, Gunn fue recontratado por Disney. La explicación oficial fue que el director pidió disculpas de una manera que se percibió sincera, que los tuits eran de hace varios años y que el director había manejado todo el asunto posteriormente a la divulgación de una manera adulta. “Bienvenido de nuevo, James”.

Quienes fueron un poco más escépticos se fijaron en que Gunn tenía más de un contrato para dirigir películas dentro de Marvel, además de otras tareas como producción ejecutiva. Y también se fijaron en que todo el elenco de la película se le retobó a Disney. Los actores y actrices salieron a las redes sociales a respaldar a Gunn ante lo que interpretaron como un ataque político, dado que Cernovich y sus huestes así lo presentaron: Hollywood es “zurdo” y hace la vista gorda ante una situación en la que una de sus figuras dice unos cuantos disparates de mal gusto, mientras que denosta y cancela a figuras de la derecha.

Ante eso, Disney pareció hacer cuentas y llegado a la conclusión de que sería una complicación despedir definitivamente a Gunn. Metió violín en bolsa, esperó unos cuantos meses y luego volvió a contratar a Gunn para la tercera entrega de la saga, cuyo trailer salió hace unos días 

Pero ahora el incidente será algo de lo que se va a ocupar la competencia, porque Gunn va a asumir la construcción del universo cinematográfico de DC, la casa de Superman, Batman, Mujer Maravilla, la Liga de la Justicia y otros personajes. En otras palabras, Gunn va a ocupar el puesto equivalente al de Kevin Feige en Marvel (excepto que Feige no es director de cine) y que antes de él ocupaba Zack Snyder.

Se verá si Gunn consigue enderezar el buque DC, aunque va a estar difícil. Por lo pronto, una de sus primeras medidas sería “discontinuar” la línea de productos que se venían fabricando. El jueves se informó -al cierre de esto, sin confirmacióno oficial- que Gunn, ahora como un ejecutivo, habría tomado la decisión de arrancar un nuevo “Universo DC” de cero, lo cual seguramente implicaría salirse de los contratos con actores y actrices que ya tenían previsto hacer secuelas de películas que ya se han estrenado (The Rock, Henry Cavill, Gal Gadot, Jason Momoa, etc.). O sea, habría entrado a las patadas, derribando todo lo que había hecho gente como Snyder y reconfigurando el mapa de propiedades intelectuales en posesión de Warner. La jugada, de realizarse, solo tendrá éxito si la taquilla arroja resultados extraordinarios. Esto no es (solo) cine. Esto es big business.

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