Vuelve el músico street-arty

Damon Albarn le canta, desde Londres, a la Torre de Montevideo

El músico inglés quedó fascinado con el Palacio Salvo y le dedicó una canción de su último álbum desde el escenario del Globe Theater de Shakespeare.

Damon Albarn
Damon Albarn en el Globe Theater, con público y vía streaming

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A la hora señalada, el click de la laptop abre una pantalla en la que todo el frente es ocupado por el logotipo del Globe Theatre de Londres, la reconstrucción del teatro circular isabelino donde se siguen representando cinco siglos después las obras de William Shakespeare. Una leyenda advierte: “el show empezará en minutos”. El murmullo que invade los auriculares es identificable al de la antesala de un teatro: conversaciones entrecruzadas, rumores, alguna risa. Pero parece otro de los efectos de la cultura playback que tuvo su apogeo en los peores meses de la pandemia en 2020. Como esos primeros cruces de la Champions League en el que a los estadios vacíos europeos se superponían grabaciones de las tribunas. Una fantasmática del espectáculo que ahora, aquí (¿pero ahora y aquí son en Londres o en Buenos Aires o en Montevideo o en ningún lado?), parece atemperada. El audio del público del primer show presencial de Damon Albarn pos lockdown es real, en el teatro hay público, y en segundos todos los observadores remotos, que como este cronista se conectaron desde 67 países distintos, estarán no estando entre la gente que ha colmado el teatro de Shakespeare.

Pero sucederá algo inesperado que hará de esta experiencia híbrida un evento muy cercano. O por lo menos más cercano a cualquier internauta del Río de La Plata que a los londoners que se llegaron hasta el Southbank para ver de cerca al líder de Blur y Gorillaz, con y sin barbijo.

18 de julio y Plaza Independencia

El streaming es impecable. No solo en cuanto al sonido sino, sobre todo, a las vistas del teatro y el escenario que permiten un acercamiento de roadie-voyeur dejando ver el set de teclados sobre el que Albarn se parapeta esta noche (en Londres) que en realidad es de tarde (en el sur). Presenta entonces las nuevas canciones de The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows, el segundo disco que firma con su nombre, esperado para noviembre de 2021.

Albarn se permite una introducción sugestiva y se diría que poética como preludio a la siguiente canción. Habla de un bote en medio del río y de un paisaje neblinoso en el que se advierten algunas luces y de cómo ha imaginado la música de una orquesta tocada desde allí. Entre las palabras que describen esa escena digna de una pintura simbolista de Bocklin el crítico remoto cree haber oído el término “Montevideo”, pero desiste. No puede ser. Acaso fuera una rémora inconsciente del Barradazo que en esa misma semana acaparó toda su atención con la inauguración del pintor vibracionista en el museo Malba de Buenos Aires. Sin embargo, sentado al piano Wurlitzer, a Albarn se le escucha cantar claro y preciso “The tower of Montevideo has many rooms” (“La torre de Montevideo tiene muchas habitaciones”). Claro que Albarn es de Whitechapel y pronuncia “montivideio” o algo así, y es raro escucharlo desde el Río de la Plata y desde el otro lado del mundo cuando canta una canción de su nuevo álbum en la que también nombra a la otra orilla del río, la occidental: “Once there was cinema and there were parties and a light at the top of the tower could reach Argentina” (“Una vez tuvo un cine y había fiestas y una luz en la parte más alta de la torre alcanzaba a la Argentina”).

El efecto es rarísimo. Albarn, que visitó Montevideo dos veces, está cantando sobre el Palacio Salvo desde el mayor de los extrañamientos posibles. El público que colma el Globe Theatre de Londres para verlo con una banda multiétnica, y mucho más cerca del formato de cámara que del pop, entendió muy poco.

La fascinación de Albarn por el rascacielos edificado en 1928 germinó en su visita de 2013 con Blur (Teatro de Verano) ya que decidió ilustrar después la portada del single “Heavy Seas of Love” (2014) con una fotografía aérea, blanco y negro, del Salvo. ¿Pero qué lo llevó a escribir una letra pensando en Montevideo para un álbum que, de no haber mediado el lockdown, tenía destino de colección de paisajes sonoros inspirados en la geografía inaudita de Islandia? A través de su management, Albarn nos responderá algunos días después: “La canción es acerca de un edificio que tuvo una fuerte impresión sobre mí. Es de principios de los años 30 y tiene un estilo de arquitectura de algunos lugares de la era Mussolini que ví en Milán. Tiene esa atmósfera extraña pero es muy bello y en sus mejores días tuvo un cine, un salón de baile y un faro en la azotea cuya luz podía verse desde Buenos Aires. Es una parte muy hermosa del mundo. Es raro que haya partes de Sudamérica que nos resulten familiares por su arquitectura pero es completamente otro mundo. Y el hotel en el que me alojé la primera vez que visité Montevideo… Sentí la presencia fuerte de un espectro, un fantasma, y traté de interiorizarme porque sé de otra gente que sintió lo mismo y es cierto: es famoso por su fantasma”.

Lounge vacío y gélido

La canción “The Tower of Montevideo” había sido adelantada en YouTube el 7 de agosto con un video fijo en el que se ve a Albarn de espaldas con el aspecto de Tommy Shelby (Cillian Murphy), el protagonista de la serie Peaky Blinders. Tiene el estilo de canción-ambient que sobrevuela su producción solista (esto es, fuera de Blur, Gorillaz, The Good, The Bad & The Queen y una miríada de proyectos). Una atmósfera de lounge vacío y gélido en el que vuelca melodías que buscan insuflar humanidad en este ambiente de contacto virtual agravado ahora por la pandemia.

Música que parece hecha para ser escuchada en una radio de onda corta como una experiencia solitaria y lejana. Así, la postal extrañada le da a “Tower of Montevideo” un rasgo de genealogía con la literatura de los viajeros ingleses del siglo XIX que dejaron constancia de la geografía y las gentes de esta parte de la tierra. Y es síntesis de lo damoníaco, el perfil que le ha llevado años construir entre los años populistas del Brit Pop y esta madurez en la que conviven el viajero etno-pop (David Byrne), con un Bowie de pub, una manera menos ácida de Ray Davies y la ambición sónica de Brian Eno sin el rigor del laboratorio. Albarn es street-arty, para ponerlo bien y pronto.

El escenario en el que se presentó “Tower Of Montevideo” es más que significativo. El teatro circular levantado a orillas del Támesis se prendió fuego en 1613 y se volvió a construir en 1997 a dos cuadras de su sitio original, sobre los bocetos originales, con una representación de Enrique V. Ese año, Blur editaba su quinto álbum mientras Tony Blair aterrizaba en Downing Street endulzando los oídos progresistas con su Tercera Vía que terminó por replegar todas las banderas del laborismo inglés. Ante el público del Globe Theatre, bajo la luna de Londres, Albarn no se privó de hacer una breve pero firme reflexión anti Brexit. Hasta cantará en francés una de sus nuevas canciones, y aunque deje para el cierre una versión emotiva de “This is a Low” (Blur, 1994) ya nunca será el mismo artista que le decía al semanario Melody Maker “nuestra cultura está bajo amenaza” como respuesta al grunge norteamericano. Eso no lo hace menos londinense: cantar sobre algo tan lejano como el faro del Palacio Salvo sea acaso ahora su forma de serlo. Con la Fred Perry puesta, claro está.

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