OPINIÓN

Dos temas de riesgo: reforma jubilatoria y combustibles

Antes que regodearnos con nuestras virtudes, mejor revisemos nuestras barbas, que todavía tenemos poco de que ufanarnos y un “lote” sustantivo de pendientes.

Foto: Getty Images
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Argentina acaba de tener una instancia electoral donde todos se atribuyen la victoria, lo que, a la ya dañada institucionalidad y economía, no hace otra cosa que ponerla en terapia intermedia.

El vecino país vive hoy uno de sus momentos más amargos. ¿Quién no tiene parientes, amigos, clientes, proveedores, que estén viviendo en aquel caos? Puede considerarse igual a otros momentos de su historia (1982, 2001) pero esta vez se han acumulado muchos factores negativos. Es el país del mundo más similar al nuestro, por idiosincrasia, clima, cultura, historia y cercanía, convirtiéndose en bendición y desdicha.

Solemos mirar con necedad y desdén sus vaivenes, pero esta nación, que todavía nos impacta fue hasta hace poco (segunda mitad del siglo XX) la economía más pujante y próspera de la región.

La opinión pública en Argentina parece haber empezado a tomar conciencia de los costos y escaso retorno originado en el Estado y la política, y los extremos absurdos a los que llegó la demagogia y el populismo, aislarse de la región y el mundo, sumado al culto permanente a la confrontación.

El pronóstico para Argentina, parece muy diferente al nuestro, en casi todos los ámbitos que podamos imaginar (institucional, económico, social). Sin embargo, resulta auspiciosa la consolidación de la alternancia en el poder y el equilibrio de poderes, más la confirmación de procesos judiciales contra altos jerarcas de administraciones pasadas.

Antes que regodearnos con nuestras virtudes, mejor revisemos nuestras barbas, que todavía tenemos poco de que ufanarnos y un “lote” sustantivo de pendientes.

En nuestro caso, lejos aún de los extremos de la sociedad argentina, pero, nuestros actores políticos (coalición y oposición), han empezado una escalada de enfrentamientos de alto voltaje, que no son precisamente procesos virtuosos.

Contramarcha o “siga-siga”

La introducción en la LUC del ajuste combustibles fue una ingenuidad, ¿desatención?, ¿mal asesoramiento? La solución, por ahora, ni se vislumbra ni será promovida. Con tino, el Gobierno mira de costado el cálculo de la Ursea, ya que sería un tiro en el pie que no necesita (1).

En estos días una discusión entre los senadores Mario Bergara y Sergio Botana resultó ilustrativa de dos visiones de la política y lugares distintos del mostrador (los que intercambiaron en marzo de 2020). Si bien hemos discrepado con Bergara, cuando fue Gobierno por una defensa a cualquier costo, hoy le asiste razón en su crítica. Sin embargo, la acumulación de recursos por el Estado, especulando con el precio del petróleo y las tarifas (2) invalidan (en parte) las consideraciones políticas de la oposición, habiendo priorizado las necesidades financieras del Estado sobre los usuarios y llegando a extremos inaceptables (3).

Impertinencia

Hemos referido a la Reforma de la Seguridad Social en ocasiones anteriores, y, con todas las reformas que llevamos y cartas vistas, valoramos que no se trata de un tema de expertos, se trata de opciones de políticas y de redistribuir costos y beneficios. La Comisión puso negro sobre blanco lo que sabíamos, pero seguir adelante es otra historia (4).

El Gobierno no necesita abrir otro flanco, si la oposición se mantiene reticente a participar en la solución. Tiene demasiados frentes abiertos y no es momento de jactancias ni bravatas, menos de apuestas con riesgos inciertos. Debe aquilatar bien las reacciones de la opinión pública en las definiciones más críticas, como la edad de retiro y la tasa de remplazo y decidir con todas las discusiones cumplidas.

Los “expertos” (5) mostraron un panorama de la situación, pero no se puede analizar despegado de la evolución en el tiempo. Se llega a esta acumulación normativa por el talante de ciertos grupos relevantes frente al tema, guiados por sus propios intereses y una fuerte defensa corporativa y con el Parlamento convalidando ese statu-quo.

Lo que se trata ahora es mantener mínimos equilibrios evitando impactos macroeconómicos de futuro, tender a homogeneizar los distintos sistemas, perfeccionar los incentivos, eliminar las inequidades más obscenas y los abusos tanto hacia el erario público como a grupos de población sin defensa corporativa. Lo demás es humo tecnocrático (6).

Falacias que cautivan

El Sistema Previsional operó en 1979-89, enmarcado entre un Acto Institucional de la Dictadura y una Reforma Constitucional obligada. Injusto, parcial, discrecional, fue el punto de partida de otros cambios. De hecho, habría sido uno de los factores que le costaron el gobierno al partido colorado en 1990.

El gobierno actual y sus más lúcidos referentes no querrán seguramente meterse en un corral de ramas y vericuetos tecnocráticos, promovidos por actores sin peso específico, que los lleve a inmolarse colectivamente, por un tema que ni siquiera muchos de ellos generaron. Dependerá del olfato del presidente y de los líderes de la Coalición para alejarse de la trampa de acometer una reforma sin el compromiso de todos. El Gobierno no tiene que iniciar reforma alguna que no esté consensuada, siguiendo los “sabios” consejos de los expertos (algunos de los cuales fueron parte de los parches del pasado).

Tampoco debe seguir los consejos de ciertos actores (economistas, analistas, observadores) que pretenden que se siga a rajatabla la fórmula de fijación de combustibles incluida en la LUC.

El presidente tiene que hacer valoraciones políticas, como hasta ahora, y, darle largas a las dos iniciativas, al tiempo que sí debe concentrarse en generar mayores espacios para el fortalecimiento de una verdadera república, ampliando las opciones y la libertad para el ciudadano, frente a un Estado excluyente, que en Uruguay todo lo interviene y condiciona y en un país repartido por “infinitas chacras”, constituyéndose en unos de los países más corporativizados del Mundo.

Todo ello no quedará concluido, sin embargo, si no se ocupa, al mismo tiempo, de dos factores tan graves como urgentes: marginalidad y seguridad. Sinceramente les deseamos lo mejor.

1) La Ursea, como la Ursec, cumplen un papel más nominal al que podrían jugar en referencia a las mejores prácticas posibles; hasta el 2008-2009 tenían un papel nominal y en los años subsiguientes no hubo tampoco cambios sustantivos. El actual Gobierno anunció e incluyó la intensión de dar un golpe de timón sin el cual el organismo seguirá cumpliendo un papel nominal en relación a la mejora de los mercados para hacerlos más competitivos en beneficio de los usuarios, pero no para aumentar los combustibles para defender al fisco que no es lo esencial a su razón de ser. El cambio de autoridades intenta recorrer ese camino, pero falta mucho.
2) Según mencionó el Ec. Sergio Botana lo estimaba en aprox. U$S 1500 millones.
3) En gran parte la derrota de Frente en las urnas no fueron la inflación, el desempleo ni la actividad económica fueron la poca respuesta a algunos problemas importantes y sin duda el abuso de un Estado omnipresente, la defensa corporativa de ciertos sectores y los privilegios de ciertos grupos. Un Estado con un talante desbordadamente fiscalista que no dudó en acumular recursos y dilapidarlos en ANCAP, BROU, UTE, ANCEL, etc. a expensas de los usuarios y sus libertades.
4) Es tiempo de definiciones, sobre la oportunidad, la integralidad, la consistencia del Sistema, la cadencia de los cambios, el alcance, es la determinación de prioridades, quienes ganan y quienes no.
5) Como si tal cosa existiera en realidad. De hecho, con la participación de algunos de estos mismos actores, llegamos al punto en que llegamos, con soluciones parciales e inequitativas para muchos sectores. Se puede entender que existen expertos en el tema actuarial pero la Seguridad Social tiene facetas mucho más complejas.
6) Se dan todas las situaciones posibles, personas que históricamente aportan por años sin ninguna compensación o los que reciben privilegios sin las debidas contribuciones

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