EL PERSONAJE

'Fata' Delgado: "En 2005 pensé en bajarme del escenario"

El dueño de los hits más bailados de la música tropical se mantiene hace más de 25 años e hizo de Los Fatales una marca registrada. Hoy brilla en Poné Play y La Máscara.

El líder de Los Fatales se hizo solista por accidente. Foto: Leonardo Mainé
Fata Delgado, líder de Los Fatales, se hizo solista por accidente. Foto: Leonardo Mainé

Junio de 1999 quedará grabado a fuego en la memoria de Fabián “Fata” Delgado (55) y en la historia de la música tropical uruguaya. Pasaron 23 años y el líder de Los Fatales no es capaz de arriesgar una fecha exacta, aunque asegura que apenas se enteró del hito anotó día, mes y año en la pizarra de su oficina. Era una tarde del sexto mes del 99 y su teléfono no paraba de sonar: sus amigos querían avisarle que estaban pasando Comadre Compadre en Concierto FM, una emisora que nunca antes había programado una canción del género tropical. Lo olfateó: “‘Acá va a pasar algo’. Hice contrato con Argentina, fuimos cuatro años seguidos a tocar al programa de (Marcelo) Tinelli: todo pasó en el 99. Fue el mejor año”, asegura el Fata Delgado a Revista Domingo convencido de que marcó época.


Lo que siguió fue un aluvión de éxitos y conquistas que parece no tener fecha de vencimiento. Los Fatales son un clásico, una leyenda viva, una banda de culto que traspasa generaciones: la quiere la quinceañera en su noche soñada, los novios para levantar su boda, los que cumplen 30, 40, 50 o 60. “Es un grupo que quedó: si querés alegrar la fiesta llamá que no le errás”, confirma sin falsa modestia.

No sabe cuál es la fórmula de la permanencia de la marca -porque en eso convirtió a la banda- y aunque la supiera no tendría sentido que la diera a conocer: ¿qué gracia tiene si el mago revela los trucos? Quizás haya sido un premio a no perder la energía jamás y poner ganas -“voy a los shows con el entusiasmo de la primera vez”, confiesa- o que nunca paró de trabajar y estar en el candelero -en el escenario, en la tele o en alguna publicidad-. Sin ir más lejos, del 22 de julio al 14 de agosto hará una gira nacional por distintos teatros del interior del país.

A veces, dice, quiere aflojar un poco el pie del acelerador, pero este inquieto innato es un afortunado y le llueven propuestas tentadoras. Las últimas fueron para hacer televisión: está en el staff de Poné Play y es uno de los investigadores de La Máscara, el programa que es trending topic en Twitter cada jueves a la noche. Está chocho. En Canal 12 se siente en familia y, lo más importante, disfruta de las grabaciones. Si la pasara mal rechazaría las ofertas porque el cachet no es lo que más le preocupa hoy a la hora de firmar un contrato. “Me olvido por completo cuánto me van a pagar. Estoy en una etapa de mi vida donde si no me divierte no lo hago. Priorizo sentirme bien, la calidad de vida y la salud mental. Quiero hacer cosas que me hagan bien”, asegura.

Antesala

El Fata causa sensación desde la niñez. Dejaba anonado a sus parientes en cada cumpleaños al que iba: no podían creer que con 4 años repitiera como un loro las publicidades que veía en televisión. Su madre identificó ese ‘don’ y su capacidad para hablar hasta por los codos y lo anotó en una academia de declamación y recitado. Ahí estaba en su salsa. Mientras tanto, también merodeaba el baby fútbol, más motivado por su padre que por entusiasmo propio. Es que la cabeza del Fata siempre estuvo puesta en subir al escenario y hacerse conocido.

En el interín, “Pichu” Straneo, amigo y compañero de humoristas Los Carlitos, le comentó que iba a hacer un curso de peluquería y se anotó con él. Tenía 22 años y muchas ganas de independizarse. Aventurero como pocos, se instaló como Fabián Coiffeur en su Cerro natal. Y al poco tiempo rebautizó el negocio: “Cuando empecé a salir en Karibe con K se llamó Kortes con K porque en el Cerro era todo el mundo hincha de Karibe y Eduardo Ribero (productor de la banda) me dio permiso para usar el logo y las letras”, cuenta. Se daba maña para el corte pero los 20 shows por semana con Karibe lo hicieron bajar la cortina y colgar las tijeras. Y no parece haberse equivocado.

"Tengo más de lo que soñé y menos de lo que la gente piensa", asegura el Fata Delgado. Foto: Leonardo Mainé.
Fata Delgado se va de gira por los teatros del interior en julio y agosto. Foto: Leonardo Mainé.

Vueltas de la vida

Después de cinco años en Karibe con K se tiró a la pileta y fundó Los Fatales. Los 1999, 2000 y 2001 fueron años dorados y la banda llegó a hacer 12 shows por noche. Agota de solo pensar pero tener doble equipación les facilitó la logística: “Los del primer salón se iban a armar el tercero, llegábamos y era bajar de la camioneta y tener todo pronto”, cuenta. El Fata ya no tiene 25 y redujo la cantidad de shows a cinco por noche. Aunque el físico le diera, asegura que no volvería a ese ritmo. Al cansancio se le suma que el producto maduró, mejoró y hoy la calidad de sonido lleva la delantera. Eso fue premeditado: desde el inicio le comentaba a sus músicos que cuando tuvieran cuatro discos iban a poder armar un show que combinara candombe, plena, samba. “La idea era que el grupo tuviera identidad musical y lo conocieran también por el ritmo, no solo por la voz”.

Es que aunque siempre haya dado la cara por su conjunto, disfruta más de ser la cabeza creativa que de llevar la batuta en los shows.

-¿Alguna vez pensaste en bajarte del escenario y no cantar más?
-En 2005 volví de una gira por Estados Unidos pensando que quería producir y que cantaran otros; bajarme del escenario y dedicarme de lleno a lo que me apasiona más, que es elegir canciones, estar adentro de un estudio de grabación, buscar vestuario, diseñar espectáculos. Me levanto siempre pensando qué voy a hacer. Sucedió que gente que cantaba conmigo ese año emprendió camino de solista. Hubo un fin de semana que teníamos tres casamientos y Javier Carvalho y Gerardo ‘El Alemán’ Dorado tenían un Luna Park con Falta y Resto. No podían faltar. Y les dije ‘vayan, iré solo y cualquier cosa digo que están en Argentina con Falta y Resto’. Pasó que fui a la fiesta, canté, los novios me pedían fotos, se subieron al escenario, cantaron y nadie me preguntó por nadie. Me fui unos días de vacaciones a Maldonado para meditar qué iba a hacer, si seguir solo o qué. Avancé solo, la gente siempre me siguió aceptando y acá estoy.

Pasó de barajar la posibilidad de correrse del escenario a cantar solo. Fue sin querer. Y aun sin estar 100% convencido de la jugada, le salió redondo. “Terminé siendo solista y patrón por accidente. Empecé a hacer canciones, los temas pegaban rápido, me empezó a llamar mucha gente y tuve que poner una oficina. Yo hubiera querido bajarme y seguir produciendo pero Dios me marcó este camino y no me quejo de nada. Me gusta animar y ver a la gente divertirse”, sostiene.

Aunque lo meditó, en el fondo sabía que bajarse del escenario no iba a ser soplar y hacer botella. Los hechos le venían dando algunas pistas. Cuando en los boliches mandaba a otro a cantar, le decían ‘si sabía que vos no venías los ponía otro día’. Lo mismo pasó con Los Fatales para niños: ‘Si vos no venís, no los contrato’, le aclaraban. “Vi que iba a ser complicado, estaba muy identificada la marca con mi cara”, reconoce.

Inversor

El hombre que tocó en fiestas privadas para Luis Suárez, Edinson Cavani, Enzo Francescoli, Álvaro ‘Chino’ Recoba y otros astros del fútbol no piensa en el retiro de Los Fatales porque no le gusta planificar. “Voy viviendo lo que va sucediendo”, afirma. Este cincuentón organizado con las finanzas y fanático de la economía -lee libros vinculados al tema- no proyecta, salvo cuando tiene algún negocio entre manos. Invirtió en inmuebles y ahora dirige el proyecto Poolball, “una especie de cancha de pool con pelota de fútbol para jugar con los pies que se alquila para eventos y fiestas”, explica. Incluso la rentó a la Conmebol cuando se jugaron las finales de la Libertadores y la Sudamericana en el Estadio Centenario.

Los trabajos en televisión y lo que percibe por derecho de autor -hace poco le compraron los derechos de la canción Apagón para la serie de Luis Miguel y una marca de yerba argentina usa la música de Bicho Bicho para una publicidad que alcanza a 30 millones de personas- también le dan un respiro. “Me ayudó mucho en pandemia tener algo extra que no fuera cantar. También puedo enfermarme, solo confiar en la salud es muy difícil”, comenta.

Ser ordenado con las finanzas le ha dado frutos: “Tengo mucho más de lo que soñé y mucho menos de lo que la gente se cree pero estoy feliz como vivo”, cierra.

'Tramoya' en La Máscara
La noche que El Fata no descubrió a su amigo
Historia en Instagram de Fata Delgado junto a Pichu Straneo. Foto: Instagram Fata Delgado

Que la televisión le sienta bien no es una novedad. Participó de varios programas de forma ininterrumpida de 2003 a 2013: Sábado Fatales (VTV), Todo el mundo tiene (Canal 10), 2010 Jugá (Canal 10), Cantando en la oficina, Parque Jurásico, ambos de Canal 12. Su presente en La Máscara y Poné Play, también de Canal 12, lo tiene muy feliz: “Emboqué con dos programas que me encantan, uno relacionado con la música, y La Máscara es un boom, no puedo ir a ningún lado que no me comenten algo”, dice.

El 2 de junio se supo que quien se escondía detrás de sapo era Pichu Straneo, íntimo amigo del Fata. ¿Cómo no lo adivinó? “Lo llamaba y me decía ‘ya te dije que no soy, no me preguntes más, cómo te voy a mentir’. Estaba seguro de que era hasta que dije ‘voy a ir por otro’ (arriesgó Martín Bossi). Le mostraba el celular a Sofía (Rodríguez) y le decía ‘si está en línea y me contesta los mensajes’. Me hicieron una tramoya. Le agarraron el celular y permitió que me hicieran creer que me contestaba él. Me decía ‘tenor cerrense, estoy en la radio, cuando termine te llamo’. Así me dice Pichu, ¿quién más me va a decir una cosa así?”, cuenta sobre la jugarreta que le hizo la producción de La Máscara.

Sus cosas

Su canción: Bicho bicho es la que más lo identifica. Pasaron 20 años y sigue siendo la preferida de los niños: “No saben hablar pero piden esa canción”, dice. No sabe si la magia está en la armonía o la tonalidad pero traspasa generaciones y siempre lo acompaña. “Esos niños después cumplen 15, se casan y esto sigue”, se ríe.

Su materia pendiente: Soñaba con ser actor y su madre lo llevó a una escuela de declamación con 5 años. Hizo un bolo en el filme La Despedida (2010), interpretó algún rol en publicidad pero aún no pudo darse el gusto de actuar en teatro. “Me llamó Franklin Rodríguez para una obra pero estaba tapado de trabajo y no pude aceptar”, revela.

Su pasión: Poner cabeza a la hora de armar espectáculos y discos es lo que más disfruta. La producción, la creatividad, estar atento al vestuario, dice, le gusta más que cantar y siente que lo hace mucho mejor. “Elegir todos los temas de Los Fatales que la gente conoce fue una gran virtud y lo hago hasta hoy. Es un gusto que tengo”, comenta.

Reportar error
Enviado
Error
Reportar error
Temas relacionados