EN EL PEOR MOMENTO

Así operan las mafias que lucran con el dolor ajeno y piden rescates por personas ausentes

Aprovechando el dolor y la preocupación generada por la ausencia, los delincuentes anotan los teléfonos. Luego llaman a los familiares de la persona desaparecida y les dicen que esta fue secuestrada.

Manifestación frente al Palacio Legislativo por el crimen de Lucas Zanolli. Foto: Leonardo Mainé
Manifestación frente al Palacio Legislativo por el crimen de Lucas Zanolli. Foto: Leonardo Mainé

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Organizaciones extranjeras o delincuentes uruguayos no descansan en procura de dinero fácil y aprovechando la debilidad y el dolor ajeno. Al detectar en las redes sociales que familiares y amigos buscan a una persona ausente, estos individuos anotan los números de celulares y se contactan con los mismos solicitando un rescate. Las sumas exigidas rondan los $ 100.000.

En ocasiones, los delincuentes solicitan que les envíen fotos de la casa de la víctima para ver su status y calcular el monto del precio del rescate.

El caso más reciente de pedido de rescate involucró a un familiar del joven Lucas Zanolli, asesinado el 29 de noviembre pasado. La Justicia procesó por el crimen de Lucas a un obrero de la construcción que vive en Jardines del Hipódromo.

Lucas se ausentó el 29 de noviembre pasado. Al ver que no regresaba a su casa, sus amigos publicaron en las redes sociales una foto del joven y varios teléfonos para contactarse por si alguien tenía alguna pista sobre su paradero.

Según supo El País de dos fuentes de la investigación, una voz extranjera se comunicó con uno de los números y dijo que Lucas estaba secuestrado. El número era de México.

En un principio, los investigadores no creyeron en el origen de la llamada. Los delincuentes extranjeros tienen tecnología para ocultar sus números. No obstante, poco después se confirmó que realmente de México. No usaron nada para cubrir el número.

Los delincuentes pidieron un rescate de $ 100.000 para liberar a Zanolli, según supo El País. Ante la exigencia de los supuestos captores, un familiar de Lucas se subió a una camioneta con el dinero. Luego, este recibió instrucciones de los delincuentes: debía dirigirse hacia la ciudad de Pando y allí se concretaría el acuerdo. El familiar se dirigió hacia esa ciudad canaria. No obstante, poco después recibió otra comunicación: el lugar de encuentro sería en el balneario El Pinar. Acuciado por la angustia, el familiar obedeció. Cuando se acercaba al El Pinar, otro mensaje le ordenó dar vuelta y dirigirse hacia Tres Cruces. Finalmente, le informaron que el rescate debía pagarle mediante un giro por Western Unión.

Pero se trataba de un engaño de una mafia extranjera. Poco después, Interpol se comunicó con su par de México y confirmó que el número provenía de ese país.

Al día siguiente de la desaparición de Lucas Zanolli, otro joven se ausentó. El 30 de noviembre pasado, la familia también recibió un pedido de rescate del mismo número de México. “Los casos son reiterados. Lo mismo ocurre con autos robados. También piden US$ 100 o US$ 200 por una persona que está en el extranjero señalando que esta necesita dinero para regresar a Uruguay”, dijo una fuente policial a El País.

Desde la cárcel.

Otro caso de falso secuestro ocurrió en Florida. La fecha exacta del pedido de rescate no trascendió. Tampoco el monto solicitado por los delincuentes.

La modalidad se repitió. Una joven se ausentó de su casa por varias horas. Estaba acompañada por su novio. Sus amigos, que desconocían con quién se había ido la joven, colgaron en páginas de Facebook e Instagram su foto con números de celulares pidiendo datos sobre el paradero de la chica. No pasó mucho tiempo para que sonara uno de esos números. “Tenemos secuestrada a la muchacha. Queremos que nos paguen rescate”, dijo la voz en el teléfono.

Persona usando celular. Foto: Estefanía Leal
Persona usando celular. Foto: Estefanía Leal

Asesorados por la Policía, los familiares solicitaron una prueba de vida a los supuestos secuestradores. Los delincuentes enviaron una foto de una persona con la manos atadas por detrás sentada en una silla, con cinta pato en la boca.

Cuando los investigadores observaron con detenimiento la foto, detectaron que se trataba de un hombre vestido de mujer. Lo delataron sus piernas peludas. La foto había sido sacada de una cárcel uruguaya, dijo la fuente.

Andrés Badell, esposo de Valeria Bagnasco, también sufrió un pedido de rescate poco después de que su pareja se ausentara el 20 de setiembre pasado antes de ir a trabajar a la Facultad de Ciencias. La foto de Bagnasco con teléfonos de familiares circuló por las redes.

Badell recibió un mensaje de un desconocido. “La agarramos por error saliendo para su trabajo. Necesito discreción”, decía el mensaje. Otro mensaje decía que la liberación de la joven costaba US$ 5.000.

Badell corrió a la seccional 15° y mostró el mensaje a un oficial, quien le dio instrucciones. Andrés dijo que era una persona de trabajo y que no tenía dinero. El secuestrador pidió $ 30.000 de rescate. Badell y el policía supieron que se trataba de una maniobra.

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