HITOS DE LA CULTURA MUSICAL

Eduardo Mateo, Urbano Moraes, y el hallazgo de las pistas secretas de Musicasión

Unas cintas abandonadas en el piso del legendario ingeniero de sonido Carlos Piriz, en Buenos Aires, guardaban un tesoro.

Eduardo Mateo
Urbano Moraes y Eduardo Mateo

"De este cuarto llevate lo quieras”. Mario Agustín escuchó la sugerencia de parte de la ex mujer de Juan Carlos Piriz en el departamento que compartía con el legendario ingeniero de sonido uruguayo. Agustín había sido invitado por Joaquín, hijo de la pareja, a llevarse los discos de vinilo arrumbados en el viejo hogar de San Telmo que iba a ser vaciado para una mudanza. Había, en ese cuarto, desde trajes a una churrasquera enorme que el joven rescató como una reliquia doméstica. Mientras acomodaba las cosas en el ascensor observó por el rabillo del ojo la forma del tesoro. Una caja de cartón con manchas de humedad en la que apenas se leía la palabra “cintas”. Era mayo de 2020, segundo mes de la pandemia que puso en modo pausa la película de la ciudad, y el melómano y coleccionista dejó el castillo Piriz en un auto repleto hasta el techo, con esa y otras cajas en iguales condiciones, abandonadas en el entrepiso. No sabía que estaba por ser parte de un hito cultural clave de la historia de la música popular uruguaya.

Entonces, Juana Molina

Ahora es febrero de 2022 y en un altillo de Vicente López, en el otro extremo de Buenos Aires, un set Hi Fi reproduce la guitarra de Eduardo Mateo en un track inédito de El Kinto que forma parte de la reedición en vinilo de Musicasión 4 ½ (1971). Una versión remasterizada del original más un vinilo extra con todo el material que Agustín rescató aquella tarde y que comenta entre surcos junto a Juana Molina, su socia en esta aventura.

Nimbada por el sol de la tarde, la histriónica compositora se pregunta “Por qué yo”. Como si el destino le hubiera tenido reservado este lugar en el rescate de fragmentos enmudecidos del candombe beat y la música popular uruguaya, marcada por la influencia de la psicodelia. Pero el camino que la trajo hasta este sillón en el que se acurruca es otro, porque este sonido está en el ADN de su estilo, hecho que se remonta a su infancia. La compositora heredó de su padre, el cantor de tangos Horacio Molina, una copia en vinilo de la edición original de Musicasión 4 ½ que Mateo le trajo de Montevideo y le dedicó de puño y letra. Como si no hubiera sido suficiente lo que Juana hizo con su propia discografía, en la que trajo el misterio uruguayo al siglo XXI, en el camino se cruzó con Agustín, quien se acercó a ella como colaborador y le hizo escuchar esto que suena ahora: las voces de Verónica Indart, Urbano Moraes, Ruben Rada, Diane Denoir o el mismo Mateo en registros que habían quedado sin procesar en esas cajas etiquetadas como “cintas”. “No creo que encuentres nada ahí”, le había advertido aquella tarde la mujer que conocía la metodología de Piriz. En su memoria, las cintas podían ser masters de discos ya editados (lo cual era valioso de todos modos) o pasajes de vinilo a cinta magnética que Piriz realizaba para preservar algunos LP. Lo cierto es que Mario Agustín y Juana Molina terminaron teniendo a su cuidado el catálogo completo del breve sello De la Planta (1969-1974) que Piriz y el guitarrista Coyo Abuchalja habían fundado en Montevideo.

La ruta de las grabaciones entre los estudios Sondor (Montevideo) e Ion (Buenos Aires) aparecía escrita en las planillas completadas por Piriz, que cruzaba el Plata para reprocesarlas, hasta que tomó el control de la consola en el legendario estudio porteño. Así fue como Mateo viajó para grabar su primer álbum solista y lo mismo hizo su compañero en El Kinto, el bajista Urbano Moraes. La diferencia es que Moraes no llegó a completar el álbum y las únicas cuatro canciones grabadas fueron a parar a esas cajas que Agustín encontró en el entrepiso de San Telmo. A una de ellas le faltaba la pista vocal. Agustín y Molina la escucharon en la voz de Moraes cuando lo visitaron en 2021 para contarle del proyecto. El ex bajista de El Kinto tuvo que hacer un esfuerzo para recordar las palabras que había escrito para aquella música. Este material fue lo primero que Agustín pudo digitalizar tras un arduo trabajo para deshumidificar las cintas, proceso que durante el aislamiento de la cuarentena se volvió todavía más complejo.

Nico en el Río de la Plata

El disco inconcluso de Urbano en Ion es parte del vinilo extra de la nueva edición, hecho que completa el panorama de la escena uruguaya de fines de los 60, proyecto que Piriz se había propuesto con el registro de las Musicasiones. Con esta exhumación vuelve al primer plano el Concierto Beat del 11 de diciembre de 1966 que está en el origen de toda esta experiencia. De aquel show colectivo en el Teatro Solís sólo se habían publicado hasta hoy dos temas que Diane Denoir cantó con el trío de Mateo (“Fever”, “Vivo pensando”) en el CD Inéditas, con arte de tapa de Ignacio Iturria. El vinilo extra de Musicasión 4 ½ agrega ahora una versión de “Estoy sin ti” en francés por Diane Denoir, y “Aquel payaso”, el primer tema compuesto por Ruben Rada, también con el trío de Mateo como backing band.

Otros aportes de este rescate son un collage de música concreta como fondo a un padre nuestro recitado por Horacio Buscaglia; la versión completa de “Ni me puedes ver” (cuya intro y final habían sido editadas) de El Kinto; y la voz hierática de Verónica Indart que aparece en disco por segunda vez, aquí como parte de Horama, un trío con Mateo y Buscaglia que tuvo la fugaz vida de un coleóptero. Una discografía de dos canciones hipnóticas, por las que Indart bien podría ser considerada como una Nico del Río de la Plata.

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