HISTORIAS

Duarte, la joya de Defensor: del llanto por venir a la capital a un futuro prometedor y el consejo de Luis Suárez

Escaló categorías y debutó con 17 años, pero nada de eso hubiese sido posible de no ser por la que hoy es su familia. Sueña con la Libertadores y quiere retribuirle el esfuerzo a su madre.

Anderson Duarte. Foto: Sofía Berardi.
Anderson Duarte. 

Si no te vas a Montevideo vas terminar preso o en las drogas”, le repetía su madre al chico que lloraba porque quería volver a casa. 400 kilómetros separaban ese lugar de su amor por la pelota, uno que no hubiese sido posible de no ser por Karen, Juan y su familia.

Anderson Duarte (18) jugaba en la selección de Tacuarembó y en el Policial, equipo al que lo llevó su abuela con tres años. En el resto del día, la calle donde vivía era la mejor cancha. Escondida hasta la medianoche y un faltazo a la escuela cada viernes cuando empezó a probarse en la capital. Tuvo la suerte de encontrar a alguien que cubriera los costos del viaje, pero nadie podía ocupar el vacío que le quedaba cuando su ciudad, su madre y sus hermanos se perdían en el paisaje. Vivía en un barrio donde las drogas eran moneda común y no discriminaban edad, pero ya tenía claro que su camino era otro. “No era algo que yo iba a escoger”, asegura Duarte. Si bien estudiar era obligación en su hogar, su madre nunca dejó de pedirle que siguiera su sueño.

Cómo le explicas a un chico de ocho años que todo es por su bien. No lo entiende, pero quien lo captó en Rincón de Carrasco (donde hizo su último año de baby) le dijo que aguantara, que todo iba a mejorar. Iba a cumplir siete cuando en un campeonato de selecciones de Rivera, bajo la mirada de Juan Gragnulatti, Anderson hizo seis goles en un solo tiempo. Así que el captador, con quien vive hoy -y es un padre para él- dialogó con el DT y juntos le dijeron a Duarte que querían hablar con su madre para llevarlo a Rincón. A partir de ese día empezó a venir cada 15 días. Salía a las 7, practicaba a las 15 en el Comando y volvía a Tacuarembó a las 22.

Anderson Duarte y Juan Gragnulatti.
Anderson Duarte y Juan Gragnulatti.

Eso fue hasta los 12 que empezó en Defensor Sporting. Jugó el Torneo Experimental y del baby pasó a Sub 14, adquiriendo las enseñanzas del Profe Santos. “Tenía la voz alta y algunos se iban llorando, a veces venían los padres a hablar, pero dependía de si tomabas sus palabras como rezongo”, recuerda Anderson, que lloraba seguido y pedía para volver a casa, pero su madre y Juan insistían que se quedara.

Quién había percibido su talento lo invitó a vivir con él y su esposa en la pandemia, cuando la casita violeta cerró. Ahora esa es su casa y la hija de los que son como sus padres es su hermana, tiene su nombre y sus ojos tatuados y es la responsable de quitarle el malhumor cuando llega cruzado de alguna práctica.

Anderson Duarte y su familia
Anderson Duarte, Juan, Victoria y Aina

"Juan siempre me muestra la foto de cuando me fue a ver a Tacuarembó, o vemos videos de hoy de Defensor, mi foto en el edificio con la camiseta nueva... Ser una de esas caritas, eso lo pone muy contento. Hablamos de que si yo me hubiese ido, no me iba a ver en ese cartel".

Jugando de mediapunta o de extremo recorrió las formativas salteando categorías y dijo presente en todo el proceso selectivo. Con la Sub 17 participó del COTIF y aunque a Uruguay le fue mal, Anderson fue parte del 11 ideal del torneo, además de salir en el diario As como “la última joya de Defensor Sporting”. Siguió con ese rendimiento y no había vuelto de romperla en los amistosos con Costa Rica y Honduras cuando el coordinador de formativas se contactó con él para que se presentara a entrenar con el primer equipo.

Anderson Duarte en el duelo amistoso Uruguay-Perú. Foto: Estefanía Leal.
Anderson Duarte en el duelo amistoso Uruguay-Perú. Foto: Estefanía Leal.

Ese día regresaban y allá fue Anderson, de Carrasco a Pichincha sin escalas. Al otro día debutó, con solo 17 años, pero estuvo lejos de ser un estreno color de rosas. Estaba en la “B”, su equipo vivía uno de los peores momentos de la historia y la tensión de aquel plantel desconocía las risas y chiste de la Cuarta. Las prácticas eran mudas y de caras largas, pero Anderson intentó aprender. Ayudó en el ascenso, ahora el clima es la antítesis de aquella olla a presión y el Tuerto vive un buen momento en el Clausura.

Presente

Anderson sueña con jugar la Libertadores y asegura que la relación con DT le genera mucha confianza. “Con Marcelo (Méndez) me llevo 10 puntos, cada vez que me habla es para mejorar o para ayudarme en la cancha y decirme que me genere yo mismo los espacios”, explica quien hasta que una lesión lo mantuvo al margen se había ganado la titularidad. Si pudiese elegir jugaría “suelto, atrás del nueve”. De hecho, de esta forma congenia en la selección con Andrés Ferrari, que también está en Defensor.

Anderson Duarte en el partido Fénix-Defensor Sporting, Foto: N.Leal.
Anderson Duarte en el partido Fénix-Defensor Sporting, Foto: N.Leal.

Duarte es un futbolista con creación y gol, que sabe ubicarse. En la cancha y en la vida. No se desespera por un pase al exterior. Le encantaría jugar en Europa, pero su cabeza está en Defensor. Si se va le gustaría llevarse a su madre, a quien le quiere agradecer su insistencia.

“Mi mayor orgullo sería regalarle una casa y decirle ‘vieja, no labures más’”, dice después de tomar un mate, sentado en una pelota de pilates con un pizarrón detrás que dice “el talento te hace destacar, el corazón te hace trascender”.

Luis Suárez, de ídolo a rival

Anderson Duarte y Luis Suárez.
Anderson Duarte y Luis Suárez.

Duarte admira a Giorgian de Arrascaeta, pero no más que a Luis Suárez. "Es mi ídolo desde chico. Por cómo juega, la garra que tiene, me encanta", explica. "Lo vi en un evento de una marca deportiva", recuerda del momento en que se tomó la foto. Ese día no hablaron, pero lo volvió a cruzar en el Complejo Celeste, allí se saludaron y el Pistolero le apoyó el brazo con fuerza para saludarlo. "Está más fuerte", dice Duarte riendo. 

Lo siguió desde que tiene memoria y no le pareció una locura cuando se especuló con su regreso a Nacional. En la fecha 12 deberá enfrentarlo cuando Defensor Sporting visite al tricolor en el Gran Parque Central. Una vez que suene el pitazo pasarán a ser rivales y, cuando termine, el duelo, Duarte irá en busca de la camiseta. Tiene las de ganar, porque Suárez ya lo conoce, incluso le aduló un gol y le dio un consejo. 

El consejo

Cuando al salteño le muestran el tanto que Duarte hace ante Paraguay con la selección, este le responde al intermediario: "Qué golazo que hizo, gira, definiendo así. Qué golazo. Así que dice que el mejor en su posición soy yo, decile que muchas gracias. Lo mejor es el gol. No lo había visto. Decile que si quiere debutar en Defensor y llegar a Europa, tiene que seguir trabajando mucho, metiéndole y siempre siendo el mismo. Que no intente inventar ni cambiar, porque eso lo puede perjudicar. Que siga siendo así en las juveniles y en la selección". 

Hasta el día de hoy Anderson sigue el consejo de su ídolo y tiene los pies en la tierra, hasta 2024 tienen contrato con la violeta y cuando tenga que hacer el salto, lo hará. Ahora no está estudiando y el año que viene quiere empezar inglés. Está leyendo el libro "La jugada de mi vida" de Andrés Iniesta. La suya puede estar cerca y cada día es una nueva prueba. Se viene el Sudamericano juvenil 2023 y la Copa del Mundo Sub 20.

Aún falta, pero para el Mundial 2026 Anderson va a tener 22 años, una edad ideal para debutar en la selección mayor, teniendo en cuenta que hizo todo el proceso selectivo. "Sería bueno, me tengo que preparar mucho y (estar) va a depender de mi rendimiento", concluye el tacuaremboense. 

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