Ignacio Munyo
Ignacio Munyo

Un traje que calza bien

Uruguay tiene que dar el paso y pedir la adhesión al Acuerdo Transpacífico. Hay ahí una gran oportunidad para mejorar nuestra inserción internacional.

El Acuerdo Progresivo e Integral para la Asociación Transpacífico (CP-TPP, por sus siglas en inglés) fue firmado en 2016. Los actuales miembros son Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Varios países más ya han pedido la adhesión, entre ellos China, Corea, Reino Unido, Costa Rica y Ecuador.

Los beneficios de ser miembro aumentan con la cantidad de socios, así como también las complejidades para ingresar. Hasta el momento, el bloque analiza el ingreso de un país a la vez y requiere del consenso de todos.

Formar parte del CP-TPP es estar presente en el acuerdo que regirá las reglas de funcionamiento de una de las zonas económicas más importantes a nivel global. Es el ingreso a un mercado que hoy incluye 500 millones de personas que representan el 15% de la producción global.

Hace unos meses, el presidente de la Republica anunció que Uruguay solicitaría la adhesión al CP-TPP. Desde comienzo de 2021, el gobierno estudia la posibilidad de enviar la carta de manifestación de interés, para lo cual ha avanzado en los sondeos previos.

Según información de prensa, en Cancillería y en Economía existen estudios reservados que muestran que el ingreso al CP-TPP tendría impactos muy positivos para Uruguay. Una vez iniciado el proceso de admisión, habrá que cumplir todas las etapas burocráticas y de negociación necesarias para el ingreso.

Ahí se juega el partido de las regulaciones de los mercados en los que operan las empresas públicas. Dado que varios de los países miembros lograron regímenes especiales, hay espacio para pedir lo que Uruguay considere más adecuado a sus intereses y consideraciones estratégicas.

También ahí se juega el partido de la regulación de aspectos asociados a la propiedad intelectual.

Los perjuicios internos que puedan existir por adherirnos al Tratado de Cooperación en materia de patentes (que cuenta con 150 países miembros) son importantes, pero pueden ser compensados.

Los sectores exportadores saludan efusivamente la posibilidad del ingreso al CP-TPP, lo que implicaría el acceso a nuevos mercados, entre los que hoy se destacan Canadá, Japón y Vietnam; y pueden ser muchos más.

Sin embargo, desde la Cámara de Industrias surgen reparos al entender que la industria farmacéutica uruguaya puede verse afectada negativamente.

“Seguramente esté en la mesa; aunque el que mucho abarca, poco aprieta”, dijo hace unos días el presidente de la República en referencia al CP-TPP.

Los recursos para negociar acuerdos de comercio son escasos, por lo que avanzar con el CP-TPP debería ser la prioridad única en los próximos meses. El anuncio de un TLC con China ya tuvo gran impacto al alinear a una gran mayoría del sistema político a favor de una mayor apertura comercial. Uruguay se puede vincular con todo el Asia-Pacífico a través de un acuerdo moderno y transparente, bendecido urbi et orbi.

El CP-TPP no es un traje confeccionado a medida del Uruguay; pero, en las actuales circunstancias globales es un traje que nos calza muy bien.

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