CON LOS HIJOS

Mamá estimula: Cinco cosas que los niños y niñas deben escuchar a menudo de ti

Claudia Guimaré habla de aquellos mensajes que todo niño debe recibir para soportar los embistes que más adelante enfrenten y que nada nunca les haga sentir que no valen .

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Foto: Pexels

Hay un refrán que dice “si hablarle bonito hace crecer las plantas, imagínate a los niños”. Los niños son esponjas, como bien decía María Montessori. Pero esto no sólo vale para la absorción de conocimientos, sino para la de todo lo que les digamos o de lo que de una u otra forma les hagamos saber.

Nosotros somos el espejo en el que se miran a diario desde que nacen y la imagen que les reflejemos será la base sobre la cual construirán, lentamente, la suya propia.

Por ello es importante que tengamos claro que hay ciertos mensajes que todo niño debe recibir fuerte y claro de manera permanente, para que esa base sea lo suficientemente sólida, como para soportar los embistes que más adelante enfrenten y que nada nunca les haga sentir que no valen muchísimo. 

Tú puedes. Sólo es algo nuevo.

Si le dices a un niño que Papá Noel existe, te creerá. Si le dices que es tonto, también. La mejor forma de generar resiliencia desde la más temprana infancia, es enseñarles a no frustrarse cuando las cosas no les salen, puesto que de lo contrario, tenderán a esquivar aquello que les cuesta y por ende, la falta de práctica, les terminará convenciendo de que realmente no eran buenos para eso.

Necesitamos repetirles una y mil veces que así como pudieron aprender a caminar después de caerse mil veces, el ensayo y el error son el camino al éxito, para lo cual acompañar en las “derrotas” o dificultades, no exagerar los premios en las victorias ni castigar ni compadecerlos en los errores, es el mejor camino para pavimentar el camino al amor propio y la perseverancia en el intento.

No se trata de restarle importancia a las cosas que les son importantes a ellos. Se trata de desmitificar el error como algo “malo” que podemos y debemos evitar, y abrazarlo como parte del aprendizaje.

Lo vas a lograr pero a tu tiempo.

Tan importante como asegurarles nuestra confianza ciega en que alcanzarán sus metas, es recalcarles que lo harán, pero a su tiempo. Porque a medida que los chicos crecen, las comparaciones con sus compañeros resultan evidentes. Las nuestras y las de ellos.

Por lo que no alcanza que te digan que lo lograrás, necesitas entender cuándo, sobre todo cuando vas más tarde que el resto. Cuando mi hija se queja de que aún no suma tan rápido como Chloé, le recuerdo que habló mucho antes que Nico, que logró hacer piruetas en la clase de acrobacia antes que todo el resto, y que los buenos equipos, como el de su papá y yo, son aquellos que se dividen las tareas de acuerdo a en qué cosas es más hábil cada uno, sin que eso suponga en el total, uno es mejor que el otro.

Los padres y madres somos muy buenos recordándoles a nuestros hijos que no deben compararnos con otros padres cuando nos dicen “¿pero por qué el papá de Pedro sí le permite comer salchichas todo el tiempo o ver tele hasta tarde en la noche y uds no?”. Ejercitemos entonces lo mismo para no comparar a nuestros hijos con los del resto y evitemos frases como “¿pero viste cómo Martina toca violín? ¿por qué a vos no te gusta la música?” O “Agustín ya puede andar en bicicleta sólo y vos todavía con rueditas! ¿No te da vergüenza?” y les estaremos demostrando verdaderamente que cada quien tiene su tiempo y que nuestra valía no depende de cuándo sino de cómo alcancemos nuestras metas. O como decía un cuadrito que me regaló mi papá de niña: “No temas ir despacio, teme no avanzar”.

Se vale sentir.

El mejor amigo de mi hija cumplió años y lo festejó en un parque aéreo. Nunca había ido y sus padres creyeron que le iba a encantar la experiencia como festejo. Pero al primer juego en el que trepó, quedó paralizado y no se atrevía a avanzar. Su papá para alentarlo, no paraba de gritarle desde abajo que era muy fácil. Que no tuviera miedo. Pero Ulises no avanzaba y todos los demás compañeros esperaban ansiosos que lo hiciera porque estaba demorando al resto por lo que lo alentaban y alentaban aumentando la presión al respecto.

Y es que a veces, con la mejor intención de animarlos, obviamos aquello que tenemos frente, que el niño siente miedo, y les decimos que “no pasa nada, dale andá, si es fácil” y lo único que logramos es que el niño sienta que debe ser muy fácil para el resto por lo que si para él no lo es, tiene un problema. La realidad es que todos tenemos miedo a cada rato. Y rabia. Y tristeza. Incluso podemos tener sentimientos que consideremos indignos de nosotros como envidia o celos y aun así no poder evitarlos. Los chicos también. Y lo mejor que podemos hacer por ellos es reiterarles a menudo que eso nos pasa a todos y que es normal, para que no tengan temor de exteriorizar sus sentimientos para poder así trabajarlos acompañados, en lugar de ocultarlos acomplejados por ellos.

Mereces que te respeten y te traten bien.

Una frase que anda dando vueltas por las redes reza: “trata a tus hijos tan bien que cuando alguien los trate mal, se alejen de ello”. Y no puede ser más real.

El ejemplo más claro y extremo de ello son las víctimas de violencia doméstica que en su enorme mayoría declaran haber sido víctimas de violencia desde pequeñas y haber presenciado violencia en el hogar. Si tratamos a nuestros hijos con calidez y sobre todo con respeto, aun en los peores momentos en los que estamos muy enojados o incluso decepcionados de ellos, les estamos enseñando a que merecen ser tratados así por el resto y sobre todo por sí mismos.

Enseñémosle a nuestros hijos a ser amables consigo mismo desde pequeños y a quererse mucho, y aprenderán a rodearse de gente que los trate igual que tú.

Estoy orgullosa de ti

Felicitar a los niños por sus logros es algo con lo que toda madre o padre está familiarizado desde el inicio. Ni bien dan sus primeros pasos, no dejamos de alentarlos y alabar sus creaciones artísticas, festejar sus monerías y celebrar sus triunfos.

Pero a medida que los niños crecen, las obligaciones de las tareas escolares y las actividades extracurriculares o las rutinas como el baño o los deberes van opacando esa frescura y espontaneidad con la que les alentábamos constantemente y nuestros halagos pasan a regirse por una nueva regla, más exigente en la que ya no todo se festeja, sino aquello que “realmente vale la pena”, lo cual nos lleva a caer en la trampa de celebrar los resultados y no los logros. La felicitación no debe ser por el gol hecho sino por la garra que le ha puesto al partido, ni debe ser por la nota del examen sino por lo mucho que se ha esforzado.

Nuestros hijos necesitan entender que estamos orgullosos de ellos por cómo intentan hacer las cosas, aunque no siempre les salgan bien, ya que así sabrán de verdad que nuestro amor por ellos no está atado a premios o galardones, sino a cómo son como personas y a cómo intentan hacer las cosas. Sólo así sabrán quererse a sí mismos en las buenas y en las malas, y sobre todo, que realmente vale la pena esforzarse, aun cuando la victoria parezca lejana.

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Claudia Guimaré
La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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