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Consejos para hacer compostaje en casa 

Un mal destino de los residuos orgánicos contamina. El compostaje correcto aparece como una alternativa ecológica y puede hacerse en casa.

Compost en casa
Compost en casa

"Creemos que clasificar y separar los residuos en el hogar debe transformarse en un hábito que sustituya el de tirar todos los residuos juntos en la basura”, dice a Revista Domingo Rolando Calvo, creador de Ciclo Orgánico Paysandú, un servicio de gestión de desechos orgánicos a domicilio que funciona con empresas y hogares de ese departamento y surgió en 2020, primero como una compostera comunitaria del barrio de Calvo. “Teniendo en cuenta que los orgánicos constituyen casi el 50% de la basura, al compostarlos estaríamos revalorizando la mitad de nuestros desperdicios, convirtiéndolos en un abono orgánico”.

En el caso de Montevideo, cuentan desde la iniciativa Compost Ciudadano, que desde 2019 funcionan de forma similar al equipo de Calvo, el problema está en que la basura de los hogares capitalinos se destina a la usina municipal de Felipe Cardoso. Esta “ha llegado a su límite en 2020 y se ha aplazado su capacidad por 10 años más”.

Además, uno de los beneficios directos de compostar (u otras de sus variantes como estiércol, humus de lombriz, bocashi) es generar abono para la tierra tanto de huertas como de plantas.

En el libro Huertas de Garage Gourmet (Grijalbo, disponible en librerías) se explica que este tipo de abono mejora “las características físicas, biológicas y químicas del suelo” y es un recurso económico que, a su vez, no agota el suelo.

¿Pero cuál es la manera correcta de hacer compostaje? ¿Puede ser en un balcón o directo sobre la tierra? Con esas y otras preguntas emprendimos esta nota que tiene como fin compartir consejos para el compost en casa.

¿Cómo hacerlo?

Hay distintos tipos de procesos y, aunque a veces se generaliza bajo “compostera”, no es del todo correcto. Rolando Calvo nos explica que las más comunes son “las vermicomposteras (con lombrices rojas) y la compostera térmica con microorganismos”.

En el mercado uruguayo se ofrecen distintos tipos que por su tamaño y funcionamiento pueden destinarse al balcón de una casa. Algunas tienen distintos niveles de depósito que facilitan la administración de los materiales y la utilización del abono. Pero para comenzar, basta con una tarrina de plástico con tapa y agujeritos para controlar el líquido generado y que no haya exceso de humedad. Debajo, una bandeja retiene el líquido y luego se utiliza para pulverizar sobre las hojas de las plantas.

El consejo de Compost Ciudadano es “comenzar a clasificar, para conocer cuánto generamos y así definir cómo vamos a hacer nuestra compostera”. Con la compostera en sí, se debe formar un ambiente especial con humedad y ventilación controlada en el que habiten microorganismos, bacterias, bichos que propicien el proceso de compostaje. Para “alimentarlo” sirven los restos y cáscaras de vegetales crudos, cáscaras de huevo, así como yerba, café, té, restos de poda libres de agrotóxicos, cartón o papeles que no tengan ni tintas ni plásticos, aserrín o viruta de madera sin tratar. 

“El compost bien hecho tiene olor a bosque húmedo, es de color oscuro y, a simple vista, no es posible reconocer los materiales originales con que fue hecho”, se lee en Huertas, donde dedican un capítulo entero no solo a diferenciar las distintas modalidades sino a explicar el paso a paso para cada una.

En comunidad

Compostar es una tarea que puede hacerse desde la casa de cada uno, así como en espacios compartidos que en algunos lugares están definidos por las huertas comunitarias y, en otros, por iniciativas como Compost Ciudadano o Ciclo Orgánico Paysandú.

Con una suscripción mensual que tiene un costo, los organizadores entregan tarrinas donde se despachan todos los orgánicos de la semana. Luego pasan a levantar estas tarrinas con horario y día previamente coordinado, por lo general una vez a la semana. Esos residuos se destinan a una compostera común. A los tres meses, el hogar recibe una porción de abono que podrá utilizar en sus plantas o huerta. También hay intendencias que destinan recursos con este fin.

Aprender

Compost Ciudadano también brinda talleres gratuitos a la población interesada. Si bien tratar los residuos orgánicos no es una tarea imposible, sí requiere tener ciertas nociones y conocimientos para generar el humus o compost y controlar las frustraciones (puede llevar unos cuantos meses obtener un buen resultado).

Además, tirar productos equivocados o en proporciones desmesuradas puede estropear el proceso. La iniciativa Más compost, menos residuos, de la Intendencia de Montevideo con el Departamento de Sistemas Ambientales de la Facultad de Agronomía abarca cursos que se brindan dos veces al año desde 2020 (por ahora en modo virtual) y que surgieron desde la inquietud de los vecinos que se manifestaron a través de Montevideo Decide.

Silvana Machado, ingeniera agrónoma y coordinadora del proyecto, cuenta que hay mucho interés de la gente por estos conocimientos. El próximo curso se dictaría en agosto, en un nivel inicial, durante un mes y una vez a la semana. “Después hay un segundo nivel para las personas que ya participaron del primer curso, que es de gestión, de formación de formadores, de promotores del compost”.

Un motivo urgente

Los efectos de plásticos y otros residuos no orgánicos sobre la contaminación ambiental son un tema conocido. Sin embargo, la mala clasificación de residuos orgánicos también está asociada a la producción de uno de los gases contaminantes que más afectan al efecto invernadero: el metano.

Un reporte de la Coalición Clima y Aire Limpio y el Programa para el Medioambiente de la ONU publicado en mayo asegura que es posible (“y vital”) reducir las emisiones de metano un 45% en 10 años. “Tales reducciones evitarían casi 0,3°C de calentamiento global para 2045 y contribuirían a cumplir con el objetivo del Acuerdo de París, de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C”.

Los desechos que van a los vertederos y aguas residuales representan un 20% de las emisiones de metano (las otras fuentes son los combustibles fósiles y la agricultura). “Los orgánicos al descomponerse en los vertederos mezclados con otros residuos lo hacen en ausencia de oxígeno liberando gas metano, el cual es uno de los grandes causantes del calentamiento global”, explica Rolando Calvo.

Si bien los hogares son solo una parte de los desechos de una ciudad, aplica el dicho del “granito de arena”.

Residuos a los que prestar atención

Cáscaras de cítricos: Silvana Machado explica que muchas veces se dice que las cáscaras de cítricos como naranja, mandarina, limones y pomelos no pueden ir al compost. Sin embargo, en su justa medida sí pueden. “En grandes cantidades no, porque buscamos un equilibrio en el ambiente y sus aceites esenciales afectan, por ejemplo, a las lombrices”. También hay que controlar la cantidad de restos de ajo y cebolla.

De origen animal: “Es importante evitar restos de comidas y carnes, ya que generan malos olores y pueden atraer roedores”, dicen desde Compost Ciudadano. “De origen animal lo único aconsejable para la compostera es la cáscara de huevo. Entre los restos de cocina que no pueden incorporarse están los aceites, la grasa o alimentos procesados y cocidos como fideos, arroz e incluso vegetales.

Cenizas de estufa: En el libro Huertas de Garage Gourmet (editado por Grijalbo y disponible en librerías) se lee que las cenizas de estufa o parrillero pueden ir a la compostera, pero sin abusar ya que “alcalinizan el compost”. Además hay que evitar papeles o cartones con tintas o plastificados. En cuanto a los desechos del jardín, no pueden incorporarse a la compostera ni flores ni plantas que hayan sido tratadas con agrotóxicos. Tampoco nylon o tejidos.

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