Viajero y analista

Robert Kaplan: las claves e intereses en tiempo de guerra

En un mundo sin certezas sus opiniones destacan, aunque hayan sido atacadas tanto por conservadores como por izquierdistas.

Robert Kaplan
Robert D. Kaplan

Robert D. Kaplan (Nueva York, 1952) es periodista, viajero, escritor y analista internacional. Aunque no es un académico, sus lecturas son amplias y profundas. Les suma el conocimiento del terreno: ha viajado mucho, a veces quedando expuesto a gran peligro. Su estilo y visión iconoclastas le han ganado críticas de conservadores, liberales e izquierdistas. No le pesa reconocer errores, como su apoyo inicial a la invasión de Estados Unidos a Iraq en 2003. Judío y veterano del ejército israelí, sostiene sin embargo que la ayuda norteamericana a Israel es excesiva y perjudica otros intereses estratégicos de Washington. Su trabajo es útil para quien tenga interés en comprender mejor el mundo actual y sus riesgos a corto y mediano plazo. La llegada a Uruguay de un libro unitario, La venganza de la geografía, y una recopilación de artículos, El retorno del mundo de Marco Polo, es una buena oportunidad para entrar en su obra, en momentos donde la guerra ruso-ucraniana ha convertido al mundo en un lugar falto de certezas. Si bien ambos libros son de antes de esta guerra, iniciada hace muy poco, en febrero de 2022, sus análisis esclarecen motivos e intereses que explican, en gran parte, la situación actual.

Tiempo, mapas, hombres

Tomando del francés Fernand Braudel (1902–1985) los conceptos historiográficos de “larga duración”, “coyuntura” y “eventos superficiales”, Kaplan sostiene que, aunque la demografía y la tecnología introducen cambios, la geografía, la historia y la cultura de los pueblos condicionan el presente. Estudia, por ejemplo, la política exterior china (militar, comercial y diplomática) a la luz de las relaciones imperiales del centro de desarrollo agrícola chino y sus periferias, donde la etnia Han no domina, y llega a conclusiones válidas para la actualidad. Según Kaplan, Beijing trata de acrecentar su poder en la vieja ruta de la seda que recorriera Marco Polo en el siglo XIII. Hay cambios, pues la seguridad en tierra ha permitido a China aventurarse a ser potencia naval proyectada hacia el Mar de la China y el Índico, por los que Polo volvió a Venecia. Por eso hay que tener en cuenta la historia y el mapa. Los mismos Estados Unidos que, ante la Rusia debilitada de los 90, frenaron la agresión serbia en Bosnia mediante bombardeos aéreos y con pocas bajas, luego quedaron atascados en Afganistán, donde los guerrilleros golpeaban rápido para esconderse luego en las montañas, por lo que la infantería no pudo jamás pacificar el terreno. Los talibanes obraban como los antiguos escitas, que vencieron al Imperio Persa hostigando a sus ejércitos y rehuyendo la batalla decisiva.

Principios e intereses

Kaplan toma distancia de los aislacionistas, que creen que Estados Unidos debe evitar, salvo ataque a su territorio o intereses, intervenir fuera de fronteras, y también de los políticos idealistas que preconizan que Estados Unidos tiene el deber de intervenir en cualquier punto del mapa donde se violen los derechos humanos y los principios liberales. Un lector suspicaz tildaría al autor de idealista o hipócrita, al postular siempre motivos tan nobles tras las intervenciones norteamericanas.

Kaplan toma una tesitura intermedia. Cree en los principios liberales, pero sostiene que los países, antes que principios, tienen intereses, y que el deber primero de los gobernantes es velar por ellos. No implica esto una renuncia a la dimensión ética de la política, sino un reconocimiento de que, para el Estado, los intereses pesan más que los principios, de que el gobierno estadounidense cuenta con recursos limitados para impulsar esos principios e intereses y, último pero no menos importantes, de que no todos los pueblos piden a gritos que se les imponga el american way of life.
Para Kaplan el objetivo es más conservador: mantener el equilibrio de poder entre las otras potencias de modo de conservar el predominio de los Estados Unidos, o por lo menos hacer que el declive sea lo más digno y gradual que se pueda.

Referentes

Parte de la honestidad intelectual de Kaplan es homenajear de modo explícito —aunque sin ocultar matices y discrepancias— a sus referentes, aunque su realismo político los haya hecho impopulares, como en el caso de los politólogos norteamericanos Samuel Huntington (1927–2008) y John J. Mearsheimer (1947) y el ex Secretario de Estado Henry Kissinger (Fürth, Baviera, 1923). La justificación de Kaplan al golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile promovido por Nixon y Kissinger muestra el mayor punto flaco de este autor: creer que durante la Guerra Fría todos los regímenes de izquierda en el Tercer Mundo iban a reeditar el alineamiento cubano con la URSS, lo que sigue siendo difícil de probar respecto al gobierno de Allende.

Kaplan sostiene que su país tiene destino de Imperio, y está obligado ética y políticamente a intervenir para preservar el orden en el mundo. Para ello, las costas atlánticas y pacíficas ayudan y complican a los Estados Unidos. Por un lado los dos océanos constituyen una formidable barrera ante posibles invasiones. Por otro dificultan el transporte de grandes contingentes de tropas norteamericanas contra cualquier enemigo remoto. Por eso Washington debería pelear sólo las batallas ineludibles, imitando la estrategia China del “poder blando”, que aunque crece en fuerza militar y aeronaval, aumenta su influencia en Asia central, Oriente Medio y Próximo y África mediante fuertes inversiones. Kaplan postula, además, que el hábil uso de sus aliados puede preservar del desgaste el poder militar —y sobre todo naval— norteamericano. En un tiempo en el que retornan la utopía del fundamentalismo religioso y los distintos imperios de larga data —la belicista Rusia de Putin, la China de Xi Jinping, y en menor medida la India, Turquía e Irán— ese llamado a la prudencia suena sensato.

Son dos libros valiosos, incluso si son leídos en discrepancia, porque obligan a repensar el mundo y a la acción política de gobernantes y pueblos.

Ambos volúmenes tienen un diseño sobrio y agradable, con muy pocas erratas. Al lector poco especializado le conviene comenzar por los artículos de El retorno del mundo de Marco Polo.

LA VENGANZA DE LA GEOGRAFÍA: LA GEOGRAFÍA MARCA EL DESTINO DE LAS NACIONES, de Robert D. Kaplan. RBA libros, 2020. Barcelona, 478 págs. Traducción de Laura Martín de Dios.
EL RETORNO DEL MUNDO DE MARCO POLO, de Robert D. Kaplan. RBA Libros, 2021. Barcelona, 351 págs. Traducción de Albino Santos Mosquera.

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